Padre Ibrahim, sacerdote en Alepo: "El hombre en Siria está muerto, herido, destruido"

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El padre Ibrahim Alsabagh, fraile franciscano, ha presentado la edición española de sus crónicas desde Siria, bajo el título 'Un instante antes del alba'. En el volumen, elaborado a partir de las cartas a sus amigos desde su parroquia, en la zona oeste de Alepo, cuenta la situación que viven los habitantes de la ciudad siria que ha sufrido con especial dureza las consecuencias de la guerra y del asedio y el trabajo que ha emprendido la comunidad cristiana local para reconstruir la ciudad y la sociedad.

"El hombre en Siria está muerto, herido, destruido --ha explicado a los medios el sacerdote, durante la presentación del libro en Madrid--. Hay muchísimas personas con enfermedades mentales y corporales que son consecuencia del estrés y del terror sufrido. Visitando las ruinas, miraba con tristeza las casas, escuelas y hospitales destruidos, y me preguntaba: estos son los edificios, pero y el hombre ¿cómo estará también destruido?"

El libro, publicado por Ediciones Encuentro, fue publicado originalmente en Italia, donde va por su segunda edición, y fue escogido para ser leído durante las comidas en los últimos ejercicios espirituales en los que participó el Papa Francisco, según ha explicado el fraile.

"El padre que presentó el libro para ser leído durante las comidas me contó que, en un encuentro el Papa le dijo que, durante la lectura, no podía tragar el bocado que tenía en la boca, por todo el sufrimiento que están viviendo las personas de Alepo. Él ha enviado, junto con muchos de los participantes en los ejercicios, una gran suma de dinero para los más pobres de la parroquia de San Francisco de Alepo", ha asegurado.

Las crónicas del padre Ibrahim comienzan en marzo de 2016 y llegan hasta el mes de diciembre de 2016. El día 22 de diciembre del año pasado se alcanzó una tregua entre los bandos enfrentados en la conocida como 'Batalla de Alepo' que permitió que terminara "la lluvia de misiles" y suscitó "una alegría interminable" para los habitantes de la ciudad y, en particular, para la comunidad cristiana, porque pudo celebrar la navidad, según relata el autor.

"Era la primera vez que se podía salir a las calles o ir a una Iglesia sin tener el pensamiento de que podía caerte un misil encima. Pero yendo a visitar las ruinas de Alepo hemos visto zonas devastadas, catastróficas. Nuestra pregunta es ¿quién construirá de nuevo Alepo? Basta con un paseo por las calles y ver las casas destruidas y derrumbadas para volver con una gran tristeza en el corazón", lamenta.

En la situación actual en la ciudad, principal motor industrial de Siria antes de la guerra, la electricidad es "prácticamente inexistente" y "muchas veces falta hasta 70 días seguidos". Además, "el agua va y viene" y hay que cargarla con bidones para subirla después a las casas "hasta seis o siete pisos" y los negocios y empresas "han sido destruidos" y no queda capital ni mano de obra con el que ponerlos en marcha.

"La pobreza crece constantemente, sin ingresos en las familias por la falta de trabajo, y el paro está por encima del 85%. La ciudad es casi fantasmal porque dos tercios del pueblo se han ido, han escapado. También entre las familias cristianas", subraya.

RECONSTRUIR LA CIUDAD Y ATENDER A LAS FAMILIAS, TAMBIÉN DE SUS ATACANTES

En este contexto es cuando, según relata el sacerdote, desde su parroquia, situada en la zona oeste de la ciudad, controlada por el Gobierno, donde han emprendido por su cuenta la labor de reconstrucción de la ciudad, con centenares de casas reparadas o vueltas a construir tras los ataques aéreos que han dejado la ciudad en ruinas.

Además, están llevando a cabo hasta 33 proyectos de asistencia humanitaria y recuperando la actividad en hospitales, abriéndolos a todos los heridos, y recuperando la actividad en las escuelas para paliar la falta de asistencia sanitaria y las heridas de "una generación de niños completamente destruida y marcada por la violencia".

"Frente a la debilidad gubernamental, la Iglesia, como madre, ha dado un paso adelante entre nosotros y busca cuidar y extender a la mano a los hijos de la sociedad casi destruida", asegura el sacerdote.

Sin embargo, la ayuda que prestan desde la parroquia no se limita a la atención a la comunidad católica que atienden sino que se extiende también a los cristianos de otros ritos y a los "hermanos musulmanes" que han compartido su suerte como víctimas de la guerra. "No solamente a aquellos que viven con nosotros en la zona oeste de la ciudad sino también a los de la zona este que han tenido que dejar sus casas y cuyos maridos y padres eran los milicianos que han ido a la guerra y que lanzaban misiles sobre nosotros", puntualiza el fraile.

El Padre Ibrahim ha explicado que entre los propios cristianos, salir al encuentro de los demás y "hacer el sacrificio" en medio de una situación de violencia y de miedo no ocurre "de forma espontánea" pero se ha mostrado convencido de la vocación de los cristianos en Siria a "encarnar la paz y la reconciliación" entre todos los colectivos ideológicos y religiosos.

"En la familia no importa quien hace el primero en hacer el sacrificio y quien le sigue, sea la mujer o el hombre, Lo importante es que la comunión sea reconstruida. Por eso me digo a mí mismo y a mis fieles, no importa si el otro da pasos o no los da --ha insistido--. La pregunta no se la hago a los demás sino a mí mismo y a mi pueblo. ¿A cuánto estamos dispuestos para reconstruir la comunión?"

LA RESPUESTA INTERNACIONAL ANTE LOS REFUGIADOS

Sobre la situación de quienes han huido del país tratando de alcanzar países seguros y, en particular, sobre la respuesta de los gobiernos europeos ante la llegada de los refugiados, el sacerdote ha dicho únicamente que él "solamente tiene preguntas, no acusaciones" para las administraciones de los países.

"Yo muchas veces no sé cuál es la verdad allí, porque solamente veo el sufrimiento allí donde estoy y en la realidad tangible con la que me encuentro y trabajo", ha explicado.

Aún así, ha subrayado que "cada uno tendrá al final que hacer cuentas con su conciencia frente a Dios" y ha explicado que las preguntas de Dios "son simples pero difíciles de responder", como la que, según ha puesto como ejemplo, hace Dios a Caín en la Biblia, después de matar a su hermano Abel: "¿Dónde está tu hermano?".

ISLAMOFOBIA: SUPERAR LAS DIFERENCIAS

Por otra parte, en referencia a la creciente islamofobia en varios países de Europa, promovida por distintos partidos políticos, el fraile franciscano ha subrayado que "es normal" que exista miedo porque "el otro, el diferente, siempre supone un desafío".

Sin embargo, ha hecho hincapié en que, desde la experiencia de vivir en Oriente Próximo, que ha definido como un "mosaico bellísimo" de corrientes religiosas e ideológicas el papel de los cristianos, pese a ser una minoría, debe ser el de "dar los pasos" para "superar las distancias" y "encarnar la paz y la reconciliación".

"Las diferencias siempre son un desafío: en la familia, la relación entre hombre y mujer y las relaciones entre personas de distinta edad; en las sociedades, las distintas religiones y creencias y también la diversidad ideológica. Yo me digo: el otro siempre va a ser un desafío para mí hasta el final. Pero, por otra parte, este desafío puede ser una bellísima oportunidad de encuentro y de enriquecimiento", ha manifestado.