Proceso en Tailandia

La pena de muerte se aleja del caso Sancho: la acusación admite la dificultad de demostrar la premeditación del crimen

Daniel Sancho declara este jueves y abre el turno de los testigos de la defensa

Juicio de Daniel Sancho en Tailandia, en directo hoy: última hora del asesinato de Edwin Arrieta y declaración este jueves

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El abogado de la acusación Juan Gonzalo Ospina en el tribunal de Samui.

El abogado de la acusación Juan Gonzalo Ospina en el tribunal de Samui. / Sitthipong Charoenjai / EFE

Adrián Foncillas

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La certeza de la premeditación que abrigaban la fiscalía y la coacusación se ha vaporizado este miércoles. Contemplan ya una sentencia sin ella tras haberla esculpido en mármol meses atrás. Daniel Sancho, acusado de la muerte de Edwin Arrieta, declarará mañana jueves sintiéndose más desahogado que cuando empezó el proceso: ha superado la fase árida, la de los testigos llamados por la fiscalía, con cierto aroma de derrota en las filas contrarias. Solo la premeditación sustenta el asesinato agravado que conduce a la pena de muerte. Sin ella se abre un horizonte más afable, desde el homicidio imprudente a la absolución. 

El fiscal, Jeerawat Sawatdichai, ha admitido la dificultad de probarla cuando salía del tribunal. Sus declaraciones ahondan en las de la víspera: “Lo he dado todo en el caso y estoy satisfecho. No estoy seguro de si se llegará a la acusación de asesinato premeditado. De todos modos, fue difícil desde el principio”, ha declarado a EFE un tipo con fama de implacable. “El camino de la investigación para llegar a la premeditación es difícil. No solo en este caso, sino en todos los de asesinato premeditado en general”, añadió.

Viraje abrupto

Por la misma senda ha transitado esta mañana Juan Gonzalo Ospina, abogado de la familia del finado: da la premeditación por descontada pero admite los problemas para probarla. “El Ministerio Fiscal y la coacusación estamos solicitando que sea condenado por un asesinato con o sin premeditación. Es importante porque la familia considera que lo que hizo Sancho fue acabar con la vida de Edwin con una idea preconcebida antes de viajar a Phangan”, ha dicho Ospina en referencia a la isla donde se cometió el crimen. “Sin embargo, esto es la dificultad que tiene este procedimiento y no tenemos ningún interés personal en la causa, simplemente que se haga justicia”, ha continuado. En el nuevo paradigma vale ya el asesinato, con o sin premeditación. 

Sorprende ese viraje abrupto. En la noche de ayer, en conversación con EL PERIÓDICO, aún sostenía que la premeditación había quedado apuntalada sin margen de dudas, y entre aquella beligerfancia y estas tibiezas sólo se han tratado en el tribunal cuestiones indemnizatorias.

¿Accidente o premeditación?

La premeditación parece evidente para cualquier observador imparcial. La admitió una y otra vez Sancho en las primeras semanas, quien había amontonado armas y objetos de limpieza en las vísperas de la llegada de Arrieta. Los policías de Panghan, que estas semanas han desfilado por la corte, decían contar con una montaña de evidencias. El optimismo de la defensa de Sancho y su insistencia en que “hay partido” parecía más vinculado a la superstición y la necesidad de mantener alta la moral en la batalla que a la razón. 

Para Ramón Chipirrás, del equipo de Sancho, no es una sorpresa. “Ya lo apuntábamos meses atrás y durante estas dos semanas hemos visto que las cosas iban bien en la sala. Han declarado policías de calado: los que examinaron el ADN y las cámaras de seguridad, los que dirigieron las investigaciones… y ninguno ha acreditado la premeditación”, sostiene por teléfono. La estrategia, ahora y antes, es de máximos: la absolución por defensa propia. “La muerte ocurrió durante una pelea. El descuartizamiento conlleva mucho reproche social, pero la muerte fue un accidente”, continúa. 

Declaración del padre

La fiscalía acusa a Sancho de asesinato premeditado, ocultación del cadáver (por el descuartizamiento) y destrucción de documentación ajena (por la desaparición del pasaporte de la víctima). El acusado solo admitió en la vista oral los dos últimos, castigados con penas livianas, y negó el primero. La estrategia fue desdeñada como suicida por los primeros letrados tailandeses y los expertos consultados por este diario, que apuntaban a la confesión plena como la única vía a una sentencia misericordiosa.  

Este jueves empieza el tramo más confortable para Sancho. Su defensa llamará a una veintena de testigos y él será el primero. El optimista programa de mañana contempla a otros tres: su padre, Rodolfo Sancho, y dos peritos. No es descartable que el acusado monopolice la jornada.

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