Los dermatólogos alertan ante los trasplantes de pelo 'low cost'

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Patricia Martín

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Por mucho que algunos hombres hagan gala de sus cabezas calvas o rapadas al máximo, quedarse sin pelo preocupa y mucho. Según un sondeo de la Organización de Consumidores (OCU), solo el 37% de los encuestados manifiesta que no les importó comenzar a perder pelo y la mitad de los varones confiesa haber seguido algún tipo de remedio contra la alopecia. Entre ellos, el trasplante de pelo, que ofrece resultados permanentes y por eso está tan de moda.

Se los hacen famosos, políticos y gente de a pie. Sobre todo, en Turquía, país en el que el Gobierno financia los injertos de pelo y por eso salen más baratos que en España. Pero también aquí y en otros países han proliferado centros estéticos que han tirado los precios, lo que ha llevado a los médicos a dar la voz de alarma: cuidado con los trasplantes en clínicas ‘low cost’, porque lo barato puede salir caro y no sólo estéticamente, sino también para la salud.

La Sociedad Internacional de Cirugía de Restauración del Cabello (ISHRS, por sus siglas en inglés), que agrupa a más de 1.000 médicos de 70 países, ha iniciado una campaña con la que intenta que los clientes sepan reconocer las prácticas más peligrosas, se informen antes de dejar sus cabezas en determinadas manos y opten por centros que ofrezcan garantías; si no quieren acabar con graves problemas en el cuero cabelludo, como ilustra la acción informativa con impactantes fotografías de cabezas sangrantes y zonas con calvas, cicatrices o trasplantes con apenas cuatro pelos.

Médicos y personal sin experiencia

De hecho, ISHR informa de que el 77,5% de los médicos encuestados manifiestan haber atendido a seis o más casos al año de pacientes con injertos fallidos. Y ese que, algunas compañías venden aparatos para hacer trasplantes “llave en mano”, a médicos sin experiencia, que hacen la trasferencia de unidades foliculares de la nuca a las zonas con menos pelo ellos mismos o bien personas sin la cualificación necesaria, pese a los riesgos que conlleva. Así, en algunas clínicas “piratas”, sobre todo de Turquía, según ha documentado la sociedad médica, los trasplantes son realizados por “técnicos” y no por médicos y varios a la vez en una misma sala, como si de una cadena de montaje se tratara. Si bien, el márketing previo no ofrece esta información, sino que en sus webs aparecen equipos de médicos profesionales con excelentes testimonios.

Los dermatólogos aconsejan desconfiar de los trasplantes en España por menos de 4.000 euros

Esta situación puede provocar problemas estéticos como líneas frontales tan perfectamente rectas como antinaturales o calvas visibles en la zona donante, normalmente la nuca, ya que es genéticamente resistente a la alopecia. Asimismo, en ocasiones se coloca demasiado pelo en la parte frontal y menos en la parte media, algo que se nota desde arriba o si la persona se agacha. Otras veces se hacen trasplantes en tiras, en lugar de homogéneos. Pero más allá de problemas estéticos, que salvo que se corrijan, si es que tienen solución, pueden ser de por vida, también se pueden producir afectaciones más serias en una intervención que requiere horas de quirófano, como infecciones o cicatrices severas.

Diagnósticos mediante fotos

El problema de hacerse los injertos en Turquía es que normalmente el diagnóstico sobre si se puede o no realizar el implante y si hay una buena materia prima en la zona donante se hace a distancia, mediante fotos, y en ocasiones el análisis falla y dicha persona no era buena candidata para hacerse un injerto capilar. Pero, ya que viaja y paga, se le hace. Y si surgen complicaciones o el cliente no queda satisfecho, es difícil reclamar a distancia.

En España la legislación es más protectora, pero también hay clínicas ‘low cost’, que pueden provocar daños parecidos. Según el sondeo de la OCU, sólo el 45% de los trasplantados españoles se encuentran muy satisfechos con el resultado.

"La gente interpreta que hacerse un trasplante es como ir a comprar leche, busca lo más barato"

Sergio Vañó

— Director de la Unidad de Tricología del Hospital Ramón y Cajal

Y es que “la gente ha interpretado que hacerse un trasplante de pelo es como ir al mercado a comprar leche, si lo ves en otro supermercado más barato, el producto es el mismo y no hay riesgo”, avisa Sergio Vañó, director de la Unidad de Tricología (la ciencia que estudia el cabello) referente a nivel nacional, ubicada en el Hospital Ramón y Cajal. Coincide con su diagnóstico el doctor Javier PedrazJavierPedraz, quien explica que entre el 5 y el 10% de sus pacientes, en la clínica privada Insparya, son personas insatisfechas con su injerto capilar. Y avisa: resolver el problema suele ser más costoso que el trasplante inicial, de media entre 2.000 y 3.000 euros, cuando en Turquía puedes encontrar ofertas a partir de 1.500 euros y en España de 2.500 euros.

Desconfiar de injertos por menos de 4.000 euros

Vañó aconseja desconfiar, al menos en España, de todos aquellos trasplantes que cuesten menos de entre 4.000 y 5.000 euros, para cirugías de un día, y avisa de que “hay más de 100 tipos de alopecia” y, algunas de ellas, con un correcto diagnóstico médico, pueden tratarse con técnicas menos agresivas y complicadas que los trasplantes. En este sentido, avisa de que es una “creencia errónea” pensar que no hay tratamiento médico que impida la calvicie. “En la mayoría de pacientes si se diagnostica y trata precozmente, se puede evitar la pérdida de pelo o incluso lograr que este sea más abundante, pero cuando se acude al médico con pelo. Sin pelo, ya la única solución es el trasplante”, advierte. 

Es una "creencia errónea" pensar que no hay tratamiento médico que impida la calvicie 

Para tratar la alopecia hereditaria, la más común y que se debe a causas genéticas y hormonales, en la actualidad hay tres tipos de tratamientos: los medicamentos antiandrógenos, que evitan la acción de las hormonas y que pueden ser orales o mediante microinyecciones; el Minoxidil, que abre los vasos sanguíneos, y que se puede administrar como loción o pastillas, y un tercer grupo de terapias, algunas novedosas como el láser de baja potencia o el plasma rico en plaquetas. Ya, en fase muy preliminar, se encuentran las investigaciones con células madre, que se han probado con éxito en ratones pero no en humanos.

El problema es que la mayoría de estos tratamientos se administran en centros privados. En la sanidad pública, los dermatólogos pueden orientar a los pacientes y poner tratamientos pero las “terapias complementarias que pueden aumentar la efectividad, solo existen a nivel privado”, asegura Vañó.