Tú y yo somos tres
La crítica de Monegal: Besar o genuflexar, el protocolo de Tamara Falcó
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
Se ha reunido Joaquín ‘el novato’ (A-3 TV) con Tamara Falcó, marquesa de Griñón, para que le enseñe reglas de protocolo por si un día tiene que saludar al Rey, a la Reina, a miembros de la nobleza o a criaturas importantes de la élite mundial.
Es comprensible que Joaquin desee recibir lecciones de protocolo. Es una criatura muy simpática. Irradia cordialidad. Pero mientras su vida giraba alrededor del mundo del fútbol el único protocolo que necesitaba era saber estar en el campo, un lugar en donde continuamente hay zancadillas, golpes y patadas. Ahora ha encontrado en la tele una nueva dimensión existencial, además de laboral, y cree que necesita saber comportarse de manera refinada. Es una ingenuidad. Un día descubrirá que en la tele también hay patadas, y mucho más traumáticas. En cualquier caso ha pedido a Tamara que le haga de profesora, para desenvolverse bien entre la realeza y la alta sociedad.
La primera lección ha sido saber cómo tiene que saludar a una dama. Según Tamara, Joaquín tiene que besar a todas, de marquesa para abajo. Es curioso, contrasta con lo que nos contaba el pasado sábado la compañera Marina Tovar aquí, en EL PERIÓDICO, acerca de esa especie de sexismo occidental, ahora muy contestado, ese en el que el hombre saluda a una mujer –que quizá incluso no conoce de nada– abalanzándose sobre ella y propinándole dos besos en la cara, mientras entre hombres nos saludamos dándonos la mano. O sea, en la escala social de Tamara, de marquesa para abajo Joaquín debe besar, y de duquesa para arriba, y hasta la Reina y el Rey, Joaquín debe agachar la cabeza, lo que en términos taurinos llaman ‘humillar’. En el caso de las señoras dijo que es distinto: es obligado genuflexar. Contó que una vez fue recibida por Carlos, todavía Principe de Gales, y dijo que le salió una genuflexión impecable gracias a que llevaba días ensayándola con Isabel Preysler, su madre.
Tamara es muy joven (41 años). Su delectación por genuflexar ante otro ser humano demuestra una configuración neuronal arcaica. Bien mirado es posible que a Joaquín estas lecciones le hayan servido de algo. El sometimiento genuflexo no es patrimonio exclusivo de ambientes monárquicos. En la tele también se suelen dar. A veces veo en un plató cómo se arrastran, y pienso que es la consecuencia de lo mucho que antes han tenido que genuflexar.
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