TECNOLOGÍA FRENTE A LA PANDEMIA

La ingeniera que lidera la app europea contra el coronavirus: "Trabajamos para que la pandemia no sea una herramienta de control"

Hablamos con Carmela Troncoso, ingeniera que dirige DP-3T, un protocolo de app que no cede los datos a los gobiernos y que ya han adoptado siete países de la UE

Carmela Troncoso

Carmela Troncoso / periodico

Carles Planas Bou

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Carmela Troncoso lleva semanas trabajando sin parar. Esta ingeniera de telecomunicaciones experta en privacidad es una de las mentes responsables de DP-3T, un protocolo de 'app' que sirva para rastrear los contagios del coronavirus Covid-19 sin comprometer la privacidad de los ciudadanos.

Profesora adjunta de la la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), donde reside, Troncoso lidera un equipo de más de 20 personas de distintas instituciones europeas que ha desarrollado un sistema tecnológico que ayude a mitigar la pandemia. Es el único que ha hecho público su funcionamiento.

EL PERIÓDICO ha podido hablar telefónicamente con ella para conocer mejor un modelo que cada vez más países europeos están adoptando. España puede ser el siguiente.

- El protocolo de ‘app’ que habéis desarrollado servirá para evitar segundas olas de contagios tras el desconfinamiento. ¿Cómo funciona?

Cuando te instalas la ‘app’ el teléfono genera claves con números aleatorios que cambian cada cierto tiempo para que con esos códigos no se pueda identificar al usuario. Mediante el Bluetooth, los móviles van emitiendo sus códigos y apuntando los que emiten otros móviles con los que se cruza y los guarda 14 días.

- Y si te has cruzado con alguien que da positivo te avisa

Sí, te manda una alerta y es el usuario quien puede decidir si avisar. El sistema le da una contraseña para que pueda subir sus códigos aleatorios al servidor. Esos códigos no revelan ni la identidad de la persona ni su localización, no se codifica nada y se da la mínima información. Al subir esos códigos al servidor los otros móviles tienen acceso a ellos y pueden comprobar si han estado en contacto con el usuario contagiado.

- ¿Cómo calcula ese potencial contagio?

Por si se ha estado cerca de una persona que ha dado positivo durante un período de tiempo concreto. El móvil es capaz de calcular bajo los criterios epidemiológicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), eso es, se detecta si se ha estado más de 15 minutos y a menos de dos metros de distancia de un infectado. De suceder, se te manda una notificación al teléfono y se reacciona dependiendo de la política de cada país: te pueden pedir que te vayas a casa, que llames a un teléfono para realizarte un test o que vayas a un hospital. Esta tecnología intenta adelantarse a los síntomas para que se limite la propagación del virus.

- Se duda de la capacidad del Bluetooth y de su poca precisión. ¿Puede dar lugar a falsos positivos? ¿Que limitaciones hay?

Por supuesto, el Bluetooth no es consciente de si está de frente o de espaldas. No es muy precios para la distancia, pero para calcular si está a menos de dos metros de alguien funciona. Lo hemos probado con militares en Suiza para comprobarlo.

Hay muchas cosas que no la app no podrá hacer como saber qué pasa con la gente que no se la ha descargado. El objetivo es ser capaz de avisar a la gente asintomática de que se quede en casa. Si se confinan 200.000 personas mejor que hacerlo con 40 millones.

- El proyecto que lideras, DP-3T, evita que el gobierno controle esos datos. ¿Por qué es mejor que esa gestión sea descentralizada?

La tecnología da mucho poder. Lo hemos visto con Cambridge Analytica, pero también con Apple y Google. El modelo de app centralizado genera claves dentro de un único servidor que puede mapear los datos de los usuarios para rastrearlos. Está revelando cuanta gente ha visto a otra gente. Consideramos que esa posibilidad es muy peligrosa. Hay miedo a que esos datos se reutilicen para otros fines.

- Una de las sospechas con esas apps de rastreo es que se establezcan como algo permanente después de la pandemia

Es peligroso que puedan perdurar más allá de esta crisis, sería algo exagerado. Por eso, nuestro sistema muere solo, cuando la gente deje de colgar sus datos, de compartirlos, ese protocolo ya no servirá. En el modelo centralizado debemos confiar en que los gobiernos eliminarán los datos. Eso es una privacidad por confianza, no por diseño como con DP-3T. Entendemos la preocupación porque la pandemia sea una herramienta de control. Llevo dos meses trabajando para que eso no sea así.

- Hasta siete países europeos se han decantado ya por vuestro modelo. Parte de ello se debe a que la alianza entre Apple y Google se fundamenta en el protocolo de DP-3T. ¿Cómo veis su participación en esta respuesta tecnológica a la crisis?

Personalmente, con bastante miedo. Si descentralizamos el gobierno para centralizar en ellos no salimos ganando. Pero tal y como está hecho el modelo, Apple y Google sólo son el medio, no el sistema. Los gobiernos deben usar servidores nacionales fuera del control de esas multinacionales.

- La confianza es clave para que esa respuesta tecnológica sea útil ante la pandemia, pero también es un problema.

Es muy importante que la sociedad y los gobiernos no confíen del todo en Apple y Google. Tenemos la capaciadad para hacer presión, para que esas compañías pasen auditorías públicas a las que nunca se han sometido. Es útil que esas compañías ayuden, pero es clave que lo hagan sin ganar nada. Deberemos revelarnos contra ellas si amasan datos.

El gobierno de Alemania ha optado por DP-3T por las críticas de los grupos civiles contra el control del ejecutivo. Hemos puesto nuestro protocolo ‘online’ para que sirva de comparación, para que la gente vea que hay alternativa a la vía centralizada. Creemos que es importante que la gente entienda como funciona.

- En círculos de expertos se habla de la necesidad de que entre un 60% y un 70% de la población se descargue la app para que funcione

Eso es un numero mágico que viene de un artículo de Oxford. La realidad es que cuanta más gente se la descargue mejor, pero no sabemos qué cifra va a hacer falta. Pero es cierto que se necesita concienciación por parte de los ciudadanos de que hay que poner su granito de arena, sino no funcionará. La aplicación no sólo te protege a ti de los contagios, sino que ayuda a proteger al otro. Por primera vez vamos a hacer una app para el bien de todo el mundo, nos puede permitir que la sociedad no tenga que regresar al confinamiento.

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