PARRICIDIO EN CASTELLDEFELS

"No me quito de la cabeza los lloros de esos niños cuando sus padres discutían a gritos"

MAYKA NAVARRO / CASTELLDEFELS

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"Una noche se mataban y al día siguiente organizaba una fiesta con música y barbacoa que duraba tres días". La afirmación es de unos conocidos del hombre que el martes por la noche presuntamente asesinó a su mujer, a sus dos hijos (de 7 y 12 años) y después se suicidó de un tiro en la cabeza, con la misma pistola.

El suceso conmocionó a los vecinos del barrio de La Pineda de Castelldefels. Aunque la familia no hacía mucha vida social de puertas a fuera de su bonita casa, tanto él como ella eran muy conocidos en la abundante comunidad uruguaya y argentina que reside en este municipio playero. No dejó ninguna nota, ni avisó a nadie. Fue la hija de su anterior matrimonio la que miércoles por la noche, tras unos días sin poder localizar a su padre, se acercó hasta la casa. Abrió con sus llaves y encontró a su padre muerto en el sofá del comedor. Sus gritos rompieron la tranquilidad de las primeras horas de la noche en las casas cercanas.

Este jueves al mediodía los Mossos d'Esquadra ya habían abandonado la escena del crimen y reabierto los accesos a la tranquilla calle del número 13 bis. La casa estaba en el número 7. Al otro lado del muro de la entrada principal todavía están al sol las toallas de baño repartidas en las sillas de la terraza. Junto a la puerta, el monopatín del niño, y en el tendedero portátil un gran pareo con la bandera de Brasil. El motor de la depuradora de la piscina seguía funcionando.

El horror estaba dentro. Y por las declaraciones de los vecinos de los alrededores, la tragedia se desencadenó el martes por al noche, alrededor de las once. A esa hora una vecina de Madrid, que pasa los veranos en Castelldefels, escuchó unos ruidos que ella identificó con cohetes de fiesta mayor. La mujer tiene clarísima la hora porque su marido y su hijo pescaban en la playa y ella estaba sola  y asomada a la terraza.

Fina García no escuchó nada esa noche, si muchas otras. "Era un horror. Gritos, ruidos. Portazos y los niños llorando en medio", recuerda en declaraciones a este diario. Una noche, preocupada por los pequeños a los que había visto salir y entrar en dirección al colegio, llamó a la policía municipal. "Me dio apuro decir mi nombre. Dije que pasaba con mi coche frente a la casa y que escuché una gran bronca con niños llorando. Ya sabe como son estas cosas, prefería no inmiscuirme, pero ese día llamé. Y vino la policía de Castelldefels, como muchas otras noches", añade. Hasta tres incidentes le constan a los Mossos d'Esquadra y casi una decena a la policía municipal. Pero no consta ni una sola denuncia por violencia machista, ni existe en los juzgados de violencia machista ni un solo procedimiento relacionado con esta pareja.

Tras las broncas, venían las reconciliaciones. Fiestas de dos y tres días en las que "no faltaba de nada", indican conocidos del matrimonio. Roberto, uruguayo de 61 años, trabajaba en la compra y venta de los coches de lujo. Ella, Marina, de 45 años, nacida en Bielorrusia, iba a diario al gimnasio Accura, el más caro de todo Gavà. "Al mismo que van todas las mujeres con dinero de los alrededores. 145 euros al mes, sin extras", explica una de las clientas, que había coincidido muchas veces con Marina. "Hay cuatro mujeres del Este y siempre hablaban entre ellas. No se relacionaban con el resto", dice. Una hija mayor de la mujer, de otra relación anterior, llegó el miércoles a la casa tras pasar un par de días en Port Aventura. "Entró con una psicóloga al baño. Estaba blanca. Sin articular palabra". Como el resto del barrio.