Agua corriente

El hombre obediente

Esta semana, la escritora Emma Riverola ficciona el punto final de una relación laboral a través de la reconstrucción de la escena de un despido. 

trabajador

trabajador / Unemployment. Dismissal. Dismissed businessman is upset with a cardboard box holding his head in his hands while sitting at a table in the company office. Stress failure Depression crisis problems without work., Unemployment. Dismissal. Dismissed businessman is upset with a cardboard box holding his head in his hands while sitting at a table in the company office. Stress failure Depression crisis problems without work.

Emma Riverola

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Tú lo entiendes, ¿verdad? Te aseguro que es una decisión difícil, terriblemente difícil. Pero no tengo otra salida. Sabes que, si la tuviera, no la tomaría. Porque tú sabes, tú te acuerdas perfectamente de la crisis del 2008. Cuando algunos recortaban la plantilla alegremente, solo mirando la cuenta de resultados, nosotros hicimos una apuesta clara por los trabajadores. Y nos apretamos el cinturón, vaya si lo hicimos. Porque las personas, primero. Esta siempre ha sido nuestra prioridad. ¿Que despedimos al 20% de la plantilla? Sí, claro, pero tú no sabes los detalles de aquellos números. ¿Que eras del sindicato? Cierto, cierto. Bueno, a lo que íbamos. 

Superamos la crisis con sacrificios y resistimos la pandemia como jabatos. Sí, ya, los Ertes, pero tú no sabes lo que fue. ¿Que sí lo sabes? Bueno, dejémoslo. Pero lo de la guerra en Ucrania… ¡un año ya!, es la puntilla. Hasta aquí. O soltamos lastre o esto se hunde. Entiéndeme la metáfora, no estoy diciendo que tú seas un estorbo, por favor. Si tú has sido una pieza determinante de esta empresa. ¿Qué digo pieza? Motor, ¡tú has sido un motor de la compañía!, eso es.  

Te aseguro que hoy es uno de los días más difíciles de mi carrera. Es el mercado: exige sacrificios. Es duro, es cruel, es inhumano, pero es así. Seguro que has leído las noticias recientes, tú eres un hombre informado, leído. Inditex y Grifols, ¿sabes de qué hablo, verdad? El primero anuncia una subida salarial para su personal en tiendas en España y los inversores le castigan. ¡Hasta un 4,58% cayó en bolsa! Su peor sesión en casi un año. Por el contrario, la multinacional farmacéutica Grifols anuncia un recorte de hasta 2.300 empleados, y la Bolsa aplaude la decisión con una subida del 2,28% de su acción.  

Culpables

¿Tienen la culpa las vendedoras de Zara? En absoluto, lo felices que debieron ponerse cuando supieron que su salario mínimo pasaría a ser de 18.000 euros al año. Un sueldo decente, sin lujos, pero decente. A la larga, ¿va a beneficiarles la medida? Pues tendrá que verse. Porque, al fin, los números son los números. Y cuando la empresa va viento en popa, los trabajadores también salen ganando, pero cuando hay marejada… Eso es, tú lo has dicho: hay que soltar lastre. 

Me alegra que lo entiendas. ¿Que no lo entiendes? Ya, ya, sé que te faltan unos años para la jubilación, pero yo voy a dar voces aquí y allá. Te aseguro que alguien de tu valía no va a quedarse en el paro por mucho tiempo. Algo saldrá. Quizá no con el mismo sueldo, eso no te lo puedo garantizar. Porque aquí te hemos cuidado bien, sí señor. Tú eres muy querido, has sido un empleado comprometido, de confianza, ¡lo que me está costando esta conversación! 

Pero mira la oportunidad que se abre ante ti. Un tiempo para descansar, que buena falta te hace. Porque mira que has llegado a trabajar. ¿Cuántas veces te he dicho que acabaras la jornada y te fueras a casa? Sí, es verdad, yo era el que ponía los plazos, pero tú lo sabes bien, esta profesión es muy exigente. Pero, bueno, ahora puedes desquitarte. Porque vamos a portarnos bien contigo, eso ni lo dudes. Te vas a ir con tus 33 días por año cotizado.

¿Perdona? ¿Que eso es una mierda? Bueno, yo no hago las leyes. ¿Que piensas batallar? Mira, los detalles mejor que los hables con contabilidad, ya es bastante desagradable este momento como para adentrarnos en terrenos espinosos. Porque, ya te he dicho, no tienes de qué preocuparte. Aquí no somos como otros, esos que son capaces de sacar cualquier trapo sucio para convertir un despido en procedente. Y, entonces sí, amigo, entonces sí que se pasa mal. Pero este no va a ser tu caso, porque queremos hacerlo bien, porque todos estamos en el mismo barco, zozobrando en el tempestuoso mar de los mercados. Disculpa, chico, es que la pesadumbre me pone poético

Y el lastre se levanta, sin ganas de poesía. Porque la vida se le ha puesto prosaica y porque sí, él es un hombre leído, y no puede evitar que le haya venido Camus a la cabeza. ¿Cómo era aquello? “Ellos mandan hoy… porque tú obedeces”.

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