PACTO EN EL TRANSPORTE

Uber integra al taxi de Madrid en su aplicación

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Carlos Márquez Daniel

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Este viernes cristaliza un acuerdo que parecía completamente imposible hace apenas unos meses. Y aunque sea un anuncio oficial, y a la vista de los acontecimientos pasados, todos ellos recientes, cuesta de creer. Uber empieza a integrar en Madrid a la flota del taxi. Es decir, que a las VTC de que ya dispone se le añaden medio centenar de taxistas, por ahora. De este modo, la capital española es una de las primeras grandes ciudades europeas en maridar ambos servicios. En julio ya se puso a ello Cabify, pero es una empresa nacional. Faltaba el gigante, la multinacional que todo lo cambió y que prendió la llama.

Tal y como avanza la empresa de alquiler de vehículos con conductor a través de un comunicado, la decisión viene apadrinada por el nuevo reglamento del taxi de la Comunidad de Madrid, "que permite al sector ofrecer precios cerrados y descuentos en sus tarifas". O lo que es lo mismo, adaptar el modelo de negocio a la precontratación, que es el prisma bajo el que trabajan las VTC (unas 8.200 solo en Madrid). Nada que ver, por cierto, con el caso catalán, puesto que aquí la Generalitat decretó una prereserva mínima de 15 minutos a este tipo de licencias, lo que llevó a Uber a abandonar Barcelona. Por ahora. Cabify no se marchó, pero su tropa quedó muy mermada. Podría decirse que Madrid ha adaptado la ley para que el taxi pueda competir con Uber, mientras que Catalunya ha legislado para que los segundos no puedan pisarle la manguera a los primeros.

Mismas condiciones

Por el momento se han unido unos 50 taxis, según informa la compañía, pero con vocación de aceptar la llegada de cuantos taxistas estén interesados en sumarse a UberX, la marca bajo la que opera esta multinacional. Con la incorporación de más vehículos, reza el comunicado, "los tiempos de espera se verán reducidos en toda la ciudad". El sistema será el propio de la empresa: "Precio cerrado, sistema de pago instantáneo, posibilidad de compartir tarifa y de añadir propina y kit de seguridad para pasajeros y conductores". Juan Galiardo, director de Uber en España, considera que el acuerdo "es un gran paso adelante y beneficioso para todos". "Queremos convertirnos -prosigue- en un socio a largo plazo de las ciudades españolas, trabajando con el taxi y con las administraciones públicas para construir ciudades más inteligentes y limpias para todos". Un mensaje que claramente parece pensado para el Departament de Territori i Sostenibilitat y el Área Metropolitana de Barcelona, la doble criptonita de las VTC en Catalunya.

Jesús Arjona, director general de Ciudad del Taxi, la empresa que se ha unido a Uber y que cede esos 50 vehículos (la capital dispone de 15.720 taxis), considera este acuerdo una "oportunidad de aprovechar los beneficios de la mejor tecnología del mercado". Está por ver cómo reaccionan los compañeros de gremio si se tiene en cuenta que meses atrás ambos negocios eran agua y aceite, dos maneras contrapuestas de entender la movilidad, una batalla abierta por el control del transporte de personas. Parece que al final se ha hecho de la necesidad (mutua) virtud.