Jesús Ortiz: "La sociedad sigue manteniendo que sin periodismo no hay democracia"

"Estar informado es una obligación ciudadana"

"La falta de rigor es el peor cáncer del periodista"

"La polarización impulsa a las audiencias a ‘clasificar’ a los periodistas"

El periodista asturiano Jesús Ortiz

El periodista asturiano Jesús Ortiz / Ana Togores | LNE

Rafa López

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Al otro lado del teléfono, Jesús Ortiz Álvarez (Oviedo, 24 de diciembre de 1949), padre de la Reina Letizia, suena tremendamente afable en el trato, distendido y, como él mismo diría, moderadamente feliz. Jubilado desde hace tres años de su relación laboral, pero no de su profesión, este asturiano, hijo y padre de periodistas, sigue ejerciendo como comunicador independiente. Transmite pasión cuando habla de su oficio, que mamó –literalmente– en los estudios de radio con su madre, Menchu Álvarez del Valle, y que lleva ejerciendo desde los 19 años. De esto versa en gran parte esta entrevista, prácticamente la primera que ha concedido en las últimas dos décadas, y realizada mediante correo electrónico y conversación telefónica. Rehusó amablemente responder a otro tipo de cuestiones.

¿Qué le inspiró a trabajar en el periodismo? ¿Tuvo algún mentor?

Creo que se me puede aplicar, en el más estricto sentido, lo de que "mamé la radio". Corrijo: mamé en la radio, porque mi madre [la periodista asturiana Menchu Álvarez del Valle, fallecida en 2021] ya trabajaba en el medio cuando yo nací y no eran tiempos de permiso por maternidad, así que tocaba alimentar al niño en el trabajo (normalmente, el locutorio). Desde muy pequeño ponía voces a anuncios y en las obras de teatro leído que se grababan para emitirlas antes de la hora del cierre de emisión. En fin: que ahí empezó todo. Tengo recuerdos emocionantes de muchas tardes adolescentes ayudando a mi madre a buscar documentación o de las charlas con el que era director de la emisora (Radio Oviedo) y del periódico 'La Nueva España', Paco Arias de Velasco. Más o menos a los 10 años ya había decidido que yo quería dedicarme a todo lo que tuviera que ver con la comunicación.

¿Cómo ha evolucionado el periodismo desde que comenzó?

Mis inicios tienen lugar cuando aún está vigente la restrictiva ley de Prensa de 1966, cuyo artículo segundo fue derogado en un real decreto del 77. Es decir, pasamos de la censura (no se podía publicar nada que no estuviese aprobado por la correspondiente delegación de Información y Turismo) a una progresiva libertad de expresión. Se abrió ahí un periodo, digámoslo así, dulce desde el punto de vista de las posibilidades profesionales, aunque los salarios no fueran suficientes para llegar a fin de mes, sobre todo en los medios de provincias. Paréntesis: menos mal que el pluriempleo estaba normalizado.

–Llegó entonces un "boom" de la profesión periodística.

–Los progresos técnicos (FM, televisión, offset color para las rotativas) hicieron crecer las audiencias, se necesitaron más periodistas que alimentasen tantas horas y páginas como se producían a diario y las editoras vieron florecer su negocio. El periodista podía trabajar con un alto grado de rigor y la sociedad reconocía su labor. Esto fue así hasta que la irrupción de internet, con sus infinitas posibilidades de acceso, se puso de acuerdo con los conflictos económicos mundiales y el periodismo se vio atrapado entre dos crisis: la económica y la del modelo de negocio. Así que, inmersos en esa doble crisis que antes decía, las editoras empiezan a endeudarse, los despidos de periodistas a multiplicarse (sobre todo de profesionales maduros que no tienen tiempo a ejercer una labor de transmisión de conocimiento con los jóvenes) y la calidad de la información a ceder frente a la cantidad; volumen, no importa lo que se diga. Llegamos así a la falta de rigor, que es el peor cáncer del periodista; pero para ser riguroso hace falta tiempo... y hoy los periodistas no tienen tiempo para investigar o consultar varias fuentes porque sus empresas les piden generar contenido, el que sea, lo más rápido posible (y mejor que aporte muchos clics). Habrá casos excepcionales dignos de aplauso, pero son los menos.

¿Cuáles son los desafíos más significativos a los que enfrentan los periodistas hoy en día?

El panorama no es fácil para el nuevo periodista: enorme desequilibrio entre nuevos graduados y creación de puestos de trabajo (más bien se destruyen), contratos mayoritariamente temporales, salarios que no cubren las necesidades básicas. No: el panorama no es alentador. Tampoco ayuda la polarización sociopolítica, y esto es un fenómeno mundial, que impulsa a las audiencias a "clasificar" a un periodista en la medida en que le incluyan o excluyan de su cámara de eco. Lo que veo de positivo es que la sociedad sigue manteniendo el criterio mayoritario de que sin periodismo no hay democracia. Creo que, mientras esto sea así, no está todo perdido.

¿Sigue interesado por la actualidad o procura desconectar de ella?

Creo que estar informado es una obligación ciudadana. Y además me satisface hacerlo: la radio por la mañana, enterarme de las últimas noticias en el móvil, dedicar algún rato a un medio impreso (la vista, el tacto, el olor a tinta y papel) y ver si hay alguna pieza interesante, a última hora de la tarde, en los telediarios.

Otro periodista de origen asturiano, José María García, solía decir: "Valgo más por lo que callo que por lo que cuento". ¿Por su condición de periodista le supone un esfuerzo mayor esta discreción que mantiene?

El periodista, sobre todo aquel que trabaja en aspectos políticos, debe ser equilibrado. No ser ni de un lado ni de otro, por decirlo de otra manera. Yo tampoco estoy ahora en primera línea del periodismo, ni lo he estado en los últimos 25 años, salvo un año y medio en Zaragoza, donde estuve dirigiendo una emisora y un proyecto de televisión. Lo de la discreción no tiene mucha más vuelta de hoja. Simple y llanamente me siento más cómodo en este punto de discreción. Se suele confundir cualquier cosa con periodismo. Hay determinadas publicaciones que ni hacen periodismo ni las hacen periodistas. Y usted y yo sabemos a qué nos estamos refiriendo.

–Tiene perfil en X (antes Twitter), una red social que abandona mucha gente, sobre todo con cierto perfil público, porque dicen que está lleno de gente tóxica que solo critica. Es una actitud valiente por su parte.

–Hace mucho que estoy en Twitter, desde 2012. Cuando nació era una red de microblogging. Es decir, un sitio donde tú podías tener una opinión o comentar algo que veías y que te parecía comentable. Y punto. Yo lo sigo usando así. Si alguien responde lo contrario a algo que tú has dicho, escucho o puedo debatir con él. Pero aquel a que se empieza a poner torpe con distintas insinuaciones, pues le bloqueo y punto pelota [ríe]. Y me quedo tan tranquilo.

Lleva tiempo haciendo con regularidad reportajes viajeros...

La sección "Al Encuentro" de la revista "Escritura Pública", que edita el Consejo General del Notariado de España, se acerca en cada número a una población española para hablar de ella aprovechando una actividad cultural. Esto lo vengo haciendo desde el año 2000, en que se inició la publicación. Como es bimestral, ya son 145 los "encuentros" que hemos contado. El espíritu es contar las actividades antes de que tengan lugar, intentando provocar interés por la visita.

Fuera de su vida profesional, ¿tiene alguna afición que le apasione especialmente?

La música, en primer lugar. Soy "músico" de oído y me puedo tirar horas intentando sacar a la guitarra los acordes de una canción que me haya gustado o a hacer mi propia versión de piano. Leo constantemente, pero muy poco de ficción. Me provocan especial interés los artículos científicos y las investigaciones sobre aspectos históricos. Y, por supuesto, todo lo que cae en mis manos relacionado con la comunicación, sobre todo la comunicación interpersonal y las formas de lenguaje verbal y no verbal. Si hablamos de viajes, que también está en mi lista de cosas deseables, me gusta ir en busca de sensaciones. Algo apasionante, por ejemplo, es leer un libro o una investigación en que se describen paisajes, construcciones, vestigios, costumbres... e ir a comprobar si lo que he imaginado con la lectura se parece a la realidad. Con respecto a Galicia y a los reportajes de "Al Encuentro", un ejemplo de lo que estoy contando es pasar del libro "El bosque de los cuatro vientos", de María Oruña, a recorrer el antiguo monasterio de Santo Estevo, en el municipio orensano de Nogueira de Ramuín, para reflejar luego algunas sensaciones en el consiguiente reportaje ("Escritura Pública", n.º 133, enero-febrero de 2022). Esto sería un ejemplo de algo apasionante a medio camino entre la vida profesional y personal, ¿no?

¿Tiene en mente la posibilidad de escribir unas memorias?

[Breve silencio] No sé. Lo he pensado alguna vez. Ahora creo que no lo haría. No serviría más que para alimentar morbos innecesarios. No quiero dar pie a nada. Hay un refrán en castellano que dice: "El que quiera comer peces, que se moje el culo". Pues eso, el que quiera, que se lo trabaje. No le voy a dar yo motivos a nadie para que llene páginas, opiniones y horas de televisión y radio. No tengo ningún interés. Tengo más que perder que ganar con esas cosas, no merece la pena.

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