Convivencia vecinal

Destrozos, puñaladas y "fiestas con escorts" en los nuevos rascacielos de lujo de Madrid: "Me fui por miedo"

Varios incidentes en las torres Skyline de Madrid han provocado quejas y abandonos

La empresa gestora reconoce los hechos y apunta a que "todo es susceptible de mejorar"

Las torres Skyline de Tetuán

Las torres Skyline de Tetuán / EPC

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es fácil colarse aunque no se viva allí: basta esperar a que entre algún repartidor —el tránsito de motos de Glovo y Just Eat es constante— y pasar detrás de él. La entrada se hace por dos grandes puertas correderas de cristal. A la izquierda hay una maqueta del inmueble, un logotipo de la empresa propietaria (Bext Skyline) y el eslogan "Elige vivir con libertad". Este recibidor desemboca en un enorme vestíbulo con algunos asientos, una lámpara escultórica que cae del techo y un mostrador de fondo. Lo normal es que haya un conserje de uniforme, pero a veces hace ronda por el edificio y no está. "Hay tres conserjes. Cada uno hace un turno", explican dos inquilinas, brasileña e inglesa, en la puerta. "Pero el edificio es muy grande, quizá harían falta más".

Por cómo está diseñado, por lo poco acogedora que resulta la entrada, por los ascensores en los que primero seleccionas la planta en una pantallita y después una voz femenina te indica a cuál debes ir ("¡piso 22, ascensor A!"), las torres Skyline de Tetuán, los últimos rascacielos de lujo inaugurados en Madrid, parecen un hotel. Pero allí reside gente. La de la derecha se pensó desde el principio como torre de alquiler: el casero es una empresa (Bext Skyline, que a su vez contrata a Básico Homes para la gestión) y saca las viviendas listas para entrar a vivir. Amuebladas, con los suministros contratados y con "espectaculares amenities" como gimnasio, piscina y coworking incluidas en el precio. Los apartamentos de la torre de la izquierda salieron a la venta, pero en la práctica están destinados a inquilinos porque los compraron inversores que los arrendan. Ahora mismo hay una treintena como estos en Idealista, una de las principales plataformas inmobiliarias.

Entre ambas torres hay movimiento. "En una de las fiestas que se hizo en verano en la azotea vino gente del otro edificio", recuerda una inquilina consultada que acaba de rescindir su contrato. "Me di cuenta de que los políticos estaban repartidos entre los dos edificios". Por 'políticos', esta inquilina se refiere a personas del cuerpo diplomático de varios países, a los que detectaron por sus coches. "Las matrículas son rojas y tienen la CD de Cuerpo Diplomático. Nos pusimos a mirar y eran de Venezuela, Nicaragua, Albania...". Desde Bext Skyline confirman que hay diplomáticos viviendo, si bien no dicen de qué países son.Cada una de las torres, gigantescas —24 alturas, cien metros de alto— tiene 300 viviendas. Se inauguraron en octubre de 2022. Según explicaron entonces fuentes de la propiedad, de primeras entraron sesenta inquilinos en la torre de la derecha. Los precios empiezan en 1.350 euros mensuales por 42 metros cuadrados y una habitación y suben hasta los 3.070 por 93 metros cuadrados y tres habitaciones, aunque la cifra final depende de la planta. Más arriba, mejores vistas, más caro. Con el tiempo el número de residentes ha aumentado y ahora, dice una de las vecinas consultadas 'in situ', "debe de estar al 50%, aunque los de la empresa dicen que está al 75% de ocupación". En su planta, por ejemplo, hay tres apartamentos vacíos y cinco ocupados, aunque en otras "no vive nadie".

Las torres Skyline de Tetuán

Las torres Skyline de Tetuán / EPC

Cristales rotos, pintadas e inseguridad

Pese a que se vendieron como apartamentos exclusivos, la vida en los rascacielos no está siendo un camino de rosas. Las vecinas consultadas —todas mujeres— señalan como gran problema la inseguridad que sienten. Y varios puntos de inflexión: el día que las paredes de varias plantas aparecieron pintadas con un spray rojo, el día que los cristales de los ascensores aparecieron rotos y las veces que desconocidos han entrado, o intentado entrar, en las viviendas."Ahí pasaron muchas cosas. Yo me fui porque no aguantaba más", cuenta una mujer brasileña que entró de las primeras y se marchó hace unos meses. "Un día aparecieron pintadas de rojo en varias plantas. No había cámaras y no se sabe quién lo hizo. Dos meses después, aparecieron rotos los cristales de los ascensores. Yo trabajo en casa y paso mucho tiempo sola, así que empecé a tener miedo. Y allí entraba cualquiera. El conserje dejaba pasar a todo el mundo. Las puertas no se abren con llave, sino con tarjetas como si fuera un hotel. En mi primer día, un chico que estaba haciendo arreglos entró en mi piso con una tarjeta maestra. Me dijo que no sabía que estaba yo ahí. La seguridad era fatal"."Yo vivía con mi pareja en la planta 7", relata la inquilina, colombiana, que se acaba de marchar. "Decidimos irnos por muchos motivos, pero el principal fue la inseguridad. Un día intentaron entrar en una vivienda de nuestra planta. Lo grabaron las cámaras y circuló un vídeo con las imágenes. La administración se enteró y amenazó a la persona que difundió el vídeo diciendo que, por motivos legales, no podía compartirlo. Lo compartía para que el resto de vecinos viéramos la cara del desconocido, pero le metieron miedo".Jaime Monjo es el director general de Bext Space. Entró en mayo de 2023, así que algunas de las incomodidades relatadas sucedieron antes de que llegara él. En conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, Monjo asume los errores y contextualiza cada uno de los hechos relatados. Es el hombre que trabaja para poner orden en el residencial.

"La tarjeta maestra ya no existe: solo hay una y la tengo yo. Las personas de mantenimiento que necesiten usarla tienen que pedírmela a mí. Yo no estaba el día que el de mantenimiento entró en casa de la inquilina, pero me lo han contado y no lo pongo en duda. Desde entonces, se han implementado varias medidas de seguridad", cuenta.

Respecto al incidente en la planta siete con las cámaras de seguridad, Monjo explica que lo que pasó fue que un inquilino llevó a una cita Tinder que al salir "se desorientó y se chocó contra una puerta. El inquilino de esa vivienda llamó protestando, bajó, habló con el conserje, vio las imágenes de las cámaras, las grabó y las difundió. Le pedimos que no lo difundiera por su bien". Entre los inquilinos circuló la teoría de que la cita Tinder había conseguido abrir la puerta usando un inhibidor de frecuencia, si bien el director general explica que eso es imposible. "Llamamos a la policía por dar tranquilidad y a la empresa que gestiona las llaves. Las tarjetas no funcionan por radio".Con respecto a las pintadas rojas y los ascensores rotos, Monjo asegura que "fue muy desagradable" pero que charló con la pareja del culpable y que no ha vuelto a pasar. "El inquilino era un cirujano de un país de Latinoamérica y su pareja era muy visceral. Pasaba mucho tiempo en casa. No solo hizo pintadas: rompió pantallas de ascensores, rompió suelos, hizo un destrozo en los trasteros con la espuma del extintor... Ahí le vio un vecino y le identificó. Como ya había denuncias previas, hablamos con el cirujano, una persona que tenía formación y estudios, y no volvió a pasar".

Un apuñalamiento en la torre de al lado, fiestas con escorts y gente colándose

Hasta ahora, de la vida de las torres solo había trascendido una reyerta que tuvo lugar en mayo de 2023. Fue dentro de una vivienda en la torre izquierda, en la que se vendieron apartamentos, y terminó con un herido grave y otro muy grave. Según informó 'El País', las investigaciones de la policía nacional apuntaban a un asunto de drogas como detonante, puesto que ambos implicados tenían antecedentes por drogas y el habitante de la vivienda tenía "una orden de arresto e ingreso en prisión en vigor, también por drogas".Las inquilinas consultadas no recuerdan este incidente como relevante, quizá porque no sucedió en su edificio. Sí relatan como incómoda la presencia de escorts en los pasillos, además de las distintas fiestas en las azoteas. "En verano entraba aquí gente de todo tipo... Veías escorts de lujo paseándose por ahí y fiestas en las que había sustancias, sobre las que alguna vez los conserjes llamaron la atención", cuenta una de ellas. Además de extranjeros que trabajan en remoto y gente de embajadas, otro perfil de inquilino es el de "británicos muy jóvenes que estudian en el Instituto de Empresa", continúa.

A Monjo no le consta que los conserjes hayan llamado la atención a los inquilinos por tomar drogas en la azotea ni que la presencia de escorts sea un problema. "Yo no puedo controlar el acceso a terceros. Pero no creo que haya habido ningún evento problemático. Ahora se está hablando de que hay pisos en los que fuman mucho y el aire que echan por la ventana molesta, así que estamos planteando hacer plantas de fumadores y de no fumadores", dice. Tampoco cree que la reyerta causara grandes miedos. "Sí ha habido temor con el incendio de la torre de Valencia", añade, puesto que el diseño de las Skyline recuerda al edificio que ardió. Precisamente este viernes se produjo un incendio en las dos torres gemelas a las Skyline, las llamadas torres Axa, que son prácticamente iguales y están construyéndose a muy poca distancia.