CIENCIA

Un cable diseñado en Catalunya bate el récord mundial de potencia

De izquierda a derecha, los investigadores Àlvar Sánchez (UAB), Xavier Granados (Icmab-CSIC) y Du-Xing Chen (UAB), en las instalaciones de la empresa Nexans en Hannóver, donde se realizó el experimento.

De izquierda a derecha, los investigadores Àlvar Sánchez (UAB), Xavier Granados (Icmab-CSIC) y Du-Xing Chen (UAB), en las instalaciones de la empresa Nexans en Hannóver, donde se realizó el experimento.

MICHELE CATANZARO
BARCELONA

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Investigadores catalanes han diseñado un cable ultrapotente capaz de transportar electricidad sin pérdidas, sin contaminación electromagnética y sin infraestructuras adicionales. Las pruebas, realizadas en noviembre y cuyos resultados se han conocido ahora, han confirmado que es un reto factible desde un punto de vista experimental. Concretamente, los científicos ensayaron en un laboratorio de Hannóver (Alemania) un cable de 30 metros que alcanzó el récord mundial de intensidad de corriente en su clase: 3.200 amperios. Sin embargo, probablemente este cable no se conectará nunca con la red.

En el 2008 se anunció que la línea se iba a enterrar en Collserola para proporcionar energía a Barcelona, pero los costes de fabricación –y quizá también la crisis y las circunstancias políticas– han aplazado sin fecha esta iniciativa.

El cable ensayado es el resultado del esfuerzo de investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), el Instituto de Ciencias de los Materiales de Barcelona (Icmab-CSIC) y las empresas Labein Tecnalia, Nexans y Endesa. «En Hannóver simulamos un tramo de la red de distribución, la que conecta las subestaciones en grandes ciudades –explica Xavier Obradors, director del Icmab–. La intensidad de corriente alcanzada ha demostrado que el cable puede transportar una potencia eléctrica de 138 megavatios, un valor sin precedentes en estas condiciones». Un resultado análogo se obtuvo en EEUU, pero para la red de alta tensión, la que lleva la energía a grandes distancias.

SUPERCONDUCTORES / El hito fue posible porque el cable se confecconó con un superconductor llamado BSCCO. Los superconductores son materiales que, cuando se enfrían por debajo de una temperatura crítica (unos 200 grados bajo cero), dejan de oponer resistencia al paso de la corriente. Es decir, a diferencia de los cables normales, dejan de calentarse y perder energía. El BSCCO es un superconductor de última generación que se puede enfriar con un sistema basado en nitrógeno líquido, mucho más barato que el helio que se utilizaba para los materiales de la generación precedente. Desde el descubrimiento de esta clase de superconductores, a mediados de los años 80, han aparecido diversas aplicaciones. Por ejemplo, se usan en máquinas de resonancia magnética o para diseñar fármacos.

Estos avances despertaron expectativas: la implantación de cables superconductores en la red eléctrica permitiría aumentar la potencia y reducir las pérdidas, especialmente en las grandes ciudades, donde las redes se hallan al límite de su capacidad. «Estas conexiones podrían reemplazar las existentes sin nuevas infraestructuras, y además no producirían ni calor ni campos magnéticos», afirma Obradors.

Sin embargo, la realidad es más complicada. «Los costes son demasiado altos como para plantearse una producción en serie», asume Santiago Cascante, responsable de tecnología e innovación de Endesa. Tampoco faltan las dificultades técnicas: «Hay que hacer ensayos de larga duración y solucionar los problemas de las juntas y del enfriamiento», añade el directivo.

VIABILIDAD / «Llevo años leyendo artículos sobre el potencial de los superconductores para la red eléctrica, pero parece que la viabilidad tecnológica está tardando en convertirse en viabilidad económica», observa Iñaki Cadena, profesor de Ingeniería Eléctrica de la Universitat Politècnica de Catalunya. «Además, solo con cambiar las estructuras antiguas se podría reducir las pérdidas de la red actual», añade. Se estima que pueden oscilar entre el 5% y el 10%.

«Queda camino por recorrer con las tecnologías convencionales», admite Cascante. «Creo que los tiempos de maduración de la superconductividad son normales para una tecnología de este tipo», afirma Obradors. Sin embargo, los expertos concuerdan que no se verán cables superconductores integrados en la red en menos de una década.