“Si me queréis, no vengáis a verme”: la pandemia pasa factura psicológica

Salir al parque, quedar para ir a pasear... son algunas de las alternativas que adoptan los ciudadanos para sobrellevar la situación

Nuria Serra y Marta Castiñeiro, dos madres que se reúnen por la tarde en el parque de Can Barriga de Badalona.

Nuria Serra y Marta Castiñeiro, dos madres que se reúnen por la tarde en el parque de Can Barriga de Badalona. / ANNA ROCASALVA

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Yolanda Carretero sufre esclerosis múltiple y está considerada “persona de riesgo”. Desde el estallido de la pandemia, esta vecina de Badalona afirma que su “fobia a enfermar” ha aumentado. “Ya no cojo el ascensor con otros vecinos para no contagiarme”, explica. La enfermedad degenerativa de Carretero le afecta a la vista; por ejemplo, tiene que tocar con los dedos la cerradura de la puerta para saber dónde meter la llave, con lo cual aumenta el peligro de transmisión del virus. “Por eso ahora limpio más que en toda mi vida”, sentencia.

“Las noticias tampoco ayudan”, expresa la badalonesa, que confiesa que ha dejado de ver los informativos porque “la hunden”. Según la OMS, el 60% de la población mundial sufre “fatiga pandémica”, una secuela psicológica del covid-19 y las restricciones impuestas a los ciudadanos, que ha aumentado la sensación de aislamiento, inseguridad, miedo, agotamiento, ansiedad o depresión. “Estas Navidades le dije a mi familia: 'Si me queréis, no vengáis a verme, por mi seguridad'”, cuenta Carretero.

Sin embargo, esta vecina de Badalona ha hallado un modo de sobrellevar su situación gracias a su perro. Con Bassi, su amigo de cuatro patas, tiene la excusa de salir a la calle y reunirse con otros propietarios de perros en el pipicán del parque de su barrio y mantener un poco el contacto social. Y no es la única.

Cóctel emocional

A escasos metros del recinto para canes, en el área infantil, Marta Castiñeiro y Núria Serra explican a este diario cómo gestionan ellas y sus familias todo este “cóctel emocional”. “Está siendo todo muy agotador”, comenta Castiñeiro. “No puedes hacer planes, todo el día encerrados, teletrabajando, haciendo de ‘Cenicienta’ para la familia. Llega el sábado y, ¿qué haces? Pues salir a comprar al supermercado y ya está. No puedes ver a tus amigas, no puedes dedicarte tiempo a ti misma”, lamenta esta madre de dos niños.

“A todo esto hay que sumarle la fatiga de estar constantemente conectados en el trabajo”, agrega Castiñeiro. “Y no te olvides de los grupos de Whatsapp de los padres, en alerta permanente por si hay algún niño contagiado”, añade la otra madre, Núria Serra. Para paliar esta “fatiga pandémica” ambas progenitoras llevan cada tarde a sus hijos al parque de Can Barriga, en Badalona, un buen desahogo que sirve a toda la familia. “Los niños forman parte del mismo grupo burbuja del colegio, así minimizamos el riesgo”, describe Castiñeiro. “Eso sí, el día que no vamos al parque, es una hecatombe para ellos”, bromea Serra. Pero es normal, ya que muchas criaturas han visto limitado su patio del colegio, y realizan gimnasia y comen en su propia aula.

Los jóvenes son otro colectivo en riesgo psicológico y emocional por culpa de la pandemia. José Bonavida, Raúl Díaz y Jordi Roca son tres amigos veinteañeros que mantienen el contacto, también, gracias a sus perros. “Más que la fiesta, lo que echo de menos es poder socializar. Pero lo que peor llevo es no poder jugar a básquet”, afirma Díaz. “A mí, lo que me genera más estrés es no tener trabajo”, sentencia Bonavida, quien confiesa llevar “cinco ertes” en un año.