Íñigo Méndez de Vigo: un ministro para apenas 5 meses
El nuevo ministro de Educación, Cultura y Deporte es hijo y nieto de militares muy aficionados a los caballos
Poco margen de tiempo va a tener Íñigo Méndez de Vigo (Tetuán, 1956) para poder demostrar su verdadero talante como ministro. Apenas le quedan cinco meses, dos de los cuales –julio y agosto– de baja actividad y no lectivos en las escuelas. Pese a lo corta que se prevé su estancia en la plaza, el nuevo ministro de Educación, Cultura y Deporte asumió ayer su cargo con el compromiso de trabajar con «humildad», escuchando a los demás y buscando «puntos de encuentro».
Hijo y nieto de militares, casado y padre de una hija, criador de caballos purasangre, ultracatólico (según algunas voces), quienes conocen al nuevo ministro, que también es barón de Claret, le describen como persona con habilidades negociadoras y talante predispuesto al diálogo. Ha sido profesor de Derecho Constitucional en varias universidades españolas y es un experto en derecho comunitario, hasta el punto que participó en el intento –frustrado– de redacción de una Constitución europea.
Del futuro inmediato de su predecesor, José Ignacio Wert, se sabe que es un firme candidato a ocupar la Embajada de España ante la OCDE, con sede en París. Allí ha sido destinada también Montserrat Gomendio, su número dos en el ministerio y previsiblemente su esposa a partir del próximo 11 de julio. En su despedida de ayer, Wert, además de citar al escritor británico Rudyard Kipling y la frase «ha merecido la pena» de su poema If, recordó el cuarto centenario de la segunda parte del Quijote y sus últimas palabras: «Válete, seguid con salud, adiós y muchas gracias».
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