En Barcelona
La 'suite' de Sutton, una pieza clave en la causa de la violación de Alves
La última versión de Alves tampoco aclara la lesión de la víctima ni la distribución de las huellas en el lavabo
La "secta" del pederasta de Arenys de Munt: violaciones, palizas y mentiras
La defensa del futbolista deberá encontrar una explicación a por qué los hechos sucedieron en el baño y no en la habitación superior
Guillem Sánchez
Redactor
Periodista de sucesos. Antes trabajé como redactor de sociedad en la Agència Catalana de Notícies (ACN).
Profesor asociado en la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna.
Libros Publicados: 'El Estafador' (Editorial Península) y 'Crónica del Caso Maristas' (Ediciones B).
J. G. Albalat
Redactor
Ha trabajado en el Diario de Barcelona, El País y AVUI. Desde hace años en El Periódico cubriendo los acontecimientos judiciales. Premios Ortega y Gasset, Save the Children, Ramon Barnils y Josep Maria Planes por la investigación del 'caso Maristas' sobre abusos sexuales en los colegios. En el 2016, mención honorífica de la Generalitat en el Día de la Justicia. Colaborador de publicaciones jurídicas. Profesor asociado Master de Criminología de la Universitat de Barcelona.
El lugar en el que sucede la supuesta agresión sexual del futbolista Dani Alves –el baño de la discoteca de Sutton– y el contexto al que la denunciante llegó hasta allí tendrán su importancia en el juicio que el exjugador del FC Barcelona afrontará en el futuro agarrado a su última versión, la cuarta que ofrece y en la que finalmente admite que sí hubo penetración aunque asegura que esta fue consentida.
Para armar esa última estrategia defensiva, que gira entorno a ese supuesto consentimiento después de que las pruebas de ADN hayan confirmado que Alves no explicó la verdad y que la penetración existió, tal como mantenía la víctima, el abogado Cristóbal Martell ha llevado a cabo un análisis exhaustivo de las imágenes anteriores a los hechos: varios minutos que su cliente y la víctima comparten en la sala VIP de la discoteca antes de la agresión denunciada. Según Martell, esas grabaciones -pormenorizadas en un recurso que acaba de presentar al juzgado para pedir el fin del encarcelamiento preventivo de Alves- detectan contradicciones en la versión de la denunciante, que declaró que había accedido a acompañar al futbolista al baño debido a su insistencia y sin saber a dónde se dirigía.
Los minutos previos
Alves acude a Sutton la noche del 30 al 31 de diciembre en compañía de un amigo. Ambos, como de costumbre, se sientan en la mesa número 6 de la planta VIP de la discoteca. Alves envía en dos ocasiones a un camarero a convencer a la víctima y a sus dos amigas para que se reúnan con ellos. Las chicas, que nunca habían estado en la planta VIP, aceptan a la segunda.
Los clientes de esa mesa son los únicos que tienen acceso a la Suitte, un reservado al que se entra a través de una puerta que tienen al lado. Ese acceso conduce a unas escaleras estrechas que suben a una tarima superior y acristalada. El cristal, además, permite ver desde el interior de esa estancia la pista de baile, pero no al revés.
Martell asegura que Alves, tras esos minutos de "galanteo sexual" previo -así lo describe-, propuso a la joven "ir a un lugar más privado, mencionando el baño que había justo al lado".
EL PERIÓDICO publica en exclusiva una fotografía del aspecto actual de la planta superior de la Suitte. Pero Alves y la víctima no subieron a esa parte superior. Junto a la puerta del reservado, a mano izquierda y antes de alcanzar las escaleras, está el baño en el que tiene lugar la supuesta violación.
Unas de las preguntas que deberá responder Alves en el juicio será por qué, si es verdad que la joven había aceptado previamente acudir a un lugar más privado sabiendo que iban a tener relaciones sexuales, no subieron a la 'Suitte’, ideal para mantenerlas, según las fuentes consultadas, y se encerraron en un baño minúsculo ubicado justo al lado. Si lo hicieron porque prefirieron el baño a la 'Suitte' o, como plantea la acusación, porque el baño permitió a Alves encerrarla y, en ese espacio tan reducido, imponer su fuerza.
No puede alegarse, en ningún caso, que eligieran el baño porque Alves desconociera que tenían a su disposición esa habitación porque, como él mismo ha declarado, siempre se sentaba en la mesa 6.
Alves ha dado cuatro versiones distintas sobre estos hechos. Las tres primeras han quedado desmentidas por la investigación de los Mossos d'Esquadra. La cuarta, ofrecida este lunes -meses después de conocer las pruebas que lo acorralan-, mantiene que cuando entraron en el baño él se sentó en el váter, ella se arrodilló frente a él y le practicó una felación. Después, ella se sentó sobre él y él la penetró.
La versión de la mujer
La joven, por su parte, relató a los Mossos dos días después de los hechos y también en sede judicial, el 20 de enero, que siguió a Alves no porque le hubiera propuesto mantener relaciones sexuales sino porque este -desde el interior del reservado y cuando ella todavía se encontraba junto a sus amigas- comenzó a hacerle gestos insistentemente para que fuera donde él se encontraba. Finalmente ella accedió a reunirse con Alves dentro de ese espacio sin cámaras. Entró en el reservado y cruzó, siguiendo las indicaciones de Alves, a través de una puerta sin saber a dónde conducía. La víctima declaró que, al descubrir que era un baño, quiso salir. Pero Alves se lo impidió, cerrando la puerta.
Después, según su denuncia, Alves se sentó en el retrete y a ella se la sentó encima por la fuerza. Ella le pidió que parara y suplicó que la dejara marcharse. Él se negó. La tiró al suelo, la agarró por el cuello, la abofeteó e intentó que le hiciera una felación con violencia -a lo que ella se negó-. Después la levantó, la colocó contra el lavamanos y, por último, la puso contra el retrete y la penetró hasta eyacular.
Los indicios del baño
La versión de la víctima coincidió posteriormente con los indicios recabados por los Mossos: con el semen de Alves en una muestra intravaginal, con el rasguño en la rodilla que consta en el parte médico y también con la ubicación de las huellas dactilares que se hallaron en el baño. La policía científica contabilizó siete huellas de la víctima en el baño de Sutton y ninguna de Alves. Las huellas de la denunciante estaban en la pica, en la pared y en el váter, según las fuentes jurídicas consultadas por este diario.
La defensa del futbolista, con la tesis del consentimiento, deberá encontrar en el juicio una explicación plausible a esos indicios que aún no ha despejado la cuarta versión de Alves. Y también a otros elementos periféricos, como por qué los hechos sucedieron en el baño y no en la 'Suitte'.
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