Bragi Gudbranson, fundador de la Barnahus

"El 7% de los niños sufrirá abusos sexuales antes de los 18, normalmente en su propia casa"

Bragi Gudbranson fundó en 1998 un nuevo modelo para atender a los menores víctimas de violencia sexual en Islandia al que llamó las Casas de los Niños, Barnahus en islandés. Miembro del comité de los derechos del niño de las Naciones Unidas, se muestra asombrado con el proyecto que, inspirado en sus ideas, está implementando la Generalitat catalana. "Será referente en España", augura.

Sociólogo islandés, es el creador del pionero modelo de atención a los menores víctimas de violencia sexual que ha adoptado Catalunya

Bragi Guðbrandsson

Bragi Guðbrandsson

Elisenda Colell

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En el acto de presentación de este nuevo modelo de atención ha explicado que ideó la Barnahus en la cocina de su casa tomando un café. ¿Cómo surgió? En los noventa yo era director general de los servicios sociales locales y a veces tenía que acompañar a niños a juicio. Los jueces les pedían que testificaran, aunque el agresor estuviera presente. Vi lo dañino que era en los niños. Fui testigo de que tenían que ir a servicios sociales, a la policía, a los hospitales, al fiscal... Estaban traumatizados por tener que contarlo una y otra vez. Pero, además del impacto emocional, esto también afectaba al proceso judicial.

¿Por qué? Los profesionales les hacían preguntas comprometedoras de forma hostil y degradante, y obtenían diferentes relatos del mismo niño. Cuando el caso llegaba a la mesa del fiscal, te decían que no lo instruían porque el discurso era incongruente. Hay algo paradójico: a los niños abusados les decimos que deben olvidar los abusos para poder seguir viviendo su vida, pero les pedimos que no se olviden de nada porque necesitamos su testimonio para testificar en el juicio. Viven entre la ansiedad y el trauma. Respetamos que el acusado tiene derecho a confrontar al niño, queremos respetar el principio de inocencia, pero no podemos tratar al niño de forma irrespetuosa.

¿Cómo cambió esas dinámicas la Barnahus? Solo se entrevista a los niños una vez, y quien lo hace está preparado para generar un clima afectuoso. Si el ambiente no le hace sentir bien, el niño no contará toda la verdad. Cuanto más estrés le generes, menos información obtendrás. Debemos asegurarnos de que el niño está en un ambiente que ayuda a revelar todo el abuso porque su narrativa es la clave de todo. En la Barnahus esta entrevista se graba y es la principal evidencia para que el caso se juzgue.

Usted implementó el modelo en Islandia en 1998. ¿Costó convencer a las autoridades? Nos llevó casi una década que los jueces lo aceptaran, con los fiscales nos costó menos. Estaban preocupados por no comprometer los principios jurídicos. Creían que íbamos en favor del niño y en contra del acusado. Pero esto en realidad va de la relación y el trato entre el niño y el fiscal o el juez. Aceptaron cuando entendieron que necesitamos que el niño cuente toda la verdad.

¿Cómo vive que el modelo Barnahus se vayan extendiendo por toda Europa? Es fantástico. Los hay en más de 20 países. Pero estoy fascinado por el proyecto catalán, que se propone expandirlas y hacer 13. Me impresiona la determinación de las autoridades catalanas. En Suecia, Noruega e Islandia, las Barnahus tienen una cobertura nacional, pero hay países que solo cuentan con una y no es obligatorio usarla, como Hungría, los países bálticos o Chipre. Otros, como Francia, Italia o Portugal, no tienen. Nos queda camino. Estoy convencido de que Catalunya tomará el liderazgo del resto de España en este tema. Muchas comunidades autónomas están pendientes del desarrollo catalán.

Aquí fue clave la intervención de Save The Children. Creo que no hay otro país donde Save The Children haya sido tan importante en el desarrollo como en España. Han hecho un trabajo fantástico. Les tengo un respeto profundo.

Ahora en Catalunya tenemos casos a diario. Muchos de ellos son abusos entre adolescentes. ¿Hay más violencia? Al abrir una Barnahus se descubren más casos y llegan a las autoridades. Cuando abrimos la primera en Islandia, esperaba que se registraran 50 casos en un año. Pero fueron 100. Luego fuimos subiendo hasta los 400 al año en un país con 80.000 menores. El 7% de los niños sufrirán abusos sexuales antes de los 18. La violencia sexual a la infancia es más común de lo que podemos imaginar y habitualmente ocurren en casa, en la familia. La Barnahus abre la caja de pandora. Los padres y profesionales saben que pueden confiar en el sistema porque hay una intervención profesional, no se les va a traumatizar más, reciben terapia y tratamiento. Estamos salvando cada vez a más niños.

Imagino que también se debe ampliar personal... Absolutamente. Conforme aumenta la conciencia, pedimos respuestas más diversas e individualizadas. El impacto es diferente en cada niño. No solo hablo del apoyo terapéutico: apoyo económico a los padres, familias de acogida en algunos casos... Deben poder empezar una nueva vida.

¿A esto se refería cuando ha pedido paciencia a los políticos catalanes? Los visionarios que lo impulsan son impacientes, y eso significa que les gusta resolver rápido los problemas difíciles. No es fácil trabajar con trabajadores sociales, policías, fiscales, doctores... cada uno con su forma de entenderlo y con nuevos métodos. Si no son pacientes, retrocederán.

Usted es miembro del comisionado de la ONU por los derechos de los niños. ¿La Barnahus debe extenderse por todo el mundo? Sí, absolutamente. Hace cuatro años que constantemente estamos recomendando a todos los países del mundo que implementen la Barnahus u otras formas de intervención amigables para los niños que han sufrido abusos sexuales.