Salud

Cistitis e infecciones vaginales: automedicación y mala praxis médica abonan su alta incidencia

Cistitis: la infección del bañador mojado se dispara en verano y ¿se puede prevenir con arándanos?

Ambiente en la piscina municipal de Can Zam

Ambiente en la piscina municipal de Can Zam / Zowy Voeten

Patricia Martín

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Emulando el título de la famosa obra de teatro ‘Las bicicletas son para el verano’, se podría decir que las infecciones en las mujeres ‘son para el verano’. Es decir, el calor y la humedad favorecen tanto las infecciones urinarias como ginecológicas, un problema que no cesa entre otras razones debido a muchas afectadas se automedican y no lo hacen correctamente y, además, en el ámbito médico persiste cierta mala praxis.

La situación es más acuciada en las infecciones urinarias. Aunque la cistitis también puede afectar a los hombres, tiene mucha más incidencia en las mujeres debido a que la uretra femenina es mucho más corta, por lo que es más fácil que entren los microorganismos. Se calcula que más del 50% de las mujeres tendrán alguna infección a lo largo de su vida y muchas de ellas con episodios repetidos dado que no siempre el antibiótico logra acabar con el germen -debido a las resistencias- y que cuando se supera una infección, la zona es más vulnerable.

Más en verano

La incidencia aumenta en verano debido a que el bañador mojado favorece la humedad y, por tanto, el espacio idóneo para que las bacterias proliferen. Además afecta el cambio de temperaturas (del agua fría al calor) y que en el periodo estival, a causa de que se suda más, la ingesta de líquidos no siempre es suficiente. Por ello, los especialistas recomiendan no permanecer mucho tiempo con el bañador mojado y beber muchos líquidos.

Problemas del sistema

La alta incidencia está relacionada también con cierta mala praxis en el ámbito médico, provocada por procedimientos caducos y por la saturación que sufren las consultas. Los datos indican, de hecho, que una de cada cuatro infecciones no se trata adecuadamente, por varios motivos.

En primer lugar, muchas pacientes se automedican con antibióticos que tienen en casa de infecciones pasadas o incumplen la pauta. El primer problema está relacionado con la saturación del sistema, dado que en muchas ocasiones es imposible conseguir cita en el mismo día y la afectada no quiere pasarse dos o tres horas en urgencias para solucionar el dolor y picor que produce, normalmente, una cistitis con síntomas. Por tanto, recurre a lo que hay en casa o compra un antibiótico y luego, cuando consigue la cita, aporta la receta necesaria.

En segundo lugar, los protocolos indican que se prescriba un cultivo antes de que la afectada empiece con la medicación, por si hay una recaída en las dos primeras semanas, saber qué germen a causado la infección y prescribir el fármaco adecuado, pero “generalmente no se prescribe el cultivo”, según explica Luis Resel, de la Asociación Española de Urología. Otra vez la alta presión sobre el sistema, o prácticas heredadas de otras épocas, influyen en este procedimiento inadecuado.

Los antibióticos

Unido a lo anterior, hay un “problema de formación” y, en ocasiones, los médicos no prescriben los antibióticos más adecuados para tratar infecciones no complicadas o lo hacen en periodos inadecuados. “Las cistitis requieren de periodos cortos de administración, de dos o tres días, para evitar destruir la flora de la afectada, que lucha contra los gérmenes y si la destrozas, puede haber recaídas. Sin embargo, por desconocimiento o porque el paciente exige el antibiótico que ya conoce, todos los días me encuentro en consulta infecciones mal manejadas”, denuncia el especialista.

Otro problema añadido es que la cistitis genera una inflamación en la vejiga que, en ocasiones, sigue provocando síntomas una vez finalizada la dosis corta de antibiótico y o bien la paciente pide continuar o bien el médico alarga el tratamiento, lo que redunda en destruir la flora de la zona.

Para reducir la mala praxis, la Generalitat ha emitido recientemente una guía clínica que indica los antibióticos que no están recomendados ante cistitis no complicadas -fluoroquinolona o amoxicilina-, debido a que generan resistencias y tienen efectos secundarios a nivel músculo-esquelético o gastrointestinal. Según los datos de Salut, en abril hubo 33.116 mujeres diagnosticadas con una infección no complicada y, de ellas, el 22,7% fue tratada con los dos antibióticos no recomendados. Por todo ello, la Generalitat pide a los médicos que no los usen como primera opción.

Las infecciones ginecológicas

El verano también favorece las infecciones vulvovaginales, ya que el calor y la humedad descompensan los microorganismos presentes en la vagina. “No es algo que se coja en la piscina o un váter sucio, sino una descompensación interna”, explica María Jesús Cancelo, vicepresidenta de la Sociedad Española de Ginecología. También la entidad ha emitido una guía con las pautas para diagnosticar y tratar las infecciones vulvovaginales, que provocan el 20% de las consultas ginecológicas, dado que se calcula que al menos el 75% de las mujeres tendrán una a lo largo de su vida y entre el 40% y 50% un segundo episodio.

El objetivo de la guía es “contribuir a la buena práctica de todos los especialistas, en especial de los más alejados de los grandes hospitales y clínicas, para mejorar la detección y el tratamiento”. De nuevo en estas infecciones hay un problema de autotratamiento, la mujer afectada recurre a la crema que le han recetado en otras ocasiones, ante la dificultad de conseguir cita o la falta de tiempo.

“El problema es que las infecciones pueden ser causadas por hongos, por bacterias o ser de transmisión sexual y cada una de ellas requiere un tratamiento distinto. Si se hace mal, puede haber recaídas, por eso siempre hay que acudir al médico para que haga el diagnóstico”, avisa la especialista, que recomienda también cambiar el bañador con frecuencia, llevar ropa interior de algodón, no abusar del uso de salvaslip y no llevar ropa muy ajustada.