Entender más

¿Es sostenible un jersey hecho de botellas de plástico?

La ropa que se fabrica a partir de este tipo de material “sigue generando microplásticos”

Los residuos plásticos no paran de crecer

Los residuos plásticos no paran de crecer / AP

Andrea Arnal (Verificat)

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Llegan las rebajas y la época por excelencia de consumo de moda, un sector con un empleo muy elevado de recursos naturales y agua, pero también responsable del 2% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) totales en 2019, la mayor parte procedente de la parte de producción de fibras sintéticas —desprendidas de derivados del petróleo—, que hoy suman alrededor del 60% de todos los materiales textiles fabricados globalmente. 

Es una situación que, lejos de suavizarse, se ha intensificado en los últimos años: según Naciones Unidas, entre 2004 y 2019 el consumidor promedio aumentó en un 60% el número de prendas adquiridas al año, a la vez que se redujo a la mitad el tiempo de uso del producto. La fabricación de fibras sintéticas tampoco ha dejado de aumentar. 

Frente al creciente impacto ecológico, las marcas utilizan estrategias para convencer al público de que son medioambientalmente más sostenibles de lo que son, algo que se conoce como 'greenwashing' o lavado verde. Por ejemplo, destacan que sus prendas están hechas con botellas de plástico PET que son convertidas en poliéster —plástico en forma de fibra derivado del PET, o tereftalato de polietileno—, aportando así un beneficio al planeta al retirar dichos envases de los ecosistemas. 

La asunción de que reciclar siempre es una buena acción nos puede llevar a pensar que, efectivamente, es positivo dotar de una nueva vida a esa botella que, de otro modo, iba a acabar en el mar. Sin embargo, no es cierto, dado que la ropa que se fabrica a partir de botellas “es plástico” y “sigue generando microplásticos”, tal y como señala a Verificat Gemma Gómez, directora ejecutiva de la plataforma de moda sostenible Slow Fashion Next. 

De esta forma, “todos los efectos nocivos que puedan tener estas botellas, los vamos a tener también en la ropa que fabriquemos a raíz de ellas”, como la presencia en las fibras de “disruptores endocrinos que pueden causar, por ejemplo, infertilidad o problemas hormonales”. Esto algo que no pasa con tejidos naturales como el algodón, pues no generan microplásticos. 

Además, “a los aditivos de las botellas se le añaden los propios de la industria de la moda para impermeabilizar las prendas o hacerlas ignífugas”, añade a Verificat Brenda Chávez, periodista e investigadora especializada en consumo y sostenibilidad. Así, “se están generando productos que a menudo no se pueden volver a reciclar”, concluye, algo que también recalca Greenpeace en un informe: “El uso de PET […] mejora la huella energética y de materias primas de las marcas de moda, dando la impresión de que sus acciones están teniendo impacto, cuando en realidad impide un sistema de reciclaje más circular”, esto es, capaz de reutilizar lo que se desecha y darle una segunda vida

Más microplásticos

Según cálculos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), alrededor de un 35% de todos los microplásticos de los océanos provienen de textiles sintéticos, como poliéster, rayón y nailon. Y en total, lavar las prendas de fibras sintéticas arroja anualmente a los océanos medio millón de toneladas de microfibras de plástico, el equivalente a casi 3.000 millones de camisetas de poliéster, según Naciones Unidas.

Estas partículas llegan al mar, donde son ingeridas por el plancton y, posteriormente, a los peces que se destinan a alimentación. Pueden afectar potencialmente a la salud de quienes los consumen. 

Los europeos consumen una media de 26 kilos de textil al año, ropa que cada vez es más barata: según la Agencia Europea de Medio Ambiente, entre 1996 y 2018, los precios de la ropa en la UE cayeron más del 30%, en relación con la inflación. El origen está, concluye, en que la industria de la moda rápida “promueve un mayor consumo y reduce la vida útil de la ropa”. 

Esto a su vez genera una ingente cantidad de residuos: los consumidores de la UE desechan alrededor de 11 kilos de textiles por persona al año, ropa que acaba en países de Europa oriental, Asia y África, y que en la inmensa mayoría de los casos no se recicla

Frente al exceso de producción, la compra de segunda mano es una estrategia que cada vez adoptan más consumidores en Europa: según una encuesta de YouGov a 11.000 europeos publicada en 2021, el 17% ya compra su ropa en tiendas de segunda mano, seguido de otro 17% que lo hace en tiendas de marcas éticas, y un 12% en aplicaciones de reventa.

Suscríbete para seguir leyendo