tú y yo somos tres
Una pistola apuntando a Karmele
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Con una precisión digna de los más expertos fabricantes de bombas, la factoría que proporciona a Tele 5 el material más explosivo que nutre su contenedor (La fábrica de la tele) ha ingeniado ahora un nuevo golpe: resucitar aquella tortura que ya hicieron tiempo atrás,La caja, pero esta vez en lugar de sumergir en ella a criaturas silvestres y corrientes, sumergen a sus propios empleados, los cotillas de suSálvame y de suDeluxe, y los bombardean con sus fobias personales, sus miedos, sus obsesiones, al objeto de llenar con este plus la cazuelaDeluxede la noche de los viernes. Al parecer, ya han pasado todos porLa caja. Ya lo tienen todo grabado. Y ya llevan días calentando motores conBelén Esteban, que sale diciendo que para ella han sido tres horas espantosas, y que no quiere que se emita su sesión, de ninguna manera. O sea, que a lo mejor la guardan para el final, para la última, y así nos tienen a todos pendientes. Vayamos a la primera, que ha sidoKarmele Marchante. ¡Ah!, han hecho un trabajo perfecto. Lo digo muy en serio. La estrategia ha sido colosalmente inteligente, dentro de su natural retorcimiento. Una vez puesta en la silla de la tortura, primero han bombardeado aKarmelecon la propia estela que deja todos los días trabajando para ellos. A saber: mujer sin amigos ni amigas entre los otros cotillas del plató, odiada por todos, y a la vez ella odiando a todos. Pongamos una frase, una pregunta perfecta:«¿Por qué sigues trabajando en Sálvame, Karmele?». Respuesta:«Porque en estos momentos no hay otra cosa». ¡Ahhh! Una vez perfiladaKarmelecomo una criatura a la que todos detestan, enLa cajahan procedido a la segunda parte de la terapia de choque: evocación de su infancia y adolescencia, la tremenda vida de una niña no querida por sus padres, sus largas temporadas en Tortosa, con su abuela (la única que la quería de verdad), la espeluznante relación con su padre, un militar«facha»que le pegaba continuamente y que la apuntaba con«una pistola cargada». Y, naturalmente,Karmelerota, envuelta en un mar de lágrimas y totalmente deshecha. La ceremonia ha sido tan perfecta que todos los cotillas deSálvame, esos que la odiaban hasta ahora, se arrodillaron inmediatamente a su lado, y la besaban y acariciaban, consiguiendo una hermosa estampa de ternurismo y pesebre. ¡Ah!, me descubro: han logrado una emoción intensa y, de paso, han rehabilitado la injustamente maltrecha figura deKarmele.
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