mayores sin compañía

"Me da más miedo la soledad que morirme"

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zentauroepp46493347 barcelona maria nombre ficticio vive sola a su pesar y re190225105808 / Albert Bertran

Alba Jaumandreu

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Hace cuatro años que ‘Pinxo’, un gato marrón y un tanto esquivo, es la mejor compañía de Maria Pau. De hecho, es la única compañía que tiene. Maria Pau, que ha dado este nombre porque prefiere no dar el suyo real, tiene 83 años es viuda desde hace siete. Desde entonces, la soledad la acompaña día y noche. Mata el tiempo pintando ‘mandalas’ y escribiendo poemas.

Familia no es siempre sinónimo de compañía, lealtad o cariño. Eso Maria Pau lo sabe muy bien porque aunque no tiene hijos, sí que tiene sobrinos, pero no los ve nunca. "Hace un año me di cuenta de que siempre los llamaba yo, y decidí probar de no llamar. Hace un año que no hemos vuelto a hablar", explica con pena.

Sonríe recordando los veranos en su casa de veraneo junto a sus pequeños sobrinos, que disfrutaban jugando y correteando por el campo y que de mayores llevaron a sus hijos. "Sin coste alguno, yo les daba todo lo que tenía", explica. Con la boca pequeña cuenta que desde que vendió la casa, porque ella y su marido ya no podían desplazarse, no ha vuelto a saber de nadie. "Ahora que no tengo aquella casa de veraneo ya no tienen tiempo para mí", se lamenta.

"Ahora que ya no tengo la casa de veraneo, mis sobrinos no quieren saber nada de mí"

Maria Pau

Combatir la soledad

Recuerda las navidades en familia, aunque ahora confiesa que las pasa sola y triste en casa. "Recibo los regalos del ayuntamiento y de la asociación Avismón". Pero su lucha contra la soledad es aún más fuerte. Es una persona activa y con ganas de vivir y muy sonriente. Cada mañana se arregla y sale a la calle a pasear, comprar el pan o pasar un rato con las amigas. Una vez a la semana desayuna con una voluntaria de la asociación, que le hace compañía.

Pero su actividad no acaba aquí. Cuando se jubiló se apuntó al teatro, a bailar zarzuela y a pintar al óleo. "Si me hubieran dicho que podría hacer todo esto, me parecería imposible", se ríe Maria. Actualmente, canta en un coro, pinta ‘mandalas’ y hace de voluntaria en un centro de gente con problemas seniles enseñándoles a pintar.

"Salgo solo por la mañana, la tarde es demasiado larga… Igual que mis días", afirma, y confiesa con voz temblorosa que tiene "miedo de los cacos". Durante las tardes, encerrada en casa, lee, habla con ‘Pinxo’, escribe poemas y confiesa que duerme "para matar el tiempo". Maria Pau ha caído dos veces estando sola en casa y gracias al botón de emergencia de asistencia social no pasó nada. "Esto es consecuencia de la soledad, pero el botón salva a mucha gente", afirma.

"Salgo solo por la mañana, la tarde es demasiado larga. Igual que mis días"

Maria Pau

Poemas y fotografías de una vida feliz

Su pequeño tesoro es una diminuta libreta repleta de poemas, escritos por ella. Saca la libreta y confiesa que con solo oír una palabra le sale un poema entero. Las paredes de aquella pequeña casa antigua y repleta de unos cuadros que son el reflejo de su vida retumban cuando empieza a recitar de memoria unos versos salidos del corazón. 

"Me da más miedo la soledad que morirme o enfermar", asegura Maria. Sonríe y confiesa que le hubiera encantado tener hijos. "Tuve muchos problemas, me operé pero tampoco funcionó. Nunca adoptamos porque mi marido no quiso", cuenta resignada.

Pero aquella discrepancia no suposo un problema insalvable para el matrimonio. "Estuve 56 años felizmente casada", cuenta orgullosa. Se casó con tan solo 19 años, y habla de su marido con todo el amor posible. "Lo quise como a nadie". Ahora hace ya siete años que su esposo, "un hombre con mucha planta y muy guapo", falleció. Durante seis meses, ambos estuvieron hospitalizados uno al lado del otro, él por demencia senil y ella por una operación en la pierna, y fue allí donde se despidieron para siempre.

A Maria Pau se le llenan los ojos de lágrimas y afirma: "Ojalá le hubiera dicho más veces que le quería y le hubiera dado más abrazos. No me imaginaba que lo echaría tanto de menos". Saca fotos, y presume de su juventud y de su marido, mostrando, sin querer, la necesidad de tener compañía.