Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Elecciones Euskadi, dama con 90 años y no se pierde ni una

Dama votante de 90 años

Dama votante de 90 años / TVE 1

Ferran Monegal

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Como es habitual, los informativos de todas las cadenas peinan las mesas electorales de Euskadi buscando el factor humano en su vertiente pintoresca. La dama que va a votar con su perrito. El caballero que se acerca montado en bicicleta y vestido de ciclista, casco incluido. Las monjas, que nunca va una sola, siempre en modo congregación, o sea, en grupo.

En el ‘Telediario’ de las 15 h (TVE1) se han detenido un instante en una dama que se acercaba a votar y decía: «Desde que pasó la época en que no podíamos, ahora, con 90 años que tengo, no me pierdo ni una». Ha sido una pincelada bonita. Esta señora, nonagenaria, se resarce de los muchos años que el franquismo lo impedía, y ahora no se pierde una. No le han preguntado qué vota, por fortuna. El voto es la expresión de la libertad más íntima. Aunque dicen los nuevos gurús de la psicología de masas, que el libre albedrío no existe. Creo que aciertan. Sobre todo desde que se inventó la televisión. En la tele no hay diferencia entre los espots publicitarios de un lavavajillas y los de una formación política sublimada en su líder. Funcionan igual: son mensajes para sugestionar a la ciudadanía. Y su éxito se basa en la insistencia. Mantenidos en pantalla permanentemente, entran en nuestras casas, se instalan en nuestra intimidad, y nos conquistan. Pasan cosas curiosísimas: la criatura y formación política que hoy la tele erige como trascendente, puede ser perfectamente intrascendente mañana al mediodía. 

Este sábado en ‘Col.lapse’ (TV3) entrevistaron al profesor Josep Vallverdú. Cumplirá 101 años en julio. Decía: «No comprendo el concepto de trascendencia». Y citando ‘la vida de la fama y la perpetuación de la memoria’ de Jorge Manrique, añadía: «El recuerdo que dejas dura escasamente dos generaciones. Después ya no se sabe quien eras ni quien dejaste de ser. Me decía Joan Oró: solo somos polvo de estrellas». Efectivamente. ¿Quién era Joan Oró? podríamos preguntar hoy en la tele. Se haría un gran silencio, estoy convencido.

Esta dama de 90 años ha vivido muchos espots televisivos. Quizá ha desarrollado un mecanismo que relativiza la colonización mental publicista. Y hoy, ante las elecciones en Euskadi, la tele dibuja alianzas trascendentes. Según la cadena, magníficas o terribles. Pero no perdamos esto de vista: los anillos pasan, el dedo sigue.

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