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La Generalitat recurre a hoteles y albergues como centros de menores provisionales

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Elisenda Colell

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Albergues juveniles, hoteles y casas de colonias están alojando menores migrantes tutelados por la Generalitat. Barcelona, Calella, Lloret de Mar o Gualba son algunas de las ubicaciones. La Generalitat habla de "soluciones provisionales" pero los educadores sociales critican que estos espacios no permiten desempeñar trabajo educativo ni formativo para estos adolescentes desamparados.

En Barcelona, una treintena de adolescentes viven en un 'hostel' desde hace tres semanas. Tras levantarse, desayunan por turnos en el comedor de un albergue junto a turistas que optan por este alojamiento de habitaciones compartidas. A partir de aquel momento, y hasta la hora de comer, “se hace lo que se puede”, subraya una fuente del centro. Lo definen como un espacio que no se puede comparar con un centro de menores tutelados habitual. Durante el día “intentamos buscar sitios para hacer clases de castellano”, explican. Las imparten los mismos educadores. Si no los hay, "pasar el día por la calle o en parques".

No han causado ningún problema entre el vecindario. Ni peleas, ni robos. Pero a pocos meses de cumplir la mayoría de edad, es clave ofrecerles recursos educativos y formativos. Según ha podido comprobar este diario, es habitual ver a los muchachos vagando por los alrededores del centro, enganchados a un teléfono móvil, sin nada o poco que hacer.

Estos jóvenes, hace apenas un mes, vivían en el centro Nur, un solar del Eixample que se construyó con barracones y que ha sido desmantelado. Otro grupo que ha estado residiendo en este albergue, según detallan fuentes conocedoras de su situación, fueron los menores migrantes que vivían en Castelldefels y que sufrieron una agresión racista el pasado marzo. Estos centros se denominan Servei d’Emergència y están pensados para prestar una primera acogida a los niños, pero no deberían permanecer allí más de un mes. La realidad, sin embargo, se impone. Algunos llevan en este recurso desde noviembre, otros desde enero.

En una habitación los educadores han construido un despacho improvisado. Llevan el control de la situación de cada menor, e intentan tramitar los permisos de residencia y nacionalidad. Allí y en una especie de desván que también sirve de almacén para la ropa de los chicos. “Así no podemos trabajar”, lamentan fuentes del equipo educativo. Algunos adolescentes ven que sus expectativas no se cumplen bajo la tutela del Govern. Una quincena de ellos, atendidos entre noviembre y diciembre, constan ya como fugados.

Hoteles y casas de colonias

No es el único alojamiento turístico que se ha estado usando para acoger menores migrantes. Los hoteles y las casas de colonias también están sirviendo para alojar a los menores. La Generalitat ha recurrido a varios de la costa gerundense y del Maresme para dar una primera acogida a estos jóvenes. Un ejemplo, un hotel de Lloret. “No nos han causado ningún problema” explica el responsable del alojamiento a este diario. Le exigió a la Generalitat que en junio deberían abandonar el espacio porque ya tenía reservas. Varias entidades que gestionan casas de colonias, como Fundesplai o la Asociació de Cases de Colònies i Albergs de Catalunya confirman a este diario que algunos de sus alojamientos están prestando su ayuda al Govern para alojar a los menores. 

Según los educadores sociales, el problema es que en estos alojamientos “provisionales” no se pueden dar alternativas reales ni oportunidades formativas a los jóvenes migrantes, que es lo que más necesitan. “Estamos prestando necesidades básicas como el que se da en un campo de refugiados”, señala el vicepresidente del Col·legi d’Educadors Socials, Lluís Vila. “Están amparando el intrusismo laboral, sin planificación ni trabajo educativo”, señala Vila. Y es que el colegio prfesional lleva meses denunciando la supuesta “improvisación” de recursos que no tienen capacidad de dar alternativa educativa.

Mientras tanto, los niños no dejan de buscar oportunidades en Europa, jugándose la vida. Algunos de ellos, el pasado jueves a las 12 del mediodía pasaban las horas delante del albergue esperando un trabajo, una clase o algún recurso formativo que les permita seguir adelante.

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