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Oxígeno para el cigarrillo electrónico

Una mujer exhala vapor de un cigarrillo electrónico, ayer, en Londres.

Una mujer exhala vapor de un cigarrillo electrónico, ayer, en Londres.

DANIEL POSTICO / LONDRES / MANUEL VILASERÓ / MADRID

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La sanidad pública británica ha recibido el aval que necesitaba para poder recetar cigarrillos electrónicos a las personas que quieran dejar de fumar, según concluye un informe que había encargado para determinar el uso de estos dispositivos y que fue publicado ayer. El documento dice que los cigarrillos electrónicos son el 95% menos nocivos que el tabaco y que no existen evidencias que indiquen que puedan incitar a niños y a no fumadores a fumar. Menos del 1% de los fumadores electrónicos no habían fumado antes. El resto son exconsumidores de tabaco.

El Ministerio de Sanidad español, por su parte, prepara una regulación que, entre otras cosas, normalizará la venta de los dispositivos en farmacias. El caso británico y el español chocan con la beligerancia mostrada por la Organización Mundial de la Salud con el 'e-cigarrillo' a la espera de estudios científicos definitivos y dan oxígeno al artilugio.

En el Reino Unido, cada vez es más habitual ver a personas por las calles exhalando humo de estos vaporizadores, que contienen una pequeña cantidad de nicotina líquida. Son utilizados ya por 2,6 millones de personas en Inglaterra, el 5% de la población. Se trata de un mercado que movió 6.300 millones de euros en el 2014 y que se prevé que alcance los 46.000 millones en el 2030. En pubs y locales donde está prohibido fumar, sí que se permite consumir cigarros electrónicos. También en las empresas. Ahora podrían ser financiados por el Estado como método para dejar de fumar.

"Cada año mueren 80.000 personas en Inglaterra por el tabaco. Si todos los fumadores se pasaran a los electrónicos, se evitarían 4.000 muertes", recoge el informe. También recomienda que ambulatorios y servicios contra el tabaquismo puedan recetar cigarrillos electrónicos y que reciban licencia para ser prescritos con fines medicinales.

"Comparados con el tabaco, las evidencias demuestran que solo causan una fracción del daño", explica Kevin Fenton, director de Bienestar y Salud de la agencia de la salud pública inglesa.

Los objetores

La Asociación Médica Británica se mostró, en cambio, reacia a aceptar las conclusiones del informe como definitivas y dijo que "existen aún preocupaciones significativas sobre su calidad, la forma como se comercializan y si son completamente seguros". La entidad reiteró que el público necesita estar protegido. Un portavoz del Gobierno galés, que ha prohibido el uso cigarros electrónicos en locales cerrados, los equiparó a los cigarros normales y recordó que la OMS ha pedido para ellos una estricta regulación. "Nos preocupa que esto ayude a normalizar el hecho de fumar", alertó.

Otra cuestión es el coste que la medida tendría para la sanidad británica, que el año pasado se gastó 70 millones de euros en fármacos para dejar de fumar. La mitad de ellos fueron parches, chicles y espráis, pero los cigarros electrónicos son notablemente más caros.

En España, los expertos están a la espera de los resultados de estudios clínicos puestos en marcha por la sanidad británica para comprobar si, efectivamente, el cigarrillo electrónico sirve para dejar el tabaco y su uso es seguro. "Será muy importante si se demuestra que tiene efecto terapéutico. La comunidad científica está expectante y en ese caso todos aplaudiremos que puedan prescribrirse", explica Carlos Jiménez, especialista de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

Todavía no

Pero Jiménez opina que aún no ha llegado ese momento y que el estudio difundido ayer por la sanidad británica es una "revisión de estudios realizados en el pasado". Por la misma razón cree que no tiene ningún sentido la decisión de la Sanidad española de permitir la venta en farmacias de los 'e-cigarrillos' a través de un decreto en fase de borrador.

Este texto acota la venta a las tiendas especializadas, los estancos y las farmacias. Estas ya los podían vender, pero era una actividad residual. Con el decreto quedará normalizada, un hecho que, a juicio de Regina Dalmau, presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo lanzará un mensaje muy negativo a la sociedad. "Si se vende en farmacias la gente interpretará que no solo no es nocivo sino que es incluso beneficioso, algo que no está ni mucho menos demostrado", argumenta.