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Estimar los efectos de una DANA es complicado
Multimedia: Qué es una DANA y cómo se forma
El otoño meteorológico arrancó el pasado 1 de septiembre y se estrenó con la incursión de una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que desde el sábado 2, y muy especialmente el domingo, causó tormentas intensas y destrozos en buena parte del sur de la Comunidad de Madrid y de la provincia de Toledo. Las predicciones adelantaron horas antes de su llegada que dichas tormentas iban a ser torrenciales en el área metropolitana de la ciudad de Madrid, lo que dio lugar a la activación del aviso rojo por parte de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en toda la comunidad, y en parte también de Castilla-La Mancha.
Al final, la tormenta no descargó exactamente donde se había previsto, sino 30 kilómetros más al oeste. Dirigentes políticos como el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo en un programa de televisión [minuto 27:08], el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida en un acto público, o el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla en X-Twitter, han criticado la poca precisión que en teoría presentaron las predicciones de la Aemet.
Los modelos, sin embargo, “acertaron bastante”, tal y como indica a Verificat Rubén del Campo, meteorólogo y portavoz de la Aemet, quien explica que “se preveían lluvias de intensidad torrencial en zonas del centro de la península, y esas lluvias finalmente acabaron cayendo”. Recuerda que se han batido récords de precipitación en “ciudades como Segovia, Toledo o incluso en la ciudad de Valladolid”. En estas, el día 3 de septiembre fue el más lluvioso desde que hay registros.
Pero, ¿por qué los modelos no fueron completamente precisos? Para explicarlo, hay que entender qué es una DANA, que no es la tormenta en sí, sino el fenómeno que en algunas ocasiones da lugar a tales tormentas. Responde a la sigla de Depresión Aislada en Niveles Altos, y en ocasiones son difíciles de predecir por el tamaño que tienen, tal y como indica a Verificat Markel García Pérez, meteorólogo y experto en modelos numéricos en Predictia. “La sensibilidad a las condiciones iniciales no es siempre la misma. Cuanto más pequeño es un sistema meteorológico, más sensible es a las condiciones iniciales”, señala, ejemplificando que un frente asociado a una borrasca grande será siempre más predecible que una DANA, sobre todo “si es una pequeña”.
Además, las predicciones se basan en modelos que arrojan escenarios que pueden ser más o menos probables, al estilo de los que calculan las trayectorias de los huracanes. Esos modelos parten de un análisis inicial, una especie de fotografía de la atmósfera lo más cercana posible a la realidad. Para esa instantánea utilizan observaciones de todo tipo —estaciones, satélites, sondeos, aviones, etc—. “A pesar de que hoy en día los análisis son muy precisos, errores muy pequeños se amplifican rápidamente a la hora de hacer la predicción. Es el famoso efecto mariposa o, más técnicamente, caos determinista”, explica García Pérez.
Tampoco es correcto hablar de si una predicción acierta o falla, porque parte de la premisa de que la respuesta es dicotómica. Pero los modelos como los que predicen las DANAs arrojan escenarios distintos que van del más al menos probable. En este caso, el más probable situaba la tormenta en el área metropolitana de Madrid, pero acabó sucediendo el menos probable, esto es, el que la situaba 30 kilómetros más al oeste.
En otros países, la comunicación de la probabilidad cuando aparecen borrascas se hace señalando varios escenarios, tal y como explica el meteorólogo y divulgador José Manuel Viñas (Divulgameteo) en una publicación de la Aemet. Un ejemplo es la BBC, el servicio público de radio y televisión del Reino Unido, que muestra “tres escenarios —el más probable, uno de probabilidad intermedia y el menos probable—, con las principales incidencias meteorológicas en cada caso”.
La falacia de las expectativas imposibles
Las exigencias de los políticos que pedían más precisión en las predicciones de la Aemet contienen la falacia de las expectativas imposibles, que significa, en términos coloquiales, pedir milagros a la ciencia.
La ciencia en general, y la meteorología en particular, son disciplinas imperfectas que evolucionan a lo largo del tiempo. En ellas también pueden producirse fallos, pero eso no invalida la ciencia meteorológica. De hecho, como insiste Del Campo, “la ciencia meteorológica es esto: las incertidumbres asociadas a los distintos fenómenos meteorológicos”.
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