PROTECCIÓN DE LA INFANCIA

La casa que protege al menor y acelera el juicio en caso de abusos sexuales

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Beatriz Pérez

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En la Barnahus (en español, 'casa de los niños') de Linköping, Suecia, hay dibujos colgando de muchas de sus paredes. "Así, cuando vienen otros niños se dan cuenta de que no están solos", explica Anna Petersson, trabajadora social del centro, plagado de juguetes. En esta casa son atendidos los menores de edad víctimas de maltrato y/o abusos sexuales, evitándoles, así, entre otras cosas, tener que declarar en una comisaría: lo hacen dentro de la Barnahus, en un entorno amigable y respetuoso con sus necesidades.

La particularidad de este modelo, que nació por primera vez en 1980 en Alabama (EEUU) y llegó en 1998 a Islandia ("barnahus" es, de hecho, islandés), es que actúa como una unidad centralizada en la que trabajadores sociales, psicólogos, médicos, policías y jueces trabajan juntos bajo un mismo techo. Suecia es el país europeo que más 'casas de los niños' reúne: la primera, la de Linköping, se inauguró en el 2005 y actualmente en el país hay más de 30. La de Estocolmo, la más grande, atiende unos mil casos por año.

Para la oenegé Save the Children, la creación de estos espacios en Catalunya sería una solución para hacer frente al "largo y doloroso" proceso judicial que viven las víctimas de abusos sexuales. Y, también, un modo de hacer efectiva la ley 14/2010 según la cual el Govern de la Generalitat tiene la obligación de crear estructuras para estos menores. En Catalunya, donde en el 2017 hubo un total de 549 denuncias por abusos sexuales a niños, el 70% de los casos no llegan a juicio por falta de pruebas: el hecho de que el menor tenga que repetir tantas veces lo mismo frente a padres, profesores, Mossos d'Esquadra y juez lo lleva a perder matices en su relato original. Y también, en palabras de la oenegé, a una "victimización secundaria" al tener que revivir el abuso a través de múltiples declaraciones. Todas estas ideas las recoge Save the Children en el informe 'Sota el mateix sostre', publicado este martes y en el que pide importar a Catalunya el 'modelo Barnahus'.

El Catalunya, el 70% de los casos de abusos a menores no llegan a juicio por falta de pruebas

"Este modelo reduce el tiempo del proceso legal y el niño sufre menos. Pero lo realmente interesante es que los diferentes departamentos trabajan juntos. En Catalunya, en estas 'casas de los niños' empezaríamos tratando los abusos sexuales, pero poco a poco iríamos atendiendo a todos los tipos de violencia", destaca Emilie Rivas, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children Catalunya, con la mirada puesta en la ley de violencia contra la infancia, que llegará al Congreso de los Diputados en el primer semestre del 2019. Actualmente, en Catalunya los procesos judiciales duran una media de tres años desde que el caso se denuncia hasta que hay una sentencia. En el 'modelo Barnahus', el proceso judicial dura tres meses.

Trabajo integral

"En Suecia no tuvimos un gran caso que nos llevara a crear estas estructuras. Simplemente llevábamos desde los años 80 muy concernidos sobre la violencia infantil", relata Anna Petersson. En la Barnahus de Linköping atienden unos 300 casos por año. La mayor parte suceden dentro de la familia. A veces los abusos sexuales o la violencia son solo una sospecha, y es ahí donde los maestros de la escuela juegan un papel esencial. Cuando un profesor sospecha que un niño está viviendo una situación de violencia o abusos en casa, lo lleva, acompañado de un trabajador social, a la Barnahus, sin que los padres lo sepan. "Los progenitores son interrogados en la comisaría, no aquí", señala Petersson.

Algunos de los casos que se han tratado recientemente en Linköping son, por ejemplo, el de una niña de 6 años a la que se sospecha le practicaron una mutilación genital. O el de dos hermanos cuya madre los quemaba con cuchillos que previamente había calentado en el horno. O el de una adolescente de 14 años cuyo padrastro la tocaba por debajo de sus 'pantis'. En Suecia, la mayoría de casos atendidos en estas 'casas de los niños' son por violencia física.

Christia Sangrud, formada en desarrollo infantil y en medicina forense, es la policía que interroga a los menores dentro de la Barnahus de Linköping. Lo hace desde una sala con dos butacas y algunos juguetes, un aspecto muy alejado al de una comisaría. "Nunca les hago preguntas directas. Empiezo preguntándoles: '¿Qué tal en casa?', '¿Cómo reacciona tu madre cuando se enfada?'", cuenta Sangrud.

En esa misma sala donde se lleva a cabo el interrogatorio hay cámaras que graban la declaración de la víctima. Al otro lado, sin que el menor lo vea, se encuentra el juez siguiendo la declaración. Así se configura la llamada prueba preconstituida, que se utiliza para los menores de 15 años: la prueba se constituye antes del juicio y que evita al niño asistir al mismo. Además, de esta forma, el menor solo declara una vez.

"Hay niños que son demasiado pequeños para hablar o contar su historia. Pero si el médico constata que existen lesiones, puede ser un motivo para imputar al presunto autor", dice la policía. Dentro de la Barnahus (donde los niños son atendidos durante el día, pero no pernoctan) hay un consultorio médico donde el menor es explorado.

"Las personas que en Catalunya realizan la prueba preconstituida no siempre tienen formación en infancia", apunta Emilie Rivas. En Catalunya, solo en uno de cada tres casos se aplica la prueba preconstituida: la mayoría de las veces, los niños tienen que testificar en plenario. "Cuando cuentas tu historia varias veces, dejas de tener cuidado con los detalles", apunta Christia Sangrud. En Catalunya, después de denunciar, los menores llegan a contar su historia hasta cuatro veces más. Si a ello se le suma las entrevistas con los trabajadores sociales y psicólogos del departamento de Salut, la cifra puede ascender a 10, lo cual, sumado al hecho de que los juicios pueden durar años, obstaculiza la recuperación de los menores.

El tabú de los abusos sexuales

El 'caso Maristascuya denuncia sacudió a la población catalana hace tres años, probó, una vez más, que los abusos sexuales se perpetúan escondidos entre nosotros. Lo dicen las cifras: una de cada cinco personas en Catalunya ha sufrido algún tipo de violencia sexual durante la infancia. El 'caso Maristas' también obligó a la ciudadanía a hacerse la siguiente pregunta: ¿qué ha fallado para que durante más de 30 años un profesor, Joaquim Benítez, abusara de sus alumnos sin que nadie lo denunciara?

Una de cada cinco personas ha sufrido abuso sexual en Catalunya en su infancia

Save the Children denuncia que el objetivo principal del sistema judicial español no es la protección del menor, sino el enjuiciamiento de un presunto hecho delectivo. En territorio catalán existen las oficinas de atención a las víctimas del delito (OAVD) y los equipos de asesoramiento técnico penal (EATP), pero para la oenegé no son suficientes para atender el volumen de casos y no siempre están adaptados a las necesidades específicas de los menores. "Es posible, necesario y urgente crear estas 'casas de los niños' en Catalunya. Podemos hacerlo y creemos que es la mejor manera para dar respuesta a esta problemática", zanja Emilie Rivas.