MOVILIZACIÓN ESTUDIANTIL

El Institut La Llauna de Badalona ignora el 12-O y abre sus puertas

La jornada lectiva de rechazo al Día de la Hispanidad fue promovida por los propios estudiantes

Alunmos del instituto La Llauna, de Badalona, han hecho clase el 12 de octubre

Alunmos del instituto La Llauna, de Badalona, han hecho clase el 12 de octubre / periodico

CARLES COLS / Badalona

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El Institut La Llauna de Badalona, la mayor ciudad que gobierna el PP en Catalunya, ha abierto sus puertas hoy y ha renegado pues de celebrar el Día de la Hispanidad porque sus alumnos así lo decidieron semanas atrás. En una semana en la que los focos del gran teatro de la política han apuntado a la escuela catalana como un personaje con más protagonismo del inicialmente supuesto cuando se levantó el telón, la ocasión, ya que la dirección del instituto franqueó el acceso a los alumnos pero también a los extraños, era una manzana periodísticamente demasiado apetitosa como para no morderla. Había allí a las nueve de la mañana hasta un equipo de la televisión francesa. Eso siempre queda bien contarlo para darle empaque al relato, pero es que realmente ahí estaban el cámara y la periodista galos para tratar de dilucidar cuánto de cierto y cuánto de calumnia hay en las gruesas acusaciones del ministro José Ignacio Wert, que supone que en institutos como La Llauna se alimenta el independentismo. Lo acontecido permite ofrecer conclusiones, pero primero hay que remontarse a los antecedentes.

La iniciativa de lo sucedido hay que atribuirsela a Núria, Laia, Oriol y Ferran. Son lo cuatro estudiantes del instituto que en una conversación de pasillo se preguntaron qué hacer el 12 de Octubre para ser coherentes con lo que habían hecho el Onze de Setembre. No hacer fiesta, es decir, algo así como fastidiar a la japonesa, era una idea que ya habían oído que alguien se había planteado en algún otro instituto de Catalunya, pero de entrada les pareció inviable. Bastó no obstante un poco de la rudimentaria técnica del boca a oreja (aunque hoy en día queda siempre mejor decir que todo se movió a través de las redes sociales) para descubrir que tenían a más de la mitad del alumnado detrás. Unos 380 estudiantes del medio millar del centro firmaron a favor de que el 12 de octubre el Institut la Llauna no celebrara el Día de la Hispanidad. Con ese respaldo llamaron a la puerta del director, José Antonio Armario, que de inmediato les aplaudió el entusiasmo. La mitad de los profesores decidieron después que la protesta reivindicativa era justa y, en consecuencia, ahí estaban hoy, no para celebrar una jornada lectiva convencional, pero sí para organizar una batería de lecciones monográficas a las que los estudiantes podían ir o no voluntariamente.

No era fácil, a las 9.30 de la mañana, elegir en qué clase meterse. La ubicuidad es un don inexistente. Futbol y política era tentador, pero tal vez previsible. Historias más allá del trauma, sobre las penas de Palestina, seguro que era apasionante, pero parecía demasiado lejano. Próxima estación; independencia se presentaba como lo más ad hoc para la ocasión, aunque difícilmente habría choques de pareceres visto que no eran pocos los estudiantes que lucían iconografía independentista en un día tan singular (un pin, una bandera, una camiseta¿). Pero un par de puertas más allá, Daniel Nomen, al parecer un profesor al que los llauneros adoran, proponía una excursión intelectual aún más ad hoc. George Orwell y su Homenaje a Catalunya. Con ese título inofensivo llenó sin embargo la clase de estudiantes que en realidad no sabían antes de comenzar la lección magistral que Homenaje a Catalunya es en verdad el Ricardo III de la izquierda política catalana, un repaso al convulso 1937 que Orwell vivió en Barcelona y a cómo gracias a vivir tiempos tan agitados "con los ojos bien abiertos" -subrayó Nomen- fue capaz de alumbrar después dos novelas tristemente premonitoras, Rebelión en la granja y 1984.

Nomen no pretendía realizar comparaciones facilonas y forzadas entre el pasado y el presente. Hizo algo más sabio. Invitó a sus alumnos a tomar ejemplo del autor de Homenaje a Catalunya y, sobre todo,  a en tiempos movidos “escuchar e ir con los ojos bien abiertos”, lo cual, aunque le pese a Wert, no es exactamente fomentar sentimientos antiespañoles, sino más bien despertar el apetito intelectual de los estudiantes.

Como detalle final sobre la clase de Nomen, nada más que añadir que ni Homenaje a Catalunya, ni Rebelión en la granja ni 1984 forman parte de los libros de lectura obligatoria en la educación secundaria. Es cierto que no están entre los ochomiles más altos de la cordillera literaria mundial, pero su escalada tal vez debería ser como mínimo aconsejable.

Sería inadecuado, sin embargo, concluir que lo sucedido en el Instituto La Llauna de Badalona fue solo una jornada académica atípica, de rechazo del Día de la Hispanidad y nada más. Entre las paredes de lo que un día fue una antigua fábrica bastante hermosa había esta mañana también bastante de eso que tanto molesta a Wert y a sus compañeros del consejo de minsitros. Un par de militantes de la Asamblea Nacional Catalana tenían instalada en el hall una paradita con información disponible sobre sus objetivos políticos, es decir, la independencia de Catalunya. Para que el ministro esté tranquilo, durante el resto del curso escolar no están ahí. El profesor Nomen, afortunadamente sí.