Detenida

La cuidadora de un geriátrico de Sabadell ha robado joyas a sus ancianos desde 2012

Muchos de los afectados han fallecido y la inmensa mayoría de las sortijas se han fundido en establecimientos de compraventa de oro

La coordinadora del turno de noche arrestada alega que hurtaba para poder pagarse tratamientos de reproducción asistida

Una anciana, en un geriátrico.

Una anciana, en un geriátrico. / CARLOS MONTAÑÉS

Guillem Sánchez

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"Mi madre nunca se sacaba esa joya, se la regalé yo", explica la hija, que desea permanecer en el anonimato. "Un día llegué y vi que no la llevaba, busqué por su habitación y no apareció", prosigue. “No denuncié nada a los Mossos d’Esquadra porque creí que se trataba de un extravío, no podía imaginar que una trabajadora del geriátrico en el que cuidaban de mi madre con alzhéimer fuera capaz de robársela". Pero eso fue lo que ocurrió. Con la joya de la madre de esta afectada entrevistada por EL PERIÓDICO y con otras 150 piezas desaparecidas en la misma residencia de Sabadell desde 2012.

La unidad de investigación de la comisaría de Sabadell recibió a principios de año la denuncia de los familiares de un anciano interno en esa residencia. Sospechaban que algún trabajador del geriátrico se había quedado con sus joyas. Los agentes se dirigieron al centro, uno de los más caros de Sabadell, y pidieron a la dirección un listado de todos los empleados. Con esa información, acudieron a establecimientos que compran oro para cotejar los nombres y apellidos de los cuidadores con los registros de los vendedores. 

Por ley, estos establecimientos están obligados a llevar un control de cada persona que trae joyas afirmando que son de su propiedad. Transcurridas unas dos semanas, si nadie ha reclamado la sortija, el negocio tiene permiso para fundirla. Pero aunque pueda usar ese oro para lo que desee, debe conservar una fotografía de la pieza original junto al nombre de quien la ha traído. Los investigadores descubrieron que una de las cuidadoras de la residencia aparecía en esos registros: había vendido más de cien joyas. La primera anotación era de 2012.

En el geriátrico, durante la última década, se habían presentado quejas de varias familias por extravío de joyas y la dirección del centro entregó a los Mossos sus contactos. En 2019, temiendo que no se tratara de pérdidas sino de un ladrón, la propia residencia contactó con la policía catalana y agentes del área de proximidad dieron una charla disuasoria a los trabajadores para advertir de la gravedad de birlar pertenencias a los ancianos. Entre los oyentes, estaba la coordinadora del turno de noche de la residencia, cuyo nombre era el que aparece vinculado a más de cien joyas fundidas en establecimientos que compran oro en Sabadell. Y esa charla no la disuadió.

Los Mossos arrestaron hace pocos días a esta vecina de Berga. Durante el registro, encontraron joyas en su domicilio. En total, los investigadores sospechan que la mujer se ha quedado, al menos, con 150 sortijas que pertenecían a ancianos a los que debía cuidar, la mayoría de los cuales ha fallecido. Podrían ser muchas más. Les quitaba las joyas mientras dormían. Muchos de ellos tienen un sueño profundo porque toman medicamentos para poder descansar. Y ella campaba a sus anchas durante la franja nocturna.

Según fuentes policiales, la mujer admitió los hechos y pretextó que robaba porque quería ser madre y para lograrlo tenía que pagar tratamientos de reproducción asistida, que en las clínicas privadas pueden resultar muy costosos. La policía catalana, por su parte, aclara que la mujer logró ser madre gracias a estas técnicas y que siguió robando después del embarazo

"Mucha pena"

La hija con la que comenzaba estaba noticia recibió hace pocos días una llamada de los Mossos de Sabadell. Los agentes de la unidad de investigación la citaron porque estaban investigando los robos de la cuidadora y, entre las quejas que varios familiares habían presentado en el geriátrico por extravío de joyas, estaba la suya. Los policías le mostraron fotografías de algunas piezas ya fundidas en negocios de compraventa de oro. De golpe, la hija se dio de bruces con la joya que le regaló a su madre y que ella, a pesar de su enfermedad degenerativa, siempre llevó puesta. "Sentí rabia, sentí indignación, pero sobre todo sentí mucha pena por descubrir que alguien que tenía que cuidar de mi madre se aprovechó de su vulnerabilidad".

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