Conflicto en la sanidad de Madrid

Hablan los sanitarios de las urgencias de Ayuso: "Hemos vivido una pesadilla"

Los médicos madrileños han desconvocado la huelga pero cuatro de los profesionales afectados directamente relatan la angustia y falta de personal y medios con la que han trabajado desde finales de octubre

COMBO SANITARIOS MADRID

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Patricia Martín

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Rabia, impotencia, tristeza, ansiedad, angustia... Así se han sentido los sanitarios que se han visto directamente afectados por la apertura de los centros de urgencias extrahospitalarias en Madrid, sin la planificación y el personal suficiente. Tras 12 días de huelga, el sindicato de médicos mayoritario Amyts ha desconvocado la protesta porque la Comunidad de Madrid se ha comprometido a reforzar tanto los ambulatorios urbanos como rurales, pero han sido unos días caóticos y donde los profesionales han trabajado en condiciones de "peligrosidad" para los pacientes y para ellos mismos, según denuncian.

Aquí explican la "pesadilla" que han vivido cuatro profesionales, tres de ellos trasladados a un centro urbano 24 horas y otro no, pero que ha visto cómo en su unidad rural se reducía la plantilla a la mitad para nutrir de personal las reaperturas en Madrid capital y la periferia. A una doctora la situación le provocó un gran 'shock' y se cogió la baja y otro de ellos, enfermero, ni un solo día ha estado acompañado de un médico. 

María Cuesta. Doctora trasladada a las urgencias de Las Águilas

María Cuesta, doctora trasladada al Centro de Atención Continuada en las Aguilas.

María Cuesta, doctora trasladada a las urgencias extrahospitalarias de Las Águilas / Fotografía cedida por María Cuesta

Como al resto de sanitarios de los nuevos centros de atención continuada, María Cuesta recibió un correo de madrugada, en la noche del 26 de octubre, donde le comunicaron su nuevo destino: Las Águilas (barrio de Madrid), a 70 kilómetros del servicio de atención rural de La Cabrera (municipio en la sierra), donde ha trabajado en los últimos 14 años. "Me convertí en médico urbana y he pasado de 10.000 a 60.000 pacientes", relata.

Cuesta eligió la medicina rural "por vocación" y de la noche a la mañana ha pasado a atender a pacientes que no conoce, con nuevos compañeros y un material sin las revisiones necesarias. Además, debido a que no se realizaron las contrataciones suficientes para reabrir 80 centros cerrados en la pandemia, en muchas ocasiones no ha coincidido el equipo mínimo de médico, enfermero y celador. Por ello, Cuesta denuncia que han trabajado en un ambiente de "peligrosidad".

María Chamón. Ha renunciado a su plaza en urgencias después de entrar en 'shock'

María Chamón

María Chamón, doctora que está de baja desde que le comunicaron su traslado a las urgencias extrahospitalarias de Leganés / Fotografía cedida por María Chamón

María entró en "shock" cuando supo, de un día para otro, que era trasladada de manera forzosa del centro de atención rural de Cadalso de Los Vidrios (al oeste de la Comunidad) al de La Fortuna (en Leganés). Le entró una "crisis de ansiedad" y no se incorporó, su médico le dio la baja laboral. Desde entonces ha estado "buscando alternativas en otras comunidades" que le garantizaran que podía conciliar y prestar una "atención sanitaria adecuada", según explica. Finalmente, ha renunciado a su plaza de interna en urgencias y ha encontrado un trabajo en condiciones en Toledo.

María también era médico rural por vocación, porque en entornos menos poblados "sientes que aportas mucho y tienes más tiempo para atender a los pacientes". Sin embargo, no se sentía "segura" ejerciendo en las urgencias extrahospitalarias urbanas porque "un centro de salud funciona con un equipo cohesionado, con profesionales asentados" y no con cambios constantes de personal o el material sanitario "sin desinfectar" o "sin comprobar". También considera que el plan regional ha supuesto un "peligro para la seguridad del paciente y de los profesionales sanitarios".

Alfredo Rizo. Enfermero en un centro sin médico

Alfredo Rizo, enfermero trasladado al Centro de Atención Continuada Ángela Uriarte, en Vallecas.

Alfredo Rizo, enfermero en un centro sin médico, en la manifestación a favor de la sanidad pública / Cedida por Alfredo Rizo

Alfredo Rizo ha sido asignado al centro de salud Ángela Uriarte, en Vallecas, donde desde su reapertura no ha habido ningún médico. En ocasiones, son dos enfermeros, en ocasiones está él solo, junto con un celador y un vigilante. Por ello, las guardias han sido "angustiosas" y en "tensión absoluta" ante la posibilidad de que lleguen pacientes con una gran urgencia a los que no poder ayudar. "Dos enfermeros no es igual a un médico", repite como un mantra Alfredo.

"Lloro de rabia, de impotencia, ni en lo peor de la pandemia me he sentido así de maltratado por la Consejería, que nos está sometiendo a una presión infinita", relata. Es tal la situación que Alfredo está tomando tranquilizantes y ha pedido cita en el área de salud mental. "Siento un estrés y una angustia al límite", se desahoga.

Pilar San José. Enfermera en un centro que ha reducido su plantilla a la mitad

Pilar San José

Pilar San José trabaja en un centro sanitario rural en el que la plantilla ha sido reducida a la mitad. / Cedida por Pilar San José

Pilar trabaja desde hace 16 años en el ambulatorio de Campo Real (al sureste de la Comunidad), donde como en otras unidades rurales se ha reducido la plantilla a la mitad, situación que previsiblemente cambiará en los próximos días tras el acuerdo alcanzado con el comité de huelga. Pero por ahora, desde finales de octubre este centro no ha podido abrir el 70% de los fines de semana por falta de personal. "Hay días que no aparece nadie o solo un celador", relata Pilar, que pone un par de ejemplos para explicar cómo esta situación ha afectado a los pacientes.

Por un lado, a personas con heridas graves que han empeorando dado que los fines de semana no han sido curados. O un enfermo cardiovascular que ha acudido en más ocasiones y han conseguido estabilizarle pero que la última vez, como el centro estaba cerrado, al llegar al hospital han tenido que ingresarle en la UCI. Por eso Pilar explica que la población de las áreas rurales ha vivido con "preocupación" e "indefensión" que hayan reducido las plantillas de sus centros para reabrir las urgencias ambulatorias en la capital.

Lamenta además la presión que está ejerciendo la administración regional, que les llama "dos o tres veces al día" para saber si van a acudir a trabajar, en un panorama en el que no pueden "ni sacar entradas ni planificar un viaje" porque les han avisado de que los turnos y guardias son "provisionales".