Pros y contras

Elogio de 'Euphoria' y del debate filosófico juvenil

Podría ser la historia tópica de siempre en un instituto americano y acaba siendo la visión desencantada, triste y abrupta de una generación de jóvenes que, de hecho, aspiran a la redención

Crítica de 'Euphoria (T2)': más grande, más intensa y rodada en cine

Crítica de 'Euphoria (T2)': más grande, más intensa y rodada en cine / Marcell Rev/HBO

Josep Maria Fonalleras

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Cuesta concentrar en un espacio tan reducido las enormes virtudes de una serie como 'Euphoria', de Sam Levinson (HBO). Podría ser la historia tópica de siempre en un instituto americano (amores, desenfreno) y acaba siendo la visión desencantada, triste y abrupta de una generación de jóvenes que, de hecho, aspiran a la redención. Una redención que no llega, pero que está ahí, como un objetivo. La búsqueda de una cierta felicidad que les libere de los pecados que cometen, del conflicto moral en el que viven. 'Toda la vida, mi corazón ha deseado algo que no puedo nombrar'. Es el título del último capítulo (una cita de un poema de André Breton, ¡como si nada!) y toda una declaración de principios. Una felicidad ingenua y enclenque (hay dos personajes que desean vivir como si estuvieran en 'La casa de la pradera', aquella antigua serie azucarada) que se deshace de repente o lentamente, inevitablemente. En medio de un diálogo intenso, en un bar que es un cuadro de Hooper, Ali (el mentor que aconseja a Rue, la chica drogadicta), dice: “Calificar nuestras acciones como imperdonables, ¿no es aceptar que no tenemos espacio para la redención?”. El espacio inefable que buscan. Con violencia, con desespero.

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