Medio Ambiente

Un proyecto europeo lleva estaciones meteorológicas a escuelas de Barcelona

Cinco centros de los Jesuïtes, coordinados por la UB, miden fenómenos climáticos, una iniciativa para concienciar al alumnado

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A1-166223635.jpg / ÀNGEL GARCÍA

Guillem Costa

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Aunar el estudio del cambio climático con la educación. Es el objetivo del proyecto europeo I-Change que ha elegido Barcelona para instalar uno de sus seis Living Labs en Europa (los otros están en Génova, Ámsterdam, Hasselt, Boloña y Dublín). Con la instalación de una estación meteorológica, estos laboratorios convierten las escuelas en pequeñas universidades de física. El plan es que los alumnos -desde primaria hasta bachillerato- cuantifiquen ellos mismos los efectos de la crisis climática.

Y para hacerlo, la organización ha escogido a los Jesuïtes porque llevan años focalizados en el medio ambiente y porque tienen escuelas por toda la ciudad. De modo que los resultados que recopilen los alumnos de cinco centros serán de especial interés cuando se crucen: no se registrará la misma temperatura o humedad en Sarrià que en el Clot, Gràcia, el Eixample o el Poble Sec.

BARCELONA 22/02/2023 Sociedad. Instalación estacion meteorológica Jesuitas de Gracia. Fotos de niños con la estación. Preguntad por Marta Bernabeu, responsable de comunicación. FOTO de ÀNGEL GARCÍA

Alumnos de Jesuïtes Gràcia trabajan con la estación meteorológica. / Àngel García

Carme Llasat, catedrática de Física de la Universidad de Barcelona, lidera el proyecto y opina que en un futuro este tipo de actividades se deberían ampliar al conjunto de centros educativos: "Pasar del libro a la vivencia es fundamental, es increíble porque son ellos quienes manipulan la estación, los datos con los que trabajan son suyos y de nadie más, por esto están tan comprometidos". Pero de momento han empezado por el principio.

Sorpresa en el Parc Güell

La escena, una mañana cualquiera, es la siguiente. Alumnos de primero de la ESO de los Jesuïtes Gràcia suben a la terraza y toman datos a través de la estación meteorológica que les acaban de instalar. Álex, su profesor de Tecnología, les ayuda con las mediciones y después, ya en clase, vuelcan los números en los ordenadores. Cuando los analizan, llega la sorpresa: en la parte de la escuela que da al Parc Güell, la contaminación es mucho peor de lo que imaginaban tratándose de un espacio verde.

Estas últimas semanas, con un tiempo más soleado, visitan la ciudad más turistas, lo que equivale a más motos, más taxis y más autocares que paran delante del parque con el motor encendido. Y esto se percibe no solo en el ruido, sino también en la cantidad de partículas en suspensión que detectan estos sensores.

A la hora de la cena, ya en sus casas, los chavales advierten a sus padres de lo sorprendentemente contaminado que está el entorno escolar, tanto en la parte colindante con Travessera de Gràcia como en la del Parc Güell. Laura Ceraldi, responsable de proyectos medioambientales del centro, alaba esta reacción: "Es justo lo que buscamos: que después de alucinar con lo que descubren, lo cuenten a sus familias y que sirva para tener una sociedad más concienciada".

Invierno sofocante

Lo aplican en las clases de mates, de tecnología o directamente en sus proyectos transversales. En el bachillerato científico, por ejemplo, analizan el impacto del turismo o la frecuencia de coches sobre la contaminación. Otros cursos, en cambio, se centran en las temperaturas extremas: no es lo mismo que te digan que este es uno de los inviernos más calurosos de los últimos años que subir a medir la temperatura cada día, anotarla, hacer la estadística y comprobarlo de primera mano.

De cara al verano, en estos tiempos de sequía y pocas lluvias, dan por hecho que las olas de calor o las temperaturas más altas de lo normal en mayo quedarán recogidas en la base de datos de la escuela, igual que las ya típicas entradas de polvo en suspensión proveniente del Sáhara.

BARCELONA 22/02/2023 Sociedad. Instalación estacion meteorológica Jesuitas de Gracia. Fotos de niños con la estación. Preguntad por Marta Bernabeu, responsable de comunicación. FOTO de ÀNGEL GARCÍA

En primero de la ESO analizan los datos en clase de tecnología. / Àngel García

Tanto Carme Llasat como Laura Ceraldi tienen claro que si en algún colectivo se tienen que centrar este tipo de proyectos de desarrollo sostenible es en los niños y adolescentes: "Ellos son los que se tendrán que enfrentar a las consecuencias de la emergencia climática, y solo te puedes sensibilizar si lo tienes al alcance, si lo tocas". Al fin y al cabo, la escuela es donde pasan más tiempo, y si además, lo que aprenden allí lo trasladan a sus familias, "mejor todavía", opinan las impulsoras.

Si todo va bien, estos alumnos, cuando acabe el curso, serán más conscientes del aumento de las temperaturas. También tendrán un poco más en mente las diferencias que hay entre vivir en una calle repleta de coches o en una que se encuentra cerca de un parque. Y en el mejor de los casos, aparte de cambiar de hábitos y se comprometerán con la cura de su casa común: un planeta cada vez más enfermo.