‘Resacón en Barcelona’

Juicio a un gigoló por robar y encerrar a un turista drogado durante 24 horas

La víctima ha denunciado que fue retenido ilegalmente y que fue intimidado para que entregara 1.800 euros y comprara tabaco y sartenes

Archivo - Turista en un hotel en Mérida

Archivo - Turista en un hotel en Mérida

Guillem Sánchez

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Puestos a escoger un nombre falso para el turista estadounidense que se corrió la peor de las juergas en Barcelona, que sea Phil, como se llama el protagonista de la película 'Resacón en las Vegas'. Este lunes en la Audiencia de Barcelona se ha celebrado un juicio contra Alejandro, un gigoló que afronta seis años de cárcel por robar y detener ilegalmente a Phil en enero de 2020. Y que tampoco se llama Alejandro.

Phil aterrizó en Barcelona el 8 de enero de 2020, se hospedó en el hotel Alexandra del Eixample y salió a comerse la noche barcelonesa. "Cuando voy a ciudades nuevas busco lugares de ambiente gay", se le ha escuchado explicar esta mañana en la sala cuando ha sonado una grabación que se le tomó justo después de denunciar los hechos y justo antes de volar de regreso a Estados Unidos con pocas ganas de pisar de nuevo España. 

Se aventuró en la Sauna Gay Casanova. "No tuve mucha suerte", ha dicho Phil desde la grabación. Ese día coincidió con usuarios "muy selectivos" y, a pesar de que algún escarceo tuvo, no quedó satisfecho. Pero entonces encontró a un hombre que sí se prestó a satisfacerlo. Le dijo que se llamaba Alejandro y le convenció de que lo mejor era que abandonaran juntos aquel local y se marcharan a su casa. La cámara de seguridad captó la imagen de Phil y Alejandro devolviendo las llaves de las respectivas taquillas en la recepción de la sauna y partiendo a casa del segundo. 

La pesadilla

Alejandro condujo hasta salir de Barcelona y llegar a un pueblo que Phil, atolondrado por el jet lag que arrastraba y por la 'tina' que fumó esa noche –una droga que se usa para sesiones de 'Chemsex' en las se que mezclan substancias estupefacientes y sexo para que las relaciones se alarguen durante horas–, no sabía ni cuál era ni lo lejos que estaba de su hotel. El municipio era Piera, en la comarca de la Anoia. Alejandro aparcó y entraron en su domicilio. Comenzaron los problemas.

La casa no estaba vacía. Había una mujer y un chico más joven que Phil dice que eran la hermana de Alejandro y su hijo. Pero después entraron más hombres, "seis o siete". De repente, Phil, que había venido preparado para vivir una noche de sexo con Alejandro se vio en una casa extraña, rodeado por desconocidos que, cada vez, lo intimidaban más. "Me insistieron para que consumiera más drogas y alcohol. Y lo hice", ha remarcado. A pesar de que no sabía ni de qué droga se trataba. Tal vez, cocaína. Phil, asustado, le pidió a Alejandro que lo acompañara de nuevo a su hotel. Pero Alejandro, convirtiendo aquella noche sin suerte para el amor en una auténtica pesadilla, le respondió que no. 

"Pasé mucho miedo", ha insistido Phil, que asegura que aquel grupo comenzó a pedirle dinero, que él fue entregando por miedo a que le hicieran daño, y que acabaron encerrándolo en una habitación durante horas que parecieron días. Primero se quedaron con unos 300 euros que Phil llevaba en efectivo. Después, quisieron más y cogieron sus tarjetas de crédito. Lo sacaron de la habitación para ir de gira por cajeros automáticos de sucursales de Piera y pueblos de alrededor. Pero Phil, que a pesar de su estado mantenía operativos los reflejos, se equivocó oportunamente de contraseña en todas las ocasiones. Alejandro cambió de estrategia y, aprovechando que ya era de día, se llevó a Phil de compras. 

Entraron a un estanco y, con la tarjeta de Phil, se gastó casi 400 euros en tabaco. Después, en un local de electrodomésticos, compró sartenes por valor de 300 euros. Eso no bastaba y, según el relato de la víctima, forzaron a Phil a pedir un envío de dinero a través de Western Union. Phil obedeció y llamó a su hermana para que le mandara 1.500 euros que entregó a Alejandro. Tampoco fue suficiente. Fue entonces cuando a Phil se le ocurrió decir a Alejandro que podía darle más dinero en efectivo si lo acompañaba a la habitación de su hotel. Alejandro picó.

El rescate

Sobre las nueve de la noche del 9 de enero de 2020, casi 24 horas después de conocerse, Phil y Alejandro entraron en el hotel Alexandra. Phil se acercó al mostrador mientras Alejandro le esperó, a unos pocos metros, a que cogiera la llave de la habitación. Phil aprovechó ese instante para pedir auxilio al recepcionista. Se acercó a su oído, y casi susurrando, le dijo: "ese hombre me están robando". El recepcionista, extrañado, se dirigió directamente a Alejandro: "Me está diciendo que le estás robando".

El empleado del hotel, que también ha declarado en el juicio de este lunes, estaba cansado de atender a clientes a los que habían robado pero nunca se había cruzado con uno al que estaban robando en ese instante, mientras hablaba con él. Por eso preguntó directamente al señalado por lo qué ocurría. Pero Alejandro, midiendo mal la incredulidad del recepcionista, cometió el error de echar a correr. El recepcionista salió tras él y lo interceptó al salir de la puerta giratoria. Lo retuvo hasta que llegaron los Mossos.

Uno de los investigadores de la policía catalana que se hicieron cargo de la denuncia de Phil ya conocía a Alejandro y ha subrayado este lunes que el acusado tiene antecedentes policiales por hechos similares: engatusar a turistas a los que conocía en esa sauna. 

Alejandro, para el que la fiscalía pide 6 años de cárcel, ha declarado que mantuvo relaciones sexuales con Phil a cambio de 500 euros –algo que hacía porque tiene hijos y en ese momento estaba sin empleo– y que, el resto de la noche, ambos lo pasaron bien: consumiendo alcohol y drogas. También ha afirmado que Phil se gastó 700 euros en tabaco y sartenes y le dio dinero en efectivo porque quiso. Su abogado pide la absolución por ese motivo, porque no hubo coacción alguna. Y porque, a pesar de los antecedentes policiales que describen una práctica habitual por parte de Alejandro, no hay ninguna condena al respecto. Los antecedentes penales que sí arrastra Alejandro son por falsificación. 

Para la fiscalía la clave estará en demostrar la coacción. En dejar claro que no fue una noche de fiesta, que fue una noche de pesadilla. 

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