Naomi Osaka vuelve a romperse en lágrimas en una rueda de prensa en Cincinnati

Naomi Osaka volvió a ofrecer un momento público de fragilidad en el escenario que más detesta. En una rueda de prensa en Cincinnati (EEUU), tras una pregunta más que incisiva, la tenista japonesa de 23 años se echó a llorar. 

Osaka lleva un tiempo con una relación tensa con los medios. Ya abandonó Roland Garros para evitar las conferencias de prensa, exponiendo sus dificultades emocionales ante la inquisición periodística. Y se volvió a demostrar el lunes esa tirantez cuando un reportero del Cincinnati Inquirer le preguntó si no usaba a los medios a su conveniencia.

«Cuando dices que no me vuelve loca tratar con vosotros, ¿qué quieres decir? Desde que soy joven, he sido objeto de mucho interés por parte de los medios, supongo que es por como soy, de donde procedo y por cómo juego. Porque, en primer lugar, soy jugadora de tenis, y por esa razón la gente tiene interés en mí. Así que en este sentido soy distinta a las demás, y no puedo evitar que cosas que digo o tuiteo generen artículos y contenido así».

Y añadió: «Pero diría también que no estoy segura de cómo equilibrar esto. Estoy tratando de descubrirlo al mismo tiempo que tú, diría». Después de eso, Osaka se conmovió mientras trataba de escuchar la siguiente pregunta realizada de forma telemática. Se tapó la cara con la gorra y la moderadora, al ver la situación, pidió una pausa. Osaka abandonó la sala brevemente. Cuando retornó, contestó una pregunta más en inglés y varias en japonés.

Comunicado del agente

Después, Stuart Duguid, agente de Osaka, condenó en un comunicado cierto tipos de preguntas. «El bullying del Cincinnati Enquirer es reflejo de por qué las relaciones entre jugadores y medios es a veces fría. Todo el mundo estará de acuerdo en que el tono de la pregunta fue equivocado y con el único propósito de intimidar. Lamentable comportamiento. Y esa insinuación de que Naomi debe su éxito fuera de las canchas a los medios es un mito».

Osaka señaló que la confesión de sus problemas mentales, similares a los expuestos por Simone Biles en Tokio, le valieron en los Juegos Olímpicos muchas muestras de agradecimiento de otros deportistas.

«Fue revelador ir a los Juegos y ver que muchas atletas me vinieron a decir que estaban contentas de que hubiera hecho lo que hice. Estoy orgullosa de ello», dijo la tenista, que fue la encargada de encender el pebetero olímpico en la ceremonia de apertura.