La ambiciosa cumbre por el clima acaba en vagos compromisos
Por falta de ambición no fue. Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, abrió ayer la cumbre sobre el clima que había convocado en Nueva York asegurando que él y los líderes de 126 países no estaban reunidos «para hablar». «Estamos aquí -aseguró- para hacer historia». Unas horas después, cuando acabó el encuentro, se evaporaba la sensación de haberlo conseguido. Había una historia, sí, pero una de compromisos demasiado escasos en detalles y falta de avances concretos que, tristemente, se suele repetir en reuniones sobre el cambio climático, aunque no falte quien quiera ver esperanzas.
China, la primera potencia contaminante del mundo, prometió que intentará empezar a reducir emisiones «tan pronto como sea posible». Estados Unidos, la tercera, tampoco fue mucho más clarificadora y el presidente, Barack Obama, pospuso «hasta principios del año que viene» el anuncio de su meta de reducciones de emisiones más allá de 2020.
Los etéreos calendarios no son buen augurio para la reunión que se celebrará en diciembre en Lima, encuentro que, a diferencia del de ayer, sí forma parte del proceso de negociaciones para la cumbre de París a finales del 2015, donde se busca un nuevo tratado vinculante. No obstante, algunos expertos como el Instituto Mundial de Recursos aseguran que el lenguaje de las dos potencias ayer fue más contundente que nunca antes y creen que puede ser señal de que Pekín y Washington «trabajarán seriamente para lograr soluciones nacionales y un acuerdo internacional serio» en Francia. Obama, por ejemplo, dijo reconocer «el papel [de EEUU] al crear este problema y nuestra responsabilidad de resolverlo».
ACCIONES Y DUDAS / La oratoria más contundente parece replicar el mensaje que el domingo cientos de miles de personas lanzaron en las calles urgiendo a atender de una vez por todas el cambio climático. En la cumbre de ayer se puso en marcha, por ejemplo, una coalición de más de 200 alcaldes, que representan a 400 millones de ciudadanos, que acordaron reducir emisiones anualmente en sus urbes entre el 12,4% y el 16,4%.
Se escucharon también algunos compromisos económicos con el Fondo Verde para el Clima, el mecanismo creado en el 2009 para que las naciones ricas transfieran fondos a países en vías de desarrollo y más vulnerables. Francia, por ejemplo, anunció que aportará 1.000 millones de dólares a ese fondo; Suiza y Corea del Sur comprometieron 100 millones cada uno y Dinamarca, que ya desde 2010 ha donado 250 millones, sumó 70 más a su aportación.
Con Alemania habiendo anunciado ya antes de ayer una aportación de 1.000 millones de dólares, Europa vuelve a tomar la delantera en ese campo, aunque oenegés como Oxfam también piden que los anuncios hechos durante la reunión de ayer se tomen con cautela. «El diablo está en los detalles y hay demasiadas incertidumbres sobre la naturaleza del compromiso», dijo la división francesa de la oenegé, destacando que François Hollande no usó un calendario concreto para la donación sino un genérico «en los próximos años» y subrayando el temor a que se incluyan donaciones anteriores en el recuento.
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