XANTAL GENOVART Y NAJATE BENHRA

«El velo es feminista»

Najate y Xantal conversan en una bar de la Ramblade Badal.

Najate y Xantal conversan en una bar de la Ramblade Badal.

CARLA FAJARDO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Xantal es catalana y catalanista. Se convirtió al islam con 21 años y ahora tiene 40. Su madre, que es atea, suele contar bromeando que en el momento en el que su hija le dijo que era musulmana «se arrepintió de no haberla llevado a las monjas». Sufría por su libertad, pero Xantal ha conseguido explicarle que en el islam, tal como ella lo entiende, las mujeres tienen muchos derechos.

Cuenta Xantal que en el Corán está escrito que la mujer es igual al hombre y que incluso utiliza un lenguaje inclusivo: «Ellos y ellas» en vez de únicamente «los hombres». También explica que la primera universidad del mundo fue fundada por una musulmana en Marruecos, que la religión dice que las mujeres son dueñas de su dinero y que todas las personas islámicas están obligadas a leer y a escribir para poder interpretar ellas mismas la religión. De hecho, la primera palabra del Corán es «Ekra» (lee).

Xantal, además, asegura que, desde siempre, las mujeres en muchos países árabes han llevado camellos y caballos, así que «¿quién dice que no pueden conducir?». Explica que en algunas mezquitas no hay sitio para las mujeres porque ellas no están obligadas a ir y que, cuando van, rezan separadas de los hombres por comodidad y por concentración. «¿Por qué es más igualitario estar mezclado? ¿Quién es más inferior: el hombre a la mujer o la mujer al hombre por estar separados?», pregunta.

El velo es un elemento polémico de la religión debido a su visibilidad, aunque no todas las mujeres musulmanas lo llevan. Xantal dice que «el velo es feminista». Llevarlo significa para ella que «el físico es para mí y para los míos, y que los demás tienen que conocerme por mi intelecto y por mis valores». Por eso, explica, se lo quita al llegar a casa. Además, el hiyab también lo llevan los hombres a su manera, ya que supuestamente tienen que llevar ropa ancha y barba. «Los hombres y mujeres occidentales no musulmanes no van vestidos igual. Solo hay que mirar las campanadas de Nochevieja por la tele, ella con vestido de tirantes y él bien tapado. Y luego somos nosotros los únicos machistas», dice Xantal.

Teleoperadora

Suena el teléfono y contesta con esa cantinela en la voz que tienen las teleoperadoras. Trabaja como secretaria desde casa para una plataforma web que da servicio a más de 700 empresas. Ha estudiado Turismo y es orientadora laboral. Hace unos años, estuvo trabajando en la Patronal catalana CECOT de Terrassa, ayudando a mujeres extracomunitarias a encontrar trabajo. Cuenta que cuando las chicas conseguían una entrevista la pregunta recurrente era: «Si te cogemos, ¿te quitarás el pañuelo?».

Su hija Mariam también lleva velo. Tuvo que cambiarla de colegio para que pudiera decidir con normalidad si se lo ponía o no. En la primera escuela nadie lo llevaba, y Mariam sabía que sería un problema si decidía optar por él porque la dirección, que abogaba por la interculturalidad, quería que «todos fueran iguales»«La interculturalidad no es cambiarte, es aceptarte como eres y enseñar a convivir con la diferencia», reivindica Xantal. Ella insiste en que no se puede tener miedo a que una niña, por llevar velo, induzca a otras a ponérselo o a convertirse, que no existe la neutralidad y que nadie es 100% libre. «También Disney Channel induce a explotar la feminidad de las niñas», alega.

El debate sobre la indumentaria viene de largo, pero se suele pasar por alto que solo afecta a la de las mujeres. «Los niños sij pueden ir desde pequeños con el turbante, pero las niñas no pueden ir con el velo porque los demás piensan que están oprimidas. ¿Qué tiene que ver que vayamos tapadas con ser o no libres? Lo importante es que la mujer decida», dice Xantal. Además, cuenta que el uso del burka (velo integral que cubre todo el cuerpo) o del niqab (el que deja al descubierto los ojos) son tradiciones preislámicas que muy pocas musulmanas siguen y que los políticos utilizan para crear polémica.

Las feministas islámicas tampoco lo tienen fácil para luchar por los derechos de las mujeres. Xantal cuenta que muchas no se sienten comprendidas en los congresos internacionales. «Se cansan de que las miren con superioridad como si estuvieran oprimidas -explica-. Creen que una musulmana no puede enseñarles nada de feminismo». Es el caso, por ejemplo, de un grupo de feministas tunecinas que, cuando las Femen entraron en toples en varias mezquitas, replicaron que no necesitaban tutelas «ni desnudarse para ser libres». Según ellas, las acciones de las ucranianas contra el hiyab y el islam destruyen parte del trabajo de sensibilización que ellas llevan a cabo.

Conciertos y mezquitas

Xantal conoció a Najate en un concierto. Desde entonces, van juntas a la barcelonesa mezquita de Mercat Nou, donde se encuentran un grupo de mujeres para rezar, aprender la religión y compartir vivencias. El edificio va a desaparecer por un plan de reurbanización y parece que no hay una reubicación prevista. Hay casi 1.200 mezquitas en España para la segunda religión con más presencia en el país. Las parroquias católicas son casi 23.000.

Najate es francesa. Sus padres son marroquís y emigraron a Francia en los años 70. Ha estudiado Biología y está trabajando en el Parc Científic de Barcelona, que forma parte de la universidad. Allí investiga un modelo de tumor con un tipo de moscas. En Barcelona ha conocido a su actual marido, un musulmán español. Hace solo dos años que lleva el velo. Dice que se lo puso cuando se dio cuenta realmente se dio cuenta de la importancia que le damos a la apariencia que mostramos a los demás. Por eso, dice, ahora se siente más libre: «Y nos molesta que mujeres no musulmanas vengan a decirnos que estamos oprimidas cuando somos libres porque ser musulmanas y cubrirnos es nuestra elección».

Terrorismo islamista

Najate y Xantal toman un café en un  bar de la Rambla de Badal y hablan sobre las malas interpretaciones que se hacen del islam en Europa. Najate aclara que hay que definir qué tipo de inmigración llega a España. «Los que emigran son de zonas rurales o tienen dificultades económicas y no suelen tener estudios». Xantal comenta que «también hay musulmanes que justifican la ablación genital femenina, y eso es terrorismo,  no tiene nada que ver con el islam. Es una vergüenza». Xantal señala que el 95% de los musulmanes están en contra de la ablación y que es una práctica que se realiza también en el cristianismo y el animismo. La feminista Natalia Andújar aún dice más: «Hay estudios que demuestran que la mutilación genital femenina se hacía en el Reino Unido como tratamiento médico para curar casos de histeria, epilepsia y ninfomanía hasta finales del XIX».

En la mesa del bar también se habla de la amenaza terrorista. Para Xantal, terrorismo e islámico son dos palabras contradictorias, y sus víctimas son, «primero, los muertos y sus familias y, después, todos los musulmanes porque se les señala con el dedo». Najate, cuya familia vive en la ciudad de Clermont-Ferrand, explica que después de los atentados ha habido 130 actos islamofóbicos en Francia, los mismos que en todo el año pasado. También asegura que la comunidad musulmana tiene miedo y, sobre todo, las mujeres, el colectivo aparentemente más débil y más visible del islam, la minoría de la minoría. «La islamofobia es una cuestión de prejuicios que puede evitarse con conocimiento y tolerancia».