cuatro años de estrecheces económicas

Los recortes en las universidades caen a plomo sobre los estudiantes

Manifestación de universitarios contra los recortes en la educación pública, en Barcelona.

Manifestación de universitarios contra los recortes en la educación pública, en Barcelona.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

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Hubo un tiempo en que los rectores catalanes sacaban pecho y, en las reuniones con sus homólogos de otras universidades, podían presumir de presupuestos abultados, campus ampliados y recursos para contratar a tantos jóvenes investigadores como hiciera falta. Fue un tiempo que acabó en el 2010, cuando la crisis fulminó las aportaciones públicas, obligó a rebajar salarios e hizo que los gestores universitarios tuvieran que ajustar sus cuentas. En el 2013, cuando el recorte en las subvenciones de la Generalitat alcanzó ya el 27%, las universidades públicas catalanas se unieron para alertar de que habían tocado hueso. Y eso que las consecutivas subidas de las tasas de matriculación (el 13% en el curso 2011-2012 y el 66% en el 2012-2013) les ayudaron a sobrellevar el tijeretazo.

En estos cuatro años, la aportación de los estudiantes al capítulo de ingresos de las universidades ha crecido hasta representar el 28%, en el caso de la Universitat Rovira i Virgili (URV). Mientras, los fondos de la Generalitat, que en el 2010 suponían el 86%, han descendido en 13 puntos porcentuales en esta universidad, tomada como ejemplo. La proporción es más o menos similar en el resto.

Los recortes, pues, han caído a plomo sobre los alumnos, que no solo pagan las matrículas más caras de España (y unas de las más costosas de Europa), sino que han visto cómo, encima, distintos decretos del Ministerio de Educación han dificultado el acceso a becas, tanto las generales como las Erasmus.

Dos hechos dan fe de las dificultades por las que pasan muchos alumnos: el descenso de matriculados que registran desde hace unos años las universidades y la creación, por parte de estas, de bolsas de becas propias para atender situaciones sobrevenidas de los estudiantes y limitar, de paso, la morosidad.

Mientras tanto, la situación de los profesores e investigadores (PDI) y de los empleados de administración y servicios (PAS) se ha ido precarizando. «Es cierto», admite el director general de Universitats de la Generalitat, Lluís Jofre. «El grueso de los recortes se ha concretado en bajadas de salarios, en la pérdida de ventajas sociales y la no cobertura de las jubilaciones», señala Jofre.

SACRIFICIO DOLOROSO / Aunque Generalitat y universidades aseguran que las restricciones presupuestarias no han afectado a la calidad de la docencia, gracias, entre otras cosas, a los planes de ahorro que se han puesto en marcha, también hay quien avisa de los riesgos a medio plazo si no se recupera pronto la inversión. En el conjunto de España, la conferencia de rectores universitarios (CRUE) estima que el recorte ha sido ya de 1.400 millones de euros. «Es una situación muy dolorosa, porque se están pidiendo sacrificios que tendrán consecuencias en un futuro», avisa Ferran Sancho, rector de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

«Se han paralizado proyectos, se han congelado contrataciones, no se renuevan ni laboratorios ni instalaciones...», dice Sancho. Y eso, agrega, «dentro de unos años podría empezar a notarse en los rankings internacionales».

El director general de Universitats, sin embargo, discrepa. «La situación empieza a revertir y algunas universidades están planeando convocar plazas para profesores lectores», dice Jofre. Las condiciones de la educación superior en Catalunya, insiste el representante de la Generalitat, «son buenas y los puestos en las clasificaciones internacionales se están manteniendo». Prueba de ello, prosigue, es que «el 30% de los estudiantes que cursan másteres en Catalunya son extranjeros y la previsión es que en unos años se llegará al 50%».

Sea como fuere, «es absolutamente necesario encontrar vías de financiación alternativas, dado el decremento de las aportaciones públicas», señala Fàtima Calvo, gerente de la Universitat de Girona (UdG). La gran apuesta es, en su caso, la transferencia tecnológica. Al ser esta una universidad de territorio «es un referente en el entorno y está más integrada en el tejido empresarial local», indica una portavoz de la UdG.

«La situación es tan complicada que hay que mirar cómo obtener nuevos ingresos», agrega precisamente desde la UPC su gerente, Olga Lanau. La entidad, con un déficit que suma ya 114 millones de euros, está a la espera del resultado de una auditoría que le ayudará a decidir qué hacer con su vasto patrimonio inmobiliario. «Vamos a racionalizar el uso de algunos edificios y, si hace falta, los que no acojan docencia, serán puestos a la venta o a alquiler», avanza Lanau.

Convencido de que los recortes  de la Generalitat han llegado ya a su fin («hemos tocado fondo», dice), el rector de la Universitat de Barcelona (UB), Dídac Ramírez, lleva meses abogando por ampliar las aportaciones privadas. «Hemos de tender hacia el modelo de los países de nuestro entorno. Allí se alimenta la filantropía y el patrocinio y es, en buena medida, lo que estamos intentando en la UB». ¿Cómo? «Pues de momento, mediante acciones de mecenazgo, con la cofinanciación de actividades culturales y científicas o con la difusión de servicios complementarios, como el de idiomas o las instalaciones deportivas», señala.