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Crimen de la cabeza en Castro Urdiales: la acusada de decapitar a su pareja es la beneficiaria de su testamento

Carmen Merino está acusada de decapitar a su pareja, Jesús Mari Baranda

Carmen Merino está acusada de decapitar a su pareja, Jesús Mari Baranda / EL PERIÓDICO

Luis Rendueles

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El cuerpo de Jesús Mari Baranda, un jubilado vizcaíno de 67 años que vivía en Castro Urdiales (Cantabria), está desaparecido desde mediados del mes de febrero del 2019. Su cabeza fue encontrada el 28 de septiembre dentro de una caja envuelta en papel de regalo y cerrada con un vistoso lazo. Mari Carmen Merino, la pareja del desaparecido, se la había entregado a una vecina meses atrás. Le pidió que se la guardara porque la Guardia Civil iba a registrar la casa donde vivían los dos y le daba "vergüenza" que los agentes vieran lo que había dentro: "unos juguetes sexuales", según ella. Carmen Merino está en prisión y la Guardia Civil sigue buscando el resto del cuerpo de Jesús Mari, quien dejó hecho testamento en favor de su pareja, según ha comprobado su familia. 

"Sería el 18 o el 20 de febrero cuando hicimos la matanza y Jesús Mari ya no vino", recuerda su primo, Carlos Ricondo. Como el hombre no les cogía el teléfono, decidieron llamar a Mari Carmen, su pareja desde hacía siete años. La mujer les dijo que "Jesús Mari estaba pasando unos días en Galicia con sus amigos del banco y que no nos contestaba porque se le había estropeado el teléfono móvil".

Todo indica que Carmen Merino, que está en prisión desde el pasado mes de septiembre, trataba de ganar tiempo. A los familiares de su pareja le dio el número de un teléfono móvil nuevo que ella dijo haberle comprado. Sus primos le enviaban mensajes a ese número, pero las respuestas eran muy escuetas: "Solo ponía: estoy bien, ahora subo…", explica su pariente Carlos.

Bolsas negras con “tierra de las macetas”

Las investigaciones de la Guardia Civil de Cantabria y el juzgado número 3 de Castro Urdiales han revelado que aquel mes de febrero Mari Carmen Merino decía sufrir fuertes dolores de lumbago. Y que avisó a una limpiadora para que fuera a su casa. Le explicó que había "cambiado las macetas", que tenía un montón de tierra para tirar y que ella no podía hacerlo. La mujer de la limpieza acudió con una amiga y ambas se llevaron las bolsas de basura en coche a un "punto limpio", donde las dejaron. Después, recordaría que eran "negras y pesadas".

Los parientes de Jesús Mari, que creció en el barrio de San Ignacio de Bilbao y estaba separado de su esposa y alejado de sus dos hijos, no dejaron de buscarlo y enviarle mensajes. Su primo Carlos lo recuerda así: "Quien se supone que era él nos mandaba mensajes de texto diciendo que estaba muy bien. El último fue: 'Hola, primo, no te preocupes por mí. Esto es muy bonito, cuando vuelva voy a llevar a Carmen'. No era nada propio de él, no sabíamos dónde estaba. Llamamos a  Carmen y nos dijo que pensaba que andaba por Normandía".

A la Guardia Civil

Alarmados, los primos enviaron un ultimatum al teléfono de su familiar para que diera señales de vida: "Si para el lunes no nos mandas un mensaje de voz para que escuchemos que estás bien, iremos a la Guardia Civil". Nadie respondió.

Los familiares de Jesús Mari Baranda acudieron entonces a la Guardia Civil, que preguntó a Mari Carmen, la pareja del desaparecido. La mujer apuntó esta vez que podía estar en Galicia, aunque su primo recuerda que a ellos les contó otra historia: "Nos dijo que él se había ido porque había dejado de quererla, que se había llevado 12.500 euros y que estaría por Punta Cana con algunas fulanas".

Aquel invierno, los familiares del jubilado ni siquiera pudieron entrar en la casa de Castro Urdiales donde vivía con Mari Carmen. "Ella cambió la cerradura", afirma su primo Carlos. "Le habría hecho cualquier cosa, porque nadie pudo entrar en la casa durante tiempo".

Inspección del piso de la detenida en Castro Urdiales.

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Fotos con Carlos Herrera

No había señales de vida del antiguo director de sucursal del Banco Santander. El caso pareció entrar en vía muerta durante la primavera y el verano, a pesar de que el coche del desaparecido estaba aparcado muy cerca de su casa, en la calle Pedro Basabe. Su pareja, Mari Carmen, siguió viviendo allí. A algunos vecinos les explicó que era incapaz de usar el dormitorio conyugal y que dormía en el sofá del salón. Pero el familiar del desaparecido tiene otro recuerdo de esos meses: "Ella trajo a Castro a sus familiares, a amigos, a sus hijos… siguió yendo a bailar sevillanas, hasta se hizo fotos con Carlos Herrera cuando él pasó por aquí haciendo el Camino de Santiago".

El popular periodista confirmó luego la historia. Carlos Herrera llegó a Castro Urdiales el mismo día que allí se celebraba una fiesta en la Casa de Andalucía, situada muy cerca del albergue para peregrinos de la localidad. Allí se encontró con Mari Carmen, que le pidió hacerse varias fotos juntos.

Una cabeza en el armario

Pasado el verano, el 28 de septiembre, la vecina de Mari Carmen decidió cambiar los armarios. Al abrir uno de ellos, notó un olor raro y recordó la caja que le  había entregado su amiga seis meses atrás. Estaba bien envuelta en papel de regalo y tenía un vistoso lazo. La mujer la abrió con un cutter. "Fue viendo bolsas de basura, hasta nueve seguidas. Dentro de la última había un paquete envuelto en papel albal, casi un rollo entero. Al abrirlo, vio los ojos de un cráneo y echó a correr", recuerda Carlos Ricondo. Las pruebas de ADN revelaron que era la cabeza de Jesús Mari Baranda.

Las investigaciones han descartado que la mujer preparara croquetas con el cadáver del fallecido

Mari Carmen fue detenida y encarcelada en la prisión de El Dueso. Afirmó que alguien había dejado la caja con la cabeza de su pareja sobre el felpudo de la puerta y que la había guardado porque era lo "único" que le quedaba de Jesús Mari. La investigación de la Guardia Civil, que sigue abierta, registró la casa familiar incluso con agentes caninos como Marley. Fuentes del caso confirmaron que en las semanas de la desaparición, la mujer compró por internet un martillo y dos sierras eléctricas de podar, de 16 y 32 centímetros de hoja respectivamente, que no han sido encontradas.

Estafadora del amor

Los investigadores han buceado en el pasado de la acusada. Mari Carmen nació en Utrera (Sevilla), es hija de un policía nacional y creció en Cádiz, donde se casó y tuvo dos hijos. Tras su divorcio, se fue al norte de España. Se trasladó a Castro Urdiales (Cantabria), donde empezó a trabajar de camarera en una cafetería. "Mi primo iba allí a desayunar, y así se conocieron. Cuando estuvieron juntos, ella dejó de trabajar. Jesús Mari andaba bien de dinero y a ella no le faltaba nada", recuerda Carlos Ricondo.

Durante siete años fueron pareja y mantuvieron un ritmo de vida alto. Aunque la investigación ha descubierto que la mujer protagonizó algunos episodios turbios. El Faro de Vigo publicó que Carmen fue detenida en el 2013 y el 2017 en la ciudad gallega después de que dos hombres la denunciaran. Según ellos, los convenció para que le prestaran dinero y nunca se lo devolvió. En Cádiz, el excompañero sentimental de una tía suya la acusó de estafarle otros 6.000 euros.

Jesús Mari Baranda cobraba una "buena pensión" de jubilación, según sus familiares. Mientras el hombre no sea declarado oficialmente muerto, ese dinero sigue siendo ingresado en su cuenta, de la que Mari Carmen pudo disponer libremente hasta su detención. El primo del desaparecido lamenta el tiempo perdido hasta que se empezó a buscarlo: "Si llevaron el cuerpo al vertedero de Meruelo hace meses ya no se encontrará".

Nada de croquetas

La Guardia Civil sigue buscando indicios para aclarar lo que ocurrió con el jubilado. Las investigaciones han descartado, eso sí, que la mujer preparara croquetas con los restos de su cuerpo. "Son bulos que fueron corriendo por ahí", explica su primo. La posibilidad de que Mari Carmen hubiera contratado a unos sicarios tampoco es ya la hipótesis principal que siguen los investigadores, según fuentes del caso.

Su familiar apunta un posible móvil para el crimen. "No nos había dicho nada, pero puede que pensara dejarla. Y ella dependía económicamente de él". Tras el hallazgo de su cabeza, su primo Carlos asegura que la familia ha descubierto que "Jesús Mari tenía hecho testamento a favor de ella. Estaba alejado de su anterior mujer y de sus hijos. Y todo se lo iba a dejar a ella".