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El monumento de Tortosa, una piedra en el zapato de la memoria histórica

80 años después de la Batalla del Ebro, su monumento conmemorativo es todavía un foco de disputa en Tortosa

tortosa   monumento franquista

tortosa monumento franquista / periodico

Júlia Albacar

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Un gigantesco monolito de hierro se alza en medio del Ebro a su paso por Tortosa como recordatorio de la batalla del Ebro, de cuyo inicio este miércoles se cumplieron 80 años. A fin de conmemorar uno de los episodios claves de la victoria de Franco, el régimen decidió levantar, 25 años después, una estructura de 26 metros de altura para recordar a los caídos de su bando. En 2016 el Ayuntamiento de Tortosa consultó a los ciudadanos qué hacer con la gigantesca estructura: retirarla o reinterpretarla. La mayoría optó por la reinterpretación, que pasa por recordar a todas las víctimas de la guerra. Y el tema volvió a quedar olvidado en un cajón. Pero el anuncio del nuevo proyecto de ley de memoria histórica, que obligará a retirar toda la simbología franquista sin las excepciones que detallaba la anterior normativa, ha vuelto a colocar en el punto de mira el monumento de Tortosa.

A día de hoy, el monumento sigue en medio del Ebro sembrando aún la discordia. “El franquismo no se puede conservar, se debe apartar”, argumenta Ester Baiges Miró, miembro de la Comisión para la Retirada de Monumentos Franquistas en Tortosa. Jaume Solé, portavoz de Tortosins pel monument, apunta justo lo contrario: “La sociedad tortosina lo ha hecho suyo, no lo ve como un símbolo franquista, sino como un recordatorio de la guerra”.

“Mantener el monumento es una decisión transversal, la han apoyado gente de derechas y de izquierdas, porque no se identifica ya con el franquismo, eso depende de la sociedad del momento y aquí no se ve así” asegura Solé, que recuerda que la plataforma Tortosins pel monument la integran personas de todos los colores políticos: “Desde Esquerra Republicana hasta el PP. No se trata de ser de izquierdas o de derechas, franquista o no, se trata de mantener lo que la sociedad de Tortosa considera como patrimonio de la ciudad”.

La posición de la alcaldesa

Tras el anuncio de la nueva ley, la alcaldesa de la ciudad, Meritxell Roigé (PDECat) anunció que el Ayuntamiento cumpliría con la ley si esta no detallaba alguna excepción. “En primer lugar, la consulta ya no se debería haber hecho, fue un error, y también hay que tener en cuenta que no era vinculante”, remarca Baiges Miró, quien añade que “la dictadura no puede estar ocupando la vía pública”.

Otro de los temas a resolver para la polémica instalación es quién paga su retirada o su reinterpretación. “En su día lo pagaron entre la Diputación de Tarragona y los ayuntamientos de los pueblos vecinos, por lo que no es propiedad enteramente de la ciudad de Tortosa”, explica el historiador y periodista Josep Bayerri, quien subgraya otro de los problemas, su ubicación: “El monumento está en medio del río, por lo que teóricamente es competencia de la Confederación Hidrográfica del Ebro, no del municipio”.

Bayerri también apunta que “la estética del monolito no ayuda". "Es una forma piramidal -añade-, una representación muy fascista, además de la gigantesca águila que se apoya en la primera columna y el soldado sosteniendo una estrella junto con la cruz de San Jaime que coronan la segunda”. El monumento fue el último acto de la gira que programó el régimen para conmemorar lo que apodaron como “25 años de paz”, tras la finalización de la guerra. La inauguración de la estructura fue el acto que culminó las celebraciones.

“En su día a la gente le pareció bien que se instalara algo allí, porque solo quedaba un trozo de pilastra casi en ruinas, donde había estado el tercer puente de la ciudad. La imagen de la columna rota recordaba a todos constantemente la guerra”, cuenta Bayerri. Ahora, recordar la guerra en las calles o sacarlas de ellas es la principal disputa entre dos bandos de la población de Tortosa. Aunque, esta vez sí existe un punto en común, que no se repita.