Entrevista con Pau Gàlvez

"Un beso entre dos hombres todavía asusta, es necesario educar a las nuevas generaciones en la diversidad"

El presidente del Front d'Alliberament Gai de Catalunya, una de las tres víctimas de la agresión homófoba de Salt, defiende que "no puede ser que la heterosexualidad sea la norma"

Denunciada una "brutal" agresión homófoba a tres hombres en Salt

Las agresiones físicas contra el colectivo LGTBI en Catalunya ya superan las verbales

ANIOL RESCLOSA - GIRONA - PAU GALVEZ

ANIOL RESCLOSA - GIRONA - PAU GALVEZ / Aniol Resclosa

Meritxell Comas

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Pau Gàlvez, presidente del Front d'Alliberament Gai de Catalunya y miembro del espacio LGTBI Mar C. Llop, en Girona, fue una de las tres víctimas de la agresión homófoba que el sábado se produjo en el exterior de la sala La Mirona de Salt. Gàlvez sostiene que la "gran" consecuencia de las agresiones es el retroceso en la libertad de expresión de las víctimas.

Año 2023 y usted y yo todavía tenemos que estar hablando de agresiones homófobas. ¿Por qué la LGTBIfobia se ha convertido en un problema enquistado?

Porque el patriarcado y el machismo siguen existiendo.

Fueron agredidos después de una fiesta que, para colmo, habían organizado junto con la sala de conciertos para crear un espacio seguro y amable para el colectivo LGTBI.

Era una fiesta temática ambientada en la película 'Barbie' y todo el mundo debía llevar algo rosa, mostrándose como quisiera. La fiesta terminó a las cinco y media de la madrugada y, antes de subir al coche para volver a casa, algunos miembros de la organización nos quedamos fuera comentando que la noche había sido un éxito.

Hasta ese momento.

De repente aparecieron dos personas ajenas a la fiesta, después supimos que uno de ellos tenía la entrada prohibida en La Mirona. Empezaron a hacernos comentarios y uno del grupo les respondió: "Mira guapo, no necesitamos nada". Al oír la palabra "guapo", la homofobia estalló. Nos empezaron a decir: "Maricones, os matamos". Su actitud era la de machitos de corral, de odio hacia la diferencia. Intentamos detenerlos, pedirles que tuviéramos la fiesta en paz, que todo quedara en cuatro insultos, pero por desgracia fue a más. Y expresaron todo su odio con una agresión física.

¿Qué sintió?

Rabia. Nos agredieron sin tener ningún motivo. Pero por desgracia, yo tengo ya una edad.

Intuyo que no era la primera agresión que sufría.

Desgraciadamente, no. Cualquier persona del colectivo LGTBI, desde que sus sentimientos comienzan a diferenciarse, sabe que está expuesta a sufrir discriminación, ya sea física o verbal. Por eso debemos intentar centrar todos nuestros esfuerzos en cambiar la sociedad, para que nadie se sienta excluido por el simple hecho de no encajar con lo que piensa la mayoría.

¿Ser miembro del colectivo LGTBI te lleva a aceptar, implícitamente, que en cualquier momento puedes ser víctima de una agresión?

La realidad es esa. Oyes chistes de maricones y de bolleras desde el parvulario, todavía no sabes qué significa pero ya intuyes que no será nada bueno.

¿Se siente desprotegido?

Ya no. Soy activista, tengo la experiencia de la edad y suficientes herramientas para defenderme. Pero esto no significa que me sienta seguro en todas partes ni que haga todo lo que quiera.

Por tanto, incluso usted, con rodaje y herramientas, deja de hacer cosas por miedo a sufrir una agresión.

Supongo que todos, de forma consciente o inconsciente, lo hacemos. Vamos donde nos sentimos seguros y evitamos los espacios violentos.

¿A dónde no iría?

A un mitin de Vox [ríe]. Me encontraría en un ambiente negativo. Por lo general, evito los espacios más conservadores e intolerantes.

¿Por quiénes sufre?

Por los más jóvenes, y más si son racializados, y por las personas trans. Quienes tenemos una edad, y venimos de la época dura de los ochenta y los noventa con oleadas de asesinatos por parte de 'skinheads', ya tenemos las agresiones interiorizadas. Pero las generaciones más jóvenes, que han vivido la conquista de derechos, han empezado a sufrirlo ahora, cuando la ultraderecha ha normalizado el discurso de odio. A algunos les da miedo ir cogidos de la mano por la calle. La gran consecuencia de las agresiones es que las víctimas lo piensen dos veces antes de expresarse. Y las personas trans, además, no tienen ningún armario que las oculte.

¿Cómo ha evolucionado el reconocimiento del colectivo desde los años ochenta hasta la fecha?

En los años ochenta, la policía todavía hacía redadas en los bares de ambiente, los gais y las lesbianas luchábamos por un reconocimiento administrativo que todavía no teníamos y las personas trans se tenían que dedicar al espectáculo o a la prostitución. Poca gente salía del armario, suponía enfrentarse a una militancia dura. Aún se nos trataba como a enfermos y, sobre todo la Iglesia, relacionaba la homosexualidad con la pederastia. El gran cambio es que, gracias a la lucha LGTBI, ahora el colectivo se ha empoderado, somos ciudadanos como cualesquiera otros y tenemos nuestros derechos.

En un termómetro de LGTBIfobia, ¿estamos mejor o peor que hace cuarenta años?

Mejor. Porque la sociedad ha evolucionado y considera que la LGTBIfobia es una lacra. Pero, por desgracia, algunos sectores se han envalentonado con la subida del fascismo y han aumentado las agresiones físicas a las personas del colectivo. Antes nadie se atrevía a salir del armario porque la LGTBIfobia social pesaba mucho, y ahora que todos estamos fuera, sufrimos agresiones por parte de descerebrados

¿Qué piden a las administraciones?

Un beso entre dos hombres todavía asusta, es necesario educar a las nuevas generaciones en la diversidad. Y es que más allá de las soluciones del momento, necesitamos que a las generaciones que suben se les enseñe toda la diversidad que representa el ser humano. No puede ser que la heterosexualidad sea la norma, porque la norma no existe. Se deben realizar políticas educativas transversales que expliquen la diversidad como una riqueza, y no al contrario.

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