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Cada vez es más difícil ver el Tibidabo de blanco: hasta dos días menos de nieve al año que hace un siglo

El Tibidabo, nevado, visto desde Barcelona

El Tibidabo, nevado, visto desde Barcelona / JOAN CORTADELLAS

Andrea Arnal (Verificat)

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Este invierno la nieve se ha hecho de rogar, pero al final ha llegado esta semana a Barcelona. Los meteorólogos pasaron prácticamente toda la noche anterior sin dormir, refrescando unos modelos meteorológicos que a cada actualización confirmaban cada vez con más confianza lo que estaba a punto de suceder: que en Collserola nevaría y que, además, cuajaría. 

Eso dio como resultado la mañana del lunes imágenes para el recuerdo del Tibidabo nevado, una estampa inusual pero no histórica. La última vez que los barceloneses vieron su parque de atracciones vestido de blanco fue en febrero de 2018, cuando se acumularon hasta 20 centímetros de nieve en cotas de entre 400 y 600 metros. En 2021 nevó, pero no cuajó.

En este caso, la culpable de estas fotografías tan singulares ha sido la borrasca Juliette que, junto a una masa de aire muy frío, ha producido singulares nevadas en puntos elevados del macizo del Garraf y en la zona del Vallès (Barcelona), con acumulaciones de hasta siete centímetros en el Observatorio Fabra, a 415 metros de altitud.

Estos episodios parecen ser cada vez menos comunes. La última vez que Barcelona vio nevar con fuerza antes de 2018 fue en 2010, hace 13 años, episodio que algunos recuerdan como “la última gran nevada en Barcelona". Ahora, en un contexto en el que el cambio climático es cada vez más evidente —Barcelona encabeza la lista de las ciudades europeas más vulnerables a sus efectos— cabe preguntarse si el aumento progresivo de las temperaturas va a hacer que sea cada vez más difícil sacar fotos de la colina cubierta de blanco. 

Las observaciones llevadas a cabo hasta ahora observan una tendencia a la baja tanto de días de nieve como de cantidades registradas. “En [el observatorio de] Fabra se producen dos días menos de nieve que a principios del siglo XX, con una tendencia lineal a la disminución, de -0,12 días por decenio”, indica a Verificat Ricard Ripoll, meteorólogo del Servicio Meteorológico de Catalunya (Meteocat). 

El experto adjunta un documento que analiza ciertos aspectos del clima ocurridos hasta 2021, pero insiste en que la disminución, aunque cierta, no es “estadísticamente significativa”. Eso explica por qué, a la hora de analizar los datos de días de nieve en el observatorio Fabra, se puede observar una tendencia hacia menos días de nieve al año, pero de forma muy sutil. 

Donde sí hay una tendencia más evidente es en las cantidades de nieve, tal y como indica a Verificat Ramón Pascual, jefe del Grupo de Predicción y Vigilancia de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en Catalunya. “Los días [en los que se ha registrado] un cierto espesor, son mayoritariamente bastante antiguos”, apunta. 

Se trata de una tendencia que también “se observa a nivel global”, tal y como indica el último informe sobre el asunto del Grupo Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC, en inglés), la entidad científica líder en la evaluación del cambio climático. En él, se indica que la capa de nieve ha disminuido en la mayoría de las regiones, y se adjunta un gráfico sobre la cobertura nivosa del hemisferio norte. Ahí se observa que en la región de los Pirineos se ha constatado una pérdida de superficie nevada de entre un 6 y un 15% entre el periodo que va desde 1967–1987 y 1988–2004. 

Malas perspectivas

Y la situación va a seguir empeorando en las próximas décadas. En España, los modelos que plantean un escenario en el que las reducciones se mantienen prevén que la cobertura nivosa de los Pirineos se reducirá hasta la mitad a medida que avanzamos hacia 2050, tal y como indican los análisis del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático (OPCC). Sus observaciones coinciden con las del IPCC: “A medida que avanza el calentamiento en el futuro, las regiones en las que la precipitación es de nieve, experimentarán cada vez más precipitaciones en forma de lluvia”, indica un informe especial de IPCC sobre la nieve. “Por cada 1°C de aumento en la temperatura, la presencia de nieve se eleva aproximadamente 150 metros de altitud; como resultado, se acumulará menos nieve que en la actualidad en elevaciones bajas”, concluye. 

Eso significa que, conforme vayan aumentando las temperaturas del planeta y de mantenerse las emisiones tal y como hasta ahora, tocará mirar cada vez más alto, más lejos, para encontrar la nieve que los antiguos barceloneses podían ver, al menos una vez al año, brillar con luz blanca en la montaña del Tibidabo. 

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