EN ARGENTONA

Una jueza investiga el suicidio de una menor en un centro de salud mental

La magistrada ha citado como imputados a una psicóloga, una psiquiatra y una doctora del hospital

La joven, que tenía antecedentes de autolesiones, se ahorcó

La togada intenta aclarar si existió negligencia médica en la atención dada a la joven fallecida

Juana Lázaro, la madre de C., la semana pasada.

Juana Lázaro, la madre de C., la semana pasada. / Jordi Cotrina

J. G. Albalat

J. G. Albalat

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Un juzgado de Mataró está investigando el suicidio de una joven de 16 años en un centro privado de salud mental de Argentona (Maresme) y ha citado a declarar como imputados para septiembre a una psicóloga, a una psiquiatra y a una médica de la unidad residencial ante la posibilidad de que no se acordaran las medidas necesarias para evitarlo, como, por ejemplo, haber ingresado a la paciente en una unidad de críticos por sus antecedentes de autolesiones e intentos de quitarse la vida. La magistrada ha pedido a un médico forense que emita un informe sobre “si existió negligencia médica o accidental”. Ante la situación judicial, la dirección del centro ha declinado hacer comentarios.

La joven C. se suicidó 1 de febrero de 2020 en el centro ITA. Apareció colgada de un cinturón de ropa atado al soporte de una televisión de su habitación, la 206. Una trabajadora la encontró por la noche en una sus rondas. Los intentos de reanimar a la menor resultaron infructuosos. El servicio de emergencias solo pudo certificar su muerte. 

La joven había ingresado en la clínica un mes y medio antes por la recomendación de un médico externo bajo el diagnóstico de “trastorno de depresión mayor” y episodio recurrente “grave” con “características psicóticas”. El facultativo halló “factores de riesgo", entre los que destacó que la menor escuchaba una voz dentro de su cabeza, problemas de conducta alimentaria y “elevada ansiedad”. Fue el mismo facultativo quien hizo las gestiones para que C. entrara en el centro de Argentona.

En su declaración como testigo, este médico, a preguntas del abogado de la madre de la menor. Sergio Santamaría, del despacho Vosseler, aseguró que no era “ideal” que C. estuviera en una habitación donde había una televisión con un soporte. "Evidentemente no", precisó. En un primer momento, afirmó suponer que ahí es donde el centro tuvo “un fallo”, aunque, al final de su interrogatorio, matizó que se había equivocado en la palabra fallo y que quiso decir que hubo “una falta de previsión”.

Tocando fondo

Los problemas de C. venían de antes. “Era una chica estudiosa, divertida y cariñosa, pero empezó a cortarse por el cuerpo a raíz de la ansiedad. Piensas que es la adolescencia. Hasta un día me llamó una profesora diciéndome que la niña había tocado fondo, que estaba muy depresiva, llorosa y con miedos. Descubrí a otra C.”, recuerda Juana Lázaro, su madre. “Mi hija me pedía por favor que la ayudara”, asegura. A pesar de la vigilancia que ejercía sobre la menor, esta seguía autolesionándose por la falta de un tratamiento eficaz. Las visitas a urgencia eran habituales. Madre e hija se sintieron desprotegidas.

Después de un periplo por varios hospitales públicos, Juana acudió a la sanidad privada. Tuvo que hacer un esfuerzo económico por su condición de pensionista para pagar los 4.000 euros mensuales. “A partir de ahí vino mi peor pesadilla. Cuando iba a visitarla veía las lesiones que cada día estaba peor. Los responsables del centro me decían que mi hija estaba bien, pero no era así. Pensé hablar con la directora, pero ya no dio tiempo”, cuenta la mujer.

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