EQUIPO DE APOYO A LAS INVESTIGACIONES JUDICIALES
Juguetes en el juzgado
Un grupo de profesionales atienden a los menores víctimas de abusos sexuales u otros delitos para conseguir que expliquen ante el juez lo sucedido
J. G. Albalat
J. G. AlbalatRedactor
Ha trabajado en el Diario de Barcelona, El País y AVUI. Desde hace años en El Periódico cubriendo los acontecimientos judiciales. Premios Ortega y Gasset, Save the Children, Ramon Barnils y Josep Maria Planes por la investigación del 'caso Maristas' sobre abusos sexuales en los colegios. En el 2016, mención honorífica de la Generalitat en el Día de la Justicia. Colaborador de publicaciones jurídicas. Profesor asociado Master de Criminología de la Universitat de Barcelona.
J. G. ALBALAT / BARCELONA
¿Cómo conseguir que un niño explique que han abusado sexualmente de él? ¿Y que sus palabras sirvan como prueba para llevar banquillo de los acusados al pederasta? Los jueces cuentan con un grupo de profesionales que lo logran a través de la llamada exploración de la víctima. Estos expertos no interrogan. Se ganan la confianza del niño y dejan que cuente. Al otro lado de un vidrio opaco, el juez, el fiscal y los abogados observan.
La Ciutat de la Justícia de Barcelona es un recinto funcional y frío. Pero en uno de sus edificios hay un rincón donde el ambiente es más cálido. Hay una estantería llena de juguetes. Sí, juguetes en un juzgado. Es un sitio especial. Allí es donde trabajan un grupo de especialistas que exploran a los menores que sufren, por ejemplo, abusos sexuales o son víctimas de otros delitos, aunque también tratan a algunos testigos adultos considerados vulnerables. La misión del denominado Servicio de Apoyo a la Ejecución Penal es que la víctima explique con la máxima concreción el calvario que ha sufrido.
Por estas dependencias pasaron hace unas semanas cinco niñas de 11 años que ratificaron que un monitor de comedor de un colegio de los Maristas de Barcelona había abusado de ellas. Un juez está investigando y encargó la exploración. Es uno de los casos que ha pasado por las manos de estos psicólogos y trabajadores sociales, que actúan siempre bajo el mandato judicial. Las exploraciones han ido en aumento. En el 2010, se hicieron 375 y en el 2015, 665, explica Marc Cerón, subdirector general de Reparación y Ejecución Penal de la Conselleria de Justícia. Además de atender a la víctima, en el 50% de los asuntos el juzgado les pide un informe de valoración sobre la credibilidad de los testigos, algo clave para un proceso judicial.
GANARSE LA CONFIANZA
Si para un adulto entrar en un edificio judicial no deja de ser inquietante, para un niño puede ser mucho más. Por eso se intenta que el ambiente que rodea las dependencias donde se hacen las exploraciones sea amable. En una sala hay juguetes para que el menor se distraiga mientras espera. En una contigua, se pratica la diligencia. Los profesionales, primero, se ganan la confianza de la víctima. Luego, dejan que relate lo que le ha ocurrido.
Los menores no saben que detrás de un cristal opaco les están observando. El juez, el fiscal, los abogados, el funcionario y los padres (si quieren) no se pierden detalle. La exploración se graba en vídeo para que pueda ser lo que técnicamente se denomina prueba preconstituida y que la víctima no declare de nuevo en el juicio, aunque la última palabra la tiene el tribunal.
“El objetivo es que no haya contaminación del relato y sea lo más puro posible. Lo mejor es practicar la exploración lo antes posible porque la víctima recuerda más detalles”, aseguran Rosa Aragonés, coordinadora del equipo de asesoramiento técnico-penal, y Carmen Pozo, que trabaja en este servicio.
SIN PREGUNTAS
El menor acude a estas dependencias con sus padres o su tutor legal, que son informados. “Se le toma declaración intentando no hacer preguntas. Es una conversación. Se le dice simplemente que explique lo que recuerda, sin sugestionarle. En una entrevista previa se le entrena y se le dice lo que hará”, sostiene Aragonés. Antes los técnicos ya han estudiado el atestado.
Después, la exploración. “Para empezar se le puede decir algo así como: Parece que te ha pasado algo, ¿nos lo cuentas? Se le va situando en el relato para que dé toda la información. Si le cuesta expresarse, se le ayuda. Se tiene que sentir seguro”, afirma Aragón. Es importante sonsacarle los detalles porque el Código Penal español diferencia los tipos delictivos dependiendo de las circunstancias.
Cada exploración es un mundo. Depende del niño. Si es más abierto, si es vergonzoso. “Si es necesario le debes reconducir, porque la finalidad es tomarle declaración”, destacan los profesionales del servicio. Si el juez quiere hacer una pregunta, la hace. Los abogados también pueden, con el visto bueno del magistrado. “Si el menor se bloquea, se le pide que escriba o dibuje. Y mientras, se va hablando con él”, afima un miembro del equipo. “En un escenario judicial sería muy difícil conseguirlo”, sentencia.
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