Creencia popular
Bañarse depués de comer: la comunidad médica desmonta el mito del corte de digestión
Los 19 ahogamientos mortales en las playas catalanas destapan las carencias del modelo de seguridad
Olga Pereda
Periodista
Especialista en Educación de El Periódico. A los mandos de la sección 'Mamás y Papás' y del Club de Educación y Crianza. Te mando cada viernes una newsletter con contenidos clave para afrontar la maternidad y la paternidad. Escribo en la sección de Sociedad y tengo alergia a la pseudociencia.
La 'generación EGB' tiene grabada a fuego la expresión “no te bañes todavía, espera dos horas para hacer la digestión”. La frase era la más escuchada en los veranos de los años 80 y 90. Entrar en el agua del mar o la piscina nada más terminar de comer era una bomba de relojería. Te podía dar el famoso “corte de digestión” y quedarte en el sitio. Un mito más. Los cortes de digestión no existen.
El pasado 3 de agosto, algunos medios de comunicación publicaron el fallecimiento de un hombre cuya edad se desconoce en una playa de Chipiona (Cádiz). “El ahogamiento ha sido la causa del fallecimiento, aunque un corte de digestión pudo provocar la muerte”, leemos en una información de agencias. La víctima se pudo ahogar, efectivamente. Pero no murió por un corte de digestión.
El problema no es la ingesta de alimentos sino en la diferencia entre la temperatura exterior y la del agua
"La creencia de que la digestión o que los movimientos digestivos cesan por entrar en el agua no tiene una base científica", recuerda un artículo publicado en la revista 'Educación Médica' y firmado por ocho profesionales de varios ámbitos, desde la medicina y la enfermería hasta el deporte. El grupo está liderado por Roberto Jesús Barcala Furelos, profesor de la facultad de Educación y Ciencias del Deporte de la Universidad de Vigo y miembro del grupo de Investigación Remoss (Rendimiento y Motricidad para el Salvamento y el Socorrismo).
Titulado 'Educación sanitaria ante las falsas creencias, mitos y errores en torno a los incidentes acuáticos', el informe recuerda que, tradicionalmente, las familias recomendaban a sus hijos esperar alrededor de dos horas después de comer antes de bañarse para así evitar un “corte de digestión”. En algunos pueblos de Latinoamérica bañarse después de comer, incluso, se vincula con "calambres abdominales", que pueden limitar la llegada de sangre a los órganos vitales.
Ingesta de alimentos
La comunidad científica recuerda que tras la ingesta de alimentos, el tracto gastrointestinal requiere incrementar su flujo sanguíneo para realizar las funciones digestivas. Este proceso puede durar más o menos tiempo según la cantidad de alimentos y su composición. “Pero esto no impide la perfusión de otros órganos y músculos, ni existen pruebas de que de lugar a calambres o cause algún ahogamiento”. El consenso generalizado entre los facultativos es que no hay contraindicaciones para bañarse después de comer.
El problema no es la ingesta de alimentos, sino evitar el choque térmico que puede provocar la diferencia entre la temperatura exterior y la del agua. De ahí que la recomendación sea (siempre y no solo después de de comer) entrar poco a poco en el agua. Es ese golpe térmico lo que se debe evitar.
El ideario popular, la diseminación a través de redes sociales o la "costumbre" han propiciado diversos mitos sobre el ahogamiento y los incidentes acuáticos que no están basados en evidencias y pueden tener efectos colaterales o limitan la comprensión de este fenómeno", aseguran los autores del artículo científico. "Nuestro objetivo es analizar el origen de los mitos más frecuentes relacionados con los incidentes acuáticos y ofrecer una perspectiva científica para su refutación", concluyen.
Picaduras de medusas
El artículo, de hecho, también desmonta otro mito veraniego. Esta vez, en relación a las picaduras de las medusas, tan presentes este año en las playas.
Cada año se producen 150 millones de picaduras de medusas en el mundo, lo que supone un problema de salud pública que posiblemente con el cambio climático se agravará en el futuro.
“Sin base científica, a nivel popular se han recomendado y utilizado diversos remedios caseros entre los que destaca la aplicación de orina en la zona lesionada. Este hipotético remedio, así como bicarbonato, zumo de limón, crema de afeitar, lavavajillas o refresco de cola, no alivian las molestias. Es más, podrían aumentar la descarga de veneno, por lo que deben ser desaconsejados claramente. Lo que sí hay que hacer es lavar la zona con agua marina, nunca con agua dulce.
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