EL RETO DE UNA GENERACIÓN

El azote del coronavirus en los jóvenes más brillantes

Están sobradamente preparados, pero se preparan para sobrevivir al 'tsunami' laboral, social y económico que está provocando la pandemia

Mamen Monsoriu, en su libreria El imperio de los libros, en Valencia.

Mamen Monsoriu, en su libreria El imperio de los libros, en Valencia. / periodico

Juan Fernández / Olga Pereda

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Son jóvenes. Su currículo académico -con varias patas en el extranjero- es envidiable. Algunos se han decantado por la ciencia y otros por las políticas sociales. Algunos se siguen formando y otros están dando sus primeros pasos en el mundo laboral. Ahora, debido a la pandemia del coronavirus, el suelo tiembla bajo sus pies. Y eso que son parte de la generación más preparada de la historia. Tras la crisis sanitaria se avecina la económica, algo que, lamentablemente, les es bastante familiar porque el 2008 no está tan lejos en el tiempo. EL PERIÓDICO ha hablado con un puñado de jóvenes brillantes para ver cómo encaran su futuro inmediato.

Mamen Monsoriu. Biotecnológa y empresaria

El pasado 14 de marzo, el mundo se le vino encima a Mamen Monsoriu. Esta biotecnóloga valenciana de 26 años, autora de varios poemarios y propietaria de El Imperio de los libros, la librería que regenta en el centro de su ciudad, era hace dos meses y medio un hervidero de proyectos. «Acababa de abrir el local, tenía contratados talleres de escritura y eventos hasta el verano, iba a poner en marcha un montón de ideas... Marzo de 2020 iba a ser mi mes», recuerda. Todos esos planes saltaron por los aires con la declaración del estado de alarma que encerró al país en casa y a ella la sumió en un estado de desconcierto y pesar. «Lloré mucho los primeros días, no paraba de darle vueltas a la oportunidad que había perdido», relata. Aquella congoja duró lo que tardó en descubrir la oportunidad laboral y personal que le brindaba la cuarentena. De acuerdo, su proyecto empresarial había quedado en el aire con un futuro muy incierto por delante, pero de pronto tenía tiempo para dedicarse a escribir, que es su mayor pasión, y podía resolver de forma virtual todo lo que la pandemia del coronavirus le impedía hacer en persona.

"Lloré mucho los primeros días, no paraba de darle vueltas a la oportunidad que había perdido"

De estas durísimas semanas de confinamiento, Mamen ha sacado seis libros de micropoesía que prevé publicar en breve, una nueva web para su librería y un proyecto para revitalizar el negocio librero de su ciudad. «Suena extraño decirlo, pero al final el encierro ha sido un regalo», resume con optimismo.

La joven empresaria ha reabierto su local tan pronto ha podido y ahora mismo mira al futuro con el mismo espíritu resiliente que le permitió darle la vuelta a los días más sombríos del confinamiento. «Me dolería tener que cerrar la librería, pero no siento miedo, porque sé que sabré apañármelas», explica la joven, que ya en su día dejó plantada la biotecnología por su amor a la literatura.

Haciendo balance, la autora de 'Escalofríame' (Olé Libros), cree que esta pandemia ha servido para que mucha gente se mire en el espejo como nunca antes lo había hecho. «La cuarentena me ha hecho replantearme la vida, pero creo que no soy la única. Los de mi generación hemos asumido que vienen tiempos difíciles, pero sabremos adaptarnos si estamos abiertos al cambio», analiza.

Eduard Garrabou. Mejor nota en la Selectividad

Eduard Garrabou Escasos días antes de que se decretara el estado de alarma, Eduard Garrabou, de 18 años, tuvo los reflejos de pasarse por la biblioteca de su facultad y sacó los diez libros que le han dado la vida en estas semanas de cuarentena. El estudiante con mejor nota de la selectividad del año pasado en Catalunya cursa doble grado de Matemáticas y Físicas en la Universitat de Barcelona, pero desde la segunda semana de marzo se encuentra confinado con su familia en Cervera (Lleida), su pueblo. Descontada la falta de clases, su rutina diaria ha cambiado poco.

Vive por y para los estudios y su mayor preocupación en este momento es salir airoso de la cascada de exámenes virtuales que le esperan en las próximas semanas. «Menos mal que me traje aquellos libros, porque me han salvado. Algunos profesores ofrecen recursos on line que son muy útiles, pero en una pantalla no se estudia igual que con un libro», distingue.

"Me preocupa que afecte a mi formación. Me gustaría dedicarme a la investigación"

La primera pandemia del siglo XXI está siendo tan global que no hay aspecto de la vida que escape a sus efectos. ¿Dejará huella también en los expedientes académicos de los estudiantes, igual que está dejado cicatrices en los pulmones de los enfermos? «Me preocupa que afecte a mi formación. Me gustaría dedicarme a la investigación cuando acabe la carrera y no quisiera echar en falta las explicaciones y los conocimientos que me he perdido en estos días», señala. Aun así, Eduard transmite más confianza que temor ante el futuro y se consuela pensando en las dificultades que habría tenido que afrontar si esta crisis hubiera estallado cuando no existía internet. «Hace 25 años, un parón tan brutal como este habría supuesto perder el curso», compara.

Con varios años de carrera aún por delante, no es el mercado laboral lo que le quita el sueño, sino averiguar cómo se gestionará el próximo curso, una de las incógnitas de la nueva normalidad que sigue pendiente de aclararse. «Soy autodidacta, solo necesito saber los temas que he de preparar y libros dónde encontrarlos. Este confinamiento también me ha enseñado que puedo estudiar desde casa», reconoce el estudiante.

Cristina Sainz. Licenciada en Ingeniería Biomédica

Siendo hija de dos matemáticos, Cristina Sainz (Soria, 1996) tenía todas las papeletas para que su camino académico se decantara por la ciencia y la investigación. En 2018 finalizó Ingeniería Biomédica en la universidad Carlos III de Madrid, con varios reconocimientos oficiales de excelencia  y obteniendo el premio extraordinario de fin de grado.

Becaria de la Fundación la Caixa, estudió un master en Ingeniería Biomédica en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH). Ahora desembarca en otra ciudad suiza, Lausanne, para realizar unas prácticas de resonancia magnética -su pasión profesional- durante cuatro meses en los laboratorios de Siemens. Su siguiente paso, el doctorado, está en el aire. «No sé si lo voy a poder cursar. Habrá que esperar un poco. De momento, me voy a centrar en mis prácticas y luego ya veremos si lo puedo hacer». «Tengo incertidumbre. Toda mi generación la tiene. Los jóvenes siempre hemos sufrido un complicado acceso al mercado laboral, pero la falta de seguridad aumenta con una pandemia de por medio. Mi naturaleza optimista me hace pensar que todo saldrá bien, pero el desasosiego está ahí, especialmente con la posibilidad de que se den rebrotes del coronavirus», explica la becaria de la Fundación La Caixa tras reconocer que a ella no le tiembla especialmente el pulso porque tiene la sensación de que su generación ha vivido en «una crisis económica perenne».

"Recortando en ciencia no vamos a ninguna parte. Deberíamos aprender la lección"

Cristina espera que la población -y, sobre todo, los políticos, que son los que gestionan el dinero público- hayan aprendido la lección más seria que ha dado la pandemia del coronavirus: los recortes en sanidad e investigación salen demasiado caros. Y lanza una seria advertencia: «Una vez controlada la pandemia, vendrá la crisis económica. ¿Y qué es lo primero que se recorta? En ciencia. Así no vamos a ninguna parte. Deberíamos aprender la lección de una vez por todas. Los científicos y los investigadores no solo somos útiles a corto plazo. Lo somos a largo plazo. Así se ha demostrado con esta crisis sanitaria sin precedentes que ha azotado a todo el planeta», concluye la joven científica. 

Borja de Paz. Estudiante de Administración de empresas y Marketing

La crisis de 2008 mandó al desempleo a millones de trabajadores y acabó con decenas de miles de empresas en todo el mundo, pero Borja de Paz, barcelonés de 22 años, prefiere recordar aquel pliegue de nuestra historia reciente de otra manera: «También fue cuando echaron a andar Netflix, Uber o Airbnb, que hoy son algunas de las compañías más innovadoras del planeta», advierte. La debacle económica que está provocando el coronavirus invita a establecer paralelismos. «Este hundimiento servirá para que nazcan los proyectos empresariales que impactarán en nuestras vidas en los próximos años», razona.

Borja estudia cuarto curso de Administración de Empresas y Marketing en el Tecnocampus de Mataró, centro adscrito a la Univesitat Pompeu Fabra, y no envidia a sus compañeros de quinto que este verano tenían previsto saltar al mercado laboral. Pero tampoco teme por ellos. «Encontrar trabajo ahora es más difícil, pero este reto nos hará más competitivos, porque tendremos que aprender a trabajar de otra forma. Esta crisis nos obligará a ser más creativos», señala.

"Encontrar trabajo ahora es más difícil, pero el reto nos hará más competitivos. Trabajaremos de otra forma"

Su experiencia de estas semanas es la demostración del análisis «optimista dentro de la preocupación» que extrae de este momento. Junto a varios compañeros de clase, había puesto en marcha el proyecto Meet the leader, una suerte de 'Mobile del marketing', según sus palabras, que pretendía reunir en su campus a representantes de las principales empresas del país para que compartieran sus experiencias profesionales con el alumnado. Al evento, programado para el 13 de mayo, se habían apuntado destacados ponentes, pero el coronavirus ha tirado por tierra todos los planes. «¿Solución? Lo hemos hecho virtual. En vez de organizar una jornada de charlas presenciales, estamos produciendo píldoras informativas en forma de vídeo. El congreso habría reunido a 1.000 personas, pero nuestros vídeos ya suman 40.000 visionados», explica.

En la cuenta de Instagram de Meet the leaders, Borja y sus compañeros han abierto un debate on line para que los usuarios aporten opiniones y experiencias «en defensa de la cuarentena». No se le escapa que esta pandemia le ha pillado en el momento de mayor proyección social de su vida y que el confinamiento ha horadado el estado anímico de su generación, pero prefiere verlo como un reto y no como una condena. «Decidí estudiar marketing porque este oficio pone en práctica la creatividad. El covid es una oportunidad para demostrar que podemos encontrar mejores soluciones a los problemas», afirma. 

Pablo Peña. Estudia en la Harvard Kennedy School

Pablo Peña (Madrid, 1993) siempre ha sido un buen estudiante. Su interés por las matemáticas le hizo pensar que acabaría siendo ingeniero. Sin embargo, en segundo de Bachillerato, en plena crisis económica española, una charla sobre estudios políticos y sociales le iluminó el camino profesional. Hizo las maletas y se marchó a París, al Instituto de Estudios Políticos (Sciences Po Paris). A partir de ahí, su currículo académico internacional se disparó como un cohete, poniendo el acento en la investigación del trabajo infantil. Actualmente, becado por la Fundación la Caixa, estudia en la Harvard Kennedy School un máster en Administración Pública y Desarrollo Internacional.

A la hora de analizar la pandemia, le da prioridad al factor humano. «El coste humano es irreparable. Relativamente pocos jóvenes han fallecido por la enfermedad covid-19, pero decenas de miles han perdido a padres, madres, abuelos, amigos o mentores. Nada ni nadie devolverá a quienes se marcharon». Acto seguido analiza el reto económico que le espera a su generación: «A corto plazo, el panorama es descorazonador. Encontrar un trabajo estable en España no era fácil antes de la pandemia. En los próximos meses, y puede que años, será un reto aún mayor. Yo ya veo el impacto en mi círculo cercano, que es una burbuja privilegiada. Mi hermano pequeño se gradúa este año en una gran universidad extranjera. Es tan inteligente y trabajador como yo, pero mientras que yo conseguí un buen trabajo cuando me gradué en 2015, él sigue buscando con el pico y la pala».

"Encontrar trabajo estable en España será un reto aún mayor"

A pesar de todo, Pablo destaca que el futuro no está escrito. «Nuestros abuelos, los más amenazados por la pandemia, se enfrentaron a retos peores. Y nos dejaron un mundo infinitamente mejor que en el que nacieron. No hay motivo por el que nuestros nietos no puedan decir lo mismo de nosotros». De momento, y a pesar de la incertidumbre, no se deja vencer por el pesimismo. Antes de estudiar en Harvard, trabajaba para una consultora de desarrollo económico en Ruanda y le dieron la opción de volver al terminar el máster. «Me encantaba el trabajo y, en principio, planeo volver con ellos. A medio plazo, mi sector se enfrenta a retos enormes. Si se cumplen los peores augurios, la pobreza global aumentará y los fondos para combatirla caerán significativamente. Habrá que hacer más con menos. Los profesionales de mi sector ganaremos menos y tendremos mayor inestabilidad laboral, pero seguiremos siendo enormemente afortunados», concluye. 

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