La sequía permite pasear por un pueblo riojano sumergido por embalse en 1960

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Rebeca Palacios

La falta de lluvia de los últimos meses ha provocado que el embalse riojano de Mansilla se encuentre más bajo que nunca, apenas al 14,7 por ciento de su capacidad, lo que permite a los mansillanos pasear por el antiguo pueblo sumergido desde 1960 y recorrer sus calles empedradas con nostalgia y emoción.

Hace apenas un año, este embalse destinado al riego de la cuenca del Najerilla se encontraba al 35 % de su capacidad, que es de 68 hectómetros cúbicos, cuando en la actualidad apenas tiene 10 hectómetros, según datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

Rocío Menéndez, vecina de Mansilla de la Sierra desde hace 18 años, ha explicado hoy a Efe que la sequía no ha permitido el baño recreativo en el embalse este verano, pero regala a los visitantes una curiosa estampa del antiguo pueblo serrano, que a principios del siglo pasado llegó a tener 600 habitantes y era cabeza de la comarca, frente a los 71 empadronados actualmente.

Cada verano a mediados de agosto ya se ve la torre de la antigua iglesia, pero en otros veranos el embalse aún permitía el baño o utilizar barcas, ha recordado.

Sin embargo, las escasas nevadas del último invierno y la falta de lluvia de los meses pasados ha hecho descender el nivel del agua hasta un nivel histórico, por lo que este mes ya se puede ver el pueblo entero, y recorrer sin dificultad sus calles y plazas.

Los vecinos de Mansilla de la Sierra que tienen más de 60 años sí conocieron el viejo Mansilla, del que tuvieron que marcharse cuando se construyó una presa para embalsar el agua destinado al riego de los pueblos del Alto Najerilla.

"Los mansillanos más mayores recorren las calles de su pueblo natal con emoción, porque les hace ilusión relatar a sus nietos dónde estaba su casa, pero también sienten mucha nostalgia, porque lo pasaron mal al abandonar sus viviendas, que quedaron como las dejaron", según Menéndez.

Al nuevo Mansilla llegaron "con una mano delante y otra atrás", porque no les dieron gratis sus casas, que costaron unas 300.000 pesetas de la época, un precio "caro" para un pueblo cuyas calles entonces estaban casi sin asfaltar y aún no había luz eléctrica, ha indicado.

Por ello, muchos de los vecinos originarios de Mansilla, que llegó a ser el pueblo más importante de las Siete Villas, optaron por emigrar, algunos a Argentina, y emprender una nueva vida fuera de esta localidad, dedicada tradicionalmente al ganado.

Sin embargo, en la actualidad la villa cuenta con ocho niños censados, la mayor cifra de los pueblos de la zona, que se encuentra ubicada en el suroeste de La Rioja, a 72 kilómetros de Logroño.