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Madrid arbórea y Almeida leñador

La ciudad ha sido distinguida por la calidad de sus zonas verdes pero en tres años ha perdido 30.000 árboles

Retiro

Retiro / Alba Vigaray

Andrea Arnal / Serena Iordache/ Ona Sindreu

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Madrid parece vivir estas semanas en dos realidades paralelas: por un lado, la capital es condecorada con el reconocimiento de Ciudad arbórea del mundo 2021, un distintivo de la FAO, la agencia de la alimentación y la agricultura de Naciones Unidas, por la calidad de sus zonas verdes. Por otro, su alcalde, José Luis Martínez Almeida, se ha ganado entre los partidos de oposición el apodo de “arboricida” o “el leñador” a causa de la tapia de alcorques y la tala de ejemplares donde ahora lucen mesas de terrazas. ¿En qué quedamos? ¿Qué está pasando realmente en Madrid con los árboles y Almeida?

A finales de 2022 había oficialmente 30.187 árboles menos que en 2019 —una caída del 2%— en los parques, zonas verdes y calles de la capital, de acuerdo con los datos abiertos del Ayuntamiento de Madrid. Eso se traduce en que la ciudad ha pasado de tener 1.431.048 a 1.400.861 ejemplares. A priori, este porcentaje no resulta drástico como para explicar por sí mismo las continuas críticas al alcalde por su gestión del arbolado urbano, máxime si consideramos que en este este periodo pasó la tormenta 'Filomena', que acabó con la vida de 94.115 árboles a principios de 2021, entre los que cayeron a causa del temporal y aquellos que tuvieron que ser talados después. 

 El origen de las críticas es múltiple: los emplazamientos escogidos para el nuevo arbolado, la sustitución del número de ejemplares maduros y la eliminación repentina de alcorques, hoyos donde se suelen plantar los árboles y que se pueden apreciar en las calles de las ciudades. Vamos punto por punto. 

Cementerios de árboles más allá de la M-30

Para compensar los desastres de Filomena, el mandatario político se comprometió a plantar 90.620 árboles, pero lo que no hizo fue recolocarlos en los mismos lugares en los que se encontraban antes: en Casa de Campo, parque de donde procedían la mayoría de árboles damnificados —72.330— se plantaron un total de 7.385 ejemplares. La inmensa mayoría —unos 61.000, según el Ayuntamiento— fueron a parar a descampados y espacios aledaños a la M-30, M-40 y M-50 (no especifican en qué barrios)

Además, en numerosos barrios aledaños a la M-40, los árboles plantados se han secado porque, tal y como indica a Verificat Jesús Martín Hurtado, coordinador de la Red de Hábitats Urbanos en Ecologistas en Acción, “las plantaciones se hicieron antes del verano, y durante éste se abandonaron completamente sin ninguna gestión”. Desde su punto de vista, lo que hubiera hecho falta es “un estudio específico de las necesidades ecológicas del lugar para elegir bien los tipos de plantaciones y las zonas donde se hacen”, e insiste en que, aunque en algunos sitios la elección de los emplazamientos ha sido la correcta, no lo ha sido tanto la gestión posterior. 

 Eso es algo que puede apreciarse, por ejemplo, en entornos como el Ensanche de Vallecas, donde por ejemplo, la asociación de vecinos del barrio ha constatado que un 77% de los árboles plantados ha fallecido

Árboles maduros desaparecidos del mapa

 En segundo lugar, lo que ha perdido durante estos años Madrid son principalmente árboles maduros. En concreto, en la capital hay hoy un 23% menos que en 2019: de 400.739 se ha pasado a 322.323, o sea, un total 78.616 ejemplares menos. 

Y no es lo mismo tener un árbol maduro que un árbol joven, es decir, no se soluciona la falta de un tipo plantando de otro tipo: “Los beneficios de los árboles son las hojas. [...]Entonces, mientras más grande sea el árbol, más hojas va a tener. Si empezamos a meter árboles pequeños y medianos, el número y el volumen de hojas va a ser siempre menor. Es mejor un árbol maduro que varios árboles pequeños o medianos”, indica a Verificat Mariano Sánchez, presidente de la Asociación Española de Arboricultura (AEA) y conservador del Real Jardín Botánico (RJB-CSIC) de Madrid. Por esto, “es mejor un árbol maduro que varios árboles pequeños o medianos”, indica el experto.

 Con todo, los árboles maduros también presentan una serie de problemas, que en numerosas ocasiones justifican también la tala. Habitualmente, ni los gestores del Ayuntamiento ni la población está dispuesta " a asumir los riesgos derivados de las caídas [...] de ramas, o de ejemplares enteros que pueden ocasionar pérdidas materiales y humanas”, indica a Verificar Sonia Roig, experta en Ecología y Gestión Forestal Sostenible y docente de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Ante eso, sigue, “un gestor no lo duda”.

Los alcorques, o la gota que colmó el vaso

 El último elemento tensor es la desaparición de alcorques, esos hoyos al pie de las plantas para detener el agua en los riegos. Twitter se ha llenado de mensajes lamentando la situación de los agujeros urbanos, que progresivamente se han visto sustituidos por pavimento y adoquines. 

 La tapia del alcorque es un fenómeno que está teniendo lugar a lo largo y ancho de la capital: el año 2022 finalizó con 2.118 alcorques menos, y en 2023 está planeado el cierre de 2.044 alcorques más, según explican desde el ayuntamiento a la concejala independiente Marta Higueras en una respuesta a una petición de transparencia de la política. La falta de alcorques no solo es un problema porque resta espacio a los árboles, sino porque permite “que el agua percole a más profundidad y no escurra por las calles”, concluye Roig, quien añade que “pese a que supone menos facilidad a la limpieza del pavimento”, es un elemento de “suma importancia”.

 Es decir, que Madrid contará a finales de este año con 4.162 agujeros menos en sus calles donde poder ver un pino, un plátano de sombra o una acacia, dar sombra y frescor a una de las ciudades de Europa que más tendrán que adaptarse a un mundo cada vez más cálido

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