UNA TARJETA QUE NO TUVO CONSECUENCIAS

Sin 'trampas' con Piqué

El árbitro italiano Rocchi le muestra la tarjeta amarilla a Piqué.

El árbitro italiano Rocchi le muestra la tarjeta amarilla a Piqué.

JORDI TIÓ

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A la media hora, Gerard Piqué, vio una tarjeta amarilla. Tal vez no hizo falta que el delegado Carles Naval le dijera a Guardiola que era la segunda en la Champions y que, por tanto, estaba a una de la sanción. Es probable que el técnico lo tuviera en la cabeza. Pero seguro que Naval le hizo ese comentario, el mismo que debió recibir Mourinho en Amsterdam tras las amonestaciones de Sergio Ramos y Xabi Alonso. Piqué siguió jugando hasta que en el minuto 71 Guardiola tomó la decisión, tras hablar con Tito Vilanova, y se la comentó a Naval. El delegado cumplió su misión. Pero nadie se acercó a Piqué para susurrarle alguna consigna. El único que se movió fue un suplente, como ocurrió con Dudek, pero tampoco fue a decirle nada a la oreja de Valdés. Abidal se sacó el chándal, Naval se dirigió al cuarto árbitro y el asistente levantó la pizarra con el número 3. Guardiola prefirió cambiarle. «No quería que lo expulsaran», dijo. Piqué no tuvo que hacer la comedia de Xabi Alonso y Ramos. «En ningún momento pensé en que me expulsaran y llegar limpio a la siguiente fase», admitió el defensa. Otra tarjeta le habría valido la expulsión y un partido de sanción que, igual que los madridistas, habría cumplido en una última jornada intrascendente. Seguro que no jugará ese partido ante el riesgo de ver otra tarjeta que le impediría jugar la ida de los octavos de final. Una diferencia más de las muchas que separan a Barça y a Madrid. Aquí la UEFA no tiene nada que investigar.