Natalidad

La maternidad más allá de los 40: "Llega un día en que te dices 'o lo tengo sola o ya no lo tendré'"

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A1-176654396.jpg / ZOWY VOETEN

Helena López

Helena López

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El padre de Sara murió en el Hospital del Mar, y para ella era importante resignificar aquel espacio; que dejara de ser un espacio de muerte para convertirse en un espacio de vida. El día que fue a hacerse la inseminación de Martí -la tercera a la que se sometía, después de dos abortos de los que habla con absoluta normalidad-, un 'arc de Sant Martí' [arcoíris] se abría sobre el Mediterráneo, tras los icónicos ventanales de hospital. "Las monoparentales estamos acostumbradas a ir solas a todas las pruebas, y ver el arcoíris en el cielo fue como si mi padre, que se llamaba Martí, me estuviera acompañando", recuerda emocionada Sara, quien tuvo a Martí el 25 de abril de 2022, recién cumplidos los 41.

Eligió iniciar el tratamiento en el Hospital Mar, por la sanidad pública, por lo de la resignificación, sí; pero también -quiere poner sobre la mesa- por un motivo económico.

"El 90% de las monoparentales que conozco lo son a partir de los 40"

Sara forma parte del 10% de familias monoparentales, un modelo en auge en el que las madres consideradas tardías, a partir de los 35, son la abrumadora mayoría. "El 90% de las monoparentales que conozco lo son a partir de los 40; pero es que es normal. Antes, sola, es difícil encontrar una estabilidad económica", señala Sara, quien asegura que su "tribu" de monoparentales le ha "salvado la vida". Hizo las clases de preparto en un cooperativa de salud que por primera vez abría un grupo de monoparentales y, desde entonces, no se ha separado de aquel grupo de "iguales". "Todas hablamos el mismo idioma, nos entendemos, compartimos aventuras… es muy emocionante", relata.

Sara Barrera junto a su hijo Martí, este martes en Barcelona.

Sara Barrera junto a su hijo Martí, este martes en Barcelona. / ZOWY VOETEN

Esta periodista barcelonesa se plantó en la pandemia con 39 años. Después de tres meses encerrada en casa, sola, se se dijo que quería intentarlo. "Ya sé que ser madre no es un derecho, pero yo quería intentarlo", afirma. Y, con el desconfinamiento empezó el tratamiento que la llevó a vivir tres embarazos, el tercero de los cuales le dio a su hijo Martí. "Para mí fue un proceso super empoderador y de resiliencia a tope; venía de una situación muy triste, pero me dije 'hemos venido a jugar'", explica, emocionada.

La aspirada estabilidad

Sus padres murieron uno detrás del otro, cuando Sara estaba en plena edad fértil. "Además del asunto de la estabilidad, antes de los 39 estuve cuidando a uno y después al otro, y mentalmente no me planteaba cuidar a otra persona", se sincera, generosa, esta vecina de Sants. Ella también conoce a muchas familias biparentales que, cuando deciden dar el paso -la dificultad de encontrar la estabilidad es más difícil en las 'mono', pero en las biparentales tampoco es un camino de rosas-, se dan cuenta de que es mucho más difícil de lo que piensan.

En el caso de las monoparentales, al factor de la estabilidad económica -las condiciones materiales de vida- se le suma el factor aspiracional. En nuestra sociedad, recalca Sara, lo "deseable", a veces lo único imaginable, es formar una familia "tradicional", con un padre o una madre. O, con dos padres o dos madres, dando un paso hacia adelante, pero en pareja. La paternidad siempre se entiende como cosa de dos. "Hasta que llega un momento, cuando se acercan los 40, en que te dices 'o lo tengo yo o no lo tendré", relata Sara quien, pese a lo bajones indisociables a toda maternidad, se siente muy feliz con su decisión, y reivindica su proceso en la sanidad pública. "Hay mucho desconocimiento, hay mujeres que no saben que, hasta los 40, la sanidad pública te ofrece hasta cuatro inseminaciones", zanja.

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