Ella avisó a la policía
Liberada en Barcelona tras medio año de palizas y explotación sexual: "Gracias a Dios, me habéis salvado la vida"
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Guillem Sánchez
Guillem SánchezRedactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
Los Mossos d'Esquadra han conseguido liberar en Barcelona a una mujer que llevaba medio año sufriendo palizas y siendo explotada sexualmente. La mujer, tan joven como su explotador, de 23 años, fue captada en la capital catalana cuando se encontraba en una situación de extrema necesidad. Sin trabajo ni posibilidad de tenerlo, atrapada por su condición de migrante irregular, fue una presa fácil.
La mujer, que vivía retenida en París, aprovechó un viaje a la capital catalana para llamar a la policía
El inspector Josep Naharro asegura que el hombre que la engatusó era un compatriota que se ganó su confianza simulando que, además de pretender ayudarla, era su pareja sentimental. Así le propuso viajar con él a París, donde encontraría un trabajo para ella. Una propuesta irrechazable para alguien en su situación. Pero en cuanto pusieron los pies en la capital francesa, su novio se convirtió en su explotador sexual.
Los Mossos activaron dispositivos en varias estaciones de bus para localizar a la víctima y a su explotador
Comenzó su pesadilla. Durante seis meses, ha explicado Naharro este viernes en rueda de prensa, la mujer sufrió palizas diarias y fue obligada a ofrecer su cuerpo a hombres parisinos. Pagaron por hacerlo sumas importantes de dinero, que permitieron al maltratador alcanzar un buen nivel de vida mientras quebraba la dignidad y la autoestima de su víctima. Ella, aterrorizada psicológicamente y sin conocimientos de la lengua francesa, no osó pedir auxilio en ese medio año. Pero eso cambió el pasado jueves cuando regresó a Barcelona junto a su secuestrador para llevar a cabo trámites que le permitirían regularizar su situación legal en Europa.
La llamada
Eran casi las cuatro de la tarde cuando el teléfono de Emergències 112 recibió su llamada de auxilio. Aprovechando un descuido del agresor, la mujer había cogido su teléfono y llamó a la policía. "Duró solo unos segundos", relata Naharro, que aclara que cuanto pudo contar al trabajador que la atendió fue que estaba siendo explotada sexualmente por un hombre, que corría peligro y que iba a coger un autobús ese jueves en dirección a París. Después, colgó.
Con esa información, los Mossos activaron varios dispositivos de localización, uno en cada una de las estaciones de las que partían autocares rumbo a París ese día. A las 23.45 horas, los agentes asignados a la Estació del Nord, observaron a una pareja que podía cuadrar con la desesperada llamada teléfonica y que se montaba en un vehículo que viajaba a la capital francesa. Se acercaron a ellos y los identificaron. "La mujer saltó sobre los policías, los abrazó y les dijo: gracias a Dios, me habéis salvado la vida".
Víctima protegida
La mujer se encuentra atendida por organizaciones que cuidan de las víctimas de la explotación sexual. La policía catalana no ha querido revelar ningún detalle de su identidad o procedencia para preservar su anonimato. La ley española prevé que una mujer que se encuentre en esa situación pueda regularizar legalemente su situación en el país y recibir además una ocupación. Una garantía que se le presta con independencia de si accede a denunciar o no a su explotador. En el presente caso, se espera que ella sí dé el paso de denunciar.
España, según la ONU, es el tercer país del mundo con más demanda de servicios sexuales. El primero de Europa. La prostitución en España no está prohibida pero sí lo está el proxenetismo –lucrarse con el trabajo sexual de otra persona– o la explotación sexual –obligar a ejercer la prostitución–. En Francia, sin embargo, la prostitución está prohibida, un contexto que implica también por otra parte que los servicios sexuales sucedan siempre en la "clandestinidad" y dejando en una situación de máxima desprotección a las mujeres que se ven obligadas a prostituirse.
Naharro subraya que en este caso, además de la gravedad de la explotación sexual, debe añadirse el delito de tráfico de seres humanos. Una conjugación de dos factores que, según su experiencia, acaba generando el mayor sufrimiento a las víctimas del crimen organizado. Actualmente, los Mossos investigan 41 casos de tráfico de seres humanos, 6 se corresponden con denuncias presentadas en 2023 pero el resto, 35, atañen a casos anteriores todavía no resueltos.
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