ENRIC XARGAY. Receptor

"La familia te viene dada; a los amigos los eliges tú"

Un empleado de la construcción de Sarrià de Ter recibió el riñón de un amigo de Besalú al que conoció en un hospital

Enric Cumi y Enric Xargay descansan en un balancín en casa del primero, en Besalú.

Enric Cumi y Enric Xargay descansan en un balancín en casa del primero, en Besalú.

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aquella habitación compartida. Aquel pasillo de lamentos. Aquellas paredes de color indiferente (dicen que relajante, no sé, no sé). Aquellas enfermedades, curables, decían los médicos, pero sin reloj. Aquellos tratamientos que precisaban calma, paciencia y esperanza. Todo aquello les unió. Y mucho. Fue en el Hospital Universitari Doctor Josep Trueta, de Girona, donde Enric Cumi (donante) y Enric Xargay (receptor) se hicieron amigos inseparables hace un montón de años. Les unieron las enfermedades, pero también que tenían el mismo nombre y el mismo signo del zodiaco: Aries.

Cumi estaba allí porque le habían extirpado el bazo y ello le provocó una trombosis. Xargay había acudido al hospital porque le detectaron un tumor en un riñón. Se veían, charlaban y lo compartían todo. Fue Cumi quien se inventó el reto sin comerlo ni beberlo. «Lo dijo porque él es un desprendido con todo en su vida». ¿Y qué dijo? «Pues dijo: mira, si salgo de esta, te doy un riñón». Pero cuentan que ninguno de los dos sabía entonces que Xargay acabaría necesitando un riñón. Y, claro, cuando lo precisó, ahí estaba el del colega de pasillo.

«En estas historias», relata Xargay, de 50 años, residente en Sarrià de Ter, aficionado a los rallys clásicos y albañil para todo, «solo hay un héroe y es el donante, que te da uno de sus órganos; se desprende de algo que va a perder para toda la vida, pues un riñón no se regenera»«Yo lo doné y punto. Y no porque me hubiese comprometido, que también, sino porque mi amigo lo necesitaba para vivir, no para irse de fiesta ¡para seguir viviendo! Tú das vida y eres perfectamente consciente de ello», añade Cumi.

A menudo, las familias no siempre apoyan estas decisiones, sobre todo porque la donación es para un amigo. Los Enric lo tienen clarísimo. «La familia te viene dada; los amigos son tuyos, los eliges tú», indica Xargay. «Yo a mis amigos les cuento lo que no le explico a nadie, ¡ni a mi familia!» «¿Pedir permiso a quién?», se pregunta Cumi. «Es mi vida, es mi cuerpo, es mi amigo y no tengo que pedir permiso a nadie»«Soy soltero y mis hermanos se enteraron de todo cuando la decisión ya estaba tomada y a punto de entrar los dos en el quirófano. Me apoyaron, aunque, sí, algún comentario hicieron, sobre todo en la línea de '¿y si lo necesitáramos alguno de nosotros?'… Pero lo entendieron».

Pánico al rechazo

Los Enric comparten la idea de que, en estos casos, como en todo en la vida, hay que ser «decididos y valientes»«Es evidente -resalta Cumi- que alguno de mis hermanos o sobrinos podría necesitar un riñón en el futuro pero eso, de momento, no ocurre y por aquel entonces el que lo necesitaba, y con urgencia, era mi amigo. Así que no había nada más que hablar. Si nos pasásemos la vida pensando en lo que puede ocurrir no nos moveríamos de casa, porque si salimos a la calle igual nos atropellan o nos cae un tiesto de un balcón y nos mata».

«A mí -termina contando Xargay- lo único que me daba pánico, pero pánico de verdad, era que Enric me diese su riñón y mi cuerpo lo rechazase. Eso no me dejaba dormir, porque pensaba: 'Se desprende de él y, encima, a ti no te sirve'. ¡Tremendo!». Pero fue perfecto.

Hoy hay paella en El Prat, el bar que Cumi, de 51 años, tiene en Besalú, cerquita de Sarrià de Ter. Invitan los amigos. A los amigos.