Ruptura de la cuarta pared

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Jorge Javier Vázquez, en la pantalla del plató de 'Sálvame'.

Jorge Javier Vázquez, en la pantalla del plató de 'Sálvame'. / ARCHIVO

Abel Cobos

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A principios de esta semana, Jorge Javier Vázquez se paseaba acompañado de su habitual elenco de tertulianos y junto a un asesor inmobiliario por los pasillos de Mediaset. Cargando un cartel de "se traspasa", bromeaba sobre el inminente cese de ‘Sálvame’ tras 14 años en antena. "Recién reformado, en buena zona y bien comunicado", le decía al profesional que, irónicamente, debía tasar el plató del cual en junio desalojarán a las caras más visibles de la prensa rosa nacional. 

Cámara en el hombro, planos con alergia a lo estático, ‘zooms’ a punta pala, muchísima improvisación, y la acción no circunscrita a las paredes del plató eran los ingredientes del gag. Una ruptura de la cuarta pared que, en otros programas, quedaría totalmente fuera de lugar pero que, en el caso de ‘Sálvame’, no sorprende. De hecho, es uno de sus rasgos más visibles, y que durante los años en antena han ido perfeccionando: la ruptura constante de la cuarta pared, mezclado con altas dosis de guiones y narrativa absurda y metatelevisiva

Jorge Javier Vázquez.

Jorge Javier Vázquez. / ARCHIVO

Durante el proceso de esta tasación del plató en bastidores no era la primera vez que los espectadores se colaban a través de las bambalinas de Telecinco. Son innumerables los casos en los que un tertuliano se va llorando de plató y las cámaras lo persiguen. O las ocasiones en que los regidores rompen un debate para participar haciendo así que, una posición cuya función está fuera de la pantalla, adquiera el rol protagonista durante unos minutos (y, precisamente, ahí fue donde ganó el protagonismo Carlota Corredera, que acabó como presentadora y una de las caras más reconocibles del programa).

Tienes revista, sainete, comedia de enredo, esperpento, la sátira social berlanguiana, muchísimos géneros prototípicamente españoles. Y la magia es que esto no se planea, sino que surge

— Juan Sanguino

Pero 'Sálvame' no son los primeros en romper la cuarta pared. Como recuerda el periodista cultural Juan Sanguino, ya lo hizo Emilio Aragón en ‘Vip Noche’, preguntándole a Dani Écija, tras las cámaras, si ya tocaba ir a publicidad. Sin embargo, el programa de Jorge Javier Vázquez lo ha llevado al extremo. "Es un programa rabiosamente posmoderno", afirma, haciendo referencia a ese "punto dadaísta, absurdo", donde "todo puede pasar", donde hasta un whatsapp puede cambiar todo el relato de un episodio. 

"'Sálvame' ha sido pionero a la hora de introducir en un programa de entretenimiento recursos narrativos que son propios de la ficción, tanto de series, pelis, telenovelas o memes", cuenta Alex Novo, guionista que ha pasado, entre otros por Mediaset, y que es conocido en TikTok por sus vídeos desgranando y comentando la actualidad televisiva. Sin embargo, añade, lo más relevante es que su realización va por un lado y el contenido por el otro, hay "mucha libertad creativa en los departamentos", detalla. 

Juego desde la sala de máquinas

Para entenderlo, un ejemplo: cuando realización se dedicó un programa a censurar a la tertuliana Chelo García-Cortés. Todo empezó cuando el regidor decide no enfocarla. Como se lo pasaban bien, van un paso más allá y ponen un post-it en la cámara para que la cubra en todos los planos, haciendo la censura todavía más obvia y divertida para el espectador. Continúa el juego hasta que, al final, se unen los técnicos de sonido y acaban distorsionándole la voz, teniendo un programa con Chelo hablando como si fuese un testigo protegido. Y todo, mientras los tertulianos debaten sobre un tema que no tiene nada que ver con el juego desde la sala de máquinas. 

Así, se puede seguir con decenas de ejemplos. Como cuando Aramís Fuster se enfadó tanto que realización le dio un biombo a Paz Padilla para perseguirla por los pasillos mientras la bruja le iba lanzando maldiciones. O cuando en un programa trajeron a un payaso con un pastel y avisaron a los tertulianos de que a alguien le caería un pastelazo en la cara, sin saber cuándo ni a quién, y tenían a todos los colaboradores debatiendo sobre temas de la prensa rosa agarrados a la silla de la tensión. Hay una desconexión entre contenido y realización que, precisamente, es la que configura su ADN.

Anarquía y caos

Para Sanguino, la anarquía y caos símbolo del programa "no se decidió en despachos", sino que nació a prueba de balas, experimentando y llevando al límite sus recursos. "Si funciona, es brillante. Si no, es caótico y también funciona", bromea. Al fin y al cabo, eso es lo que busca ‘Sálvame’: entretenimiento a toda costa. 

El éxito de ‘Sálvame’ está, según el periodista, en que se aleja de esta televisión de ‘reality’ tan nueva donde los guionistas ponen la mano y crean unos guiones prefabricados ajustándose a los perfiles seleccionados, como sucede en ‘La isla de las tentaciones’ o en ‘Drag Race España’. Sin embargo, en ‘Sálvame’ hay "telerrealidad a la antigua, de poner una cámara y que todo surja", como la define. Pone de ejemplo, cuando los tertulianos fueron viendo el tráiler del documental de Rocío Carrasco, con cascos, uno a uno, y luego se lo pusieron a Antonio David, pendientes de su reacción y ‘shock’ en directo. Oro televisivo. 

'Frankenstein' nacional

Otra de las claves audiovisuales es que realización absorbe los grandes formatos del humor español y los hibrida en una especie de ‘Frankenstein’ nacional que usa con rapidez e improvisación, dependiendo de lo que dé el momento. "Tienes revista, sainete, comedia de enredo, esperpento, la sátira social berlanguiana, muchísimos géneros prototípicamente españoles. Y la magia es que esto no se planea, sino que surge", continúa Sanguino. 

Un momento de 'Sálvame'.

Un momento de 'Sálvame'. / CARLOS SERRANO / MEDIASET

Por último, está la incapacidad para el programa de tomarse en serio. "'Sálvame' ha cambiado la industria del corazón. Antes se entendía que los programas de corazón tenían que tomarse en serio la industria del corazón, porque los que no lo hacían, como ‘Sé lo que hicisteis’, usaban el humor para destruirla", sentencia Novo. Pero a la producción de ‘Sálvame’ no le importa no ser seria, al revés: explota al máximo recursos audiovisuales que no encajan en el guion y que rompen la línea narrativa. Y a este factor, sumándole que, como detalla Sanguino, "los tertulianos se lo toman todo en serio, con poco sentido del humor", tienes la tensión que crea este dadaísmo que caracteriza el programa. 

Estímulos absurdos

"'Sálvame es el TikTok de las señoras", ríe el periodista, "es un constante de estímulos sin hilo narrativo, puedes ir entrando y saliendo y no te pierdes nada". Para Novo, estos juegos esperpénticos de realización, esta ruptura de la cuarta pared y estos estímulos absurdos hacen que se genere un sentimiento de pertinencia. Como cuando, en medio de un debate, la sala de máquinas decidió cambiarle el color de piel a María Patiño, sin venir a cuento, con lo cual la audiencia se enteró antes del juego que la propia tertuliana, siendo partícipe antes que la protagonista de este ejercicio de metatele.

De esta forma, la audiencia conoce mejor la personalidad de los que hay tras las cámaras. Ante las fechorías de realización, los espectadores se ríen, se involucran. Lo que, como comentaba Novo, genera este sentimiento de conexión tan especial, no solo con ‘Sálvame’, sino con toda Mediaset. "Algo que, por el momento, no está logrando Atresmedia", concluye.

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