La crítica de Monegal: Dos presidentes a la vez y un ‘tsunami’ de mesas de diálogo

Ha descubierto el programa ‘Polònia’ (TV3) un encuentro singular: resulta que Pere Aragonés y Carles Puigdemont han coincidido en una misma tienda de muebles. Ambos buscaban afanosamente, cada uno por su lado, una mesa de negociación y de diálogo. Querían plantarla enseguida y sentarse con las criaturas delegadas por Pedro Sánchez.

La vuelta de tuerca del ‘sketch’ fue que la mesa que les gustaba, y que ambos se peleaban por ella con gran ferocidad, resulta que ya la había comprado el lendakari Íñigo Urkullu. O sea, los vascos siempre llegan antes. ¡Ahh! Ha sido un golpe humorístico disfrutable. Pero les ha faltado intención, sarcasmo, causticidad. Ya les dije semanas atrás que la resurrección de Waterloo, por obra y gracia de la carambola parlamentaria, estaba produciendo en TV3 un nerviosismo notable. No saben si habrá nuevas consignas cuando regrese Puigdemont. Se van reubicando por si acaso pudiera haber cambios en el reparto del pastel monetario. En el encuentro en la tienda de muebles lo fundamental no era la aparición del lendakari. Lo superlativo fue el encuentro de dos presidentes de Catalunya, cara a cara. Este es el surrealista sarcasmo que los ‘polacos’ por ahora se resisten a escenificar con mordacidad. No sería un cara a cara en el interior de una tienda, sino en la mismísima Generalitat. Peleándose por el despacho presidencial, y sobre todo por el control de TV3, el gran aparato de propaganda. Ya sabemos lo que ocurrió en El Vaticano cuando de pronto tuvieron que coexistir dos Papas (Francisco y Benedicto XVI). No hubo dos Papas. De Papa solo hay uno. El otro se quedó de figurita de cera en un monasterio aledaño. Ya les dije días atrás que hay una pregunta que en la tele siguen sin atreverse a formular: en nombre de Catalunya ¿quién negocia? ¿Waterloo o la Generalitat?

El otro día, después de la investidura, Xavier Graset (‘Més 324’) entrevistó a Miriam Nogueras, portavoz de Junts. Le preguntó si están sincronizados con ERC para el diálogo con Madrid. Contestó escuetamente: «Partimos de negociaciones diferentes». O sea, aquí lo que se va a necesitar no es una mesa sinó un ‘tsunami`de mesas de negociación. Todas en nombre de Catalunya –como mucho de la mitad de Catalunya, por cierto– pero cada una por su lado. Yo creo que en Ikea, ilusionados, ya se están preparando.

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